Secretaría de Prensa
23 de septiembre de 2019
Sede de las Naciones Unidas
Nueva York, Nueva York
11:47 horas (hora del Este)
Eso es muy agradable. Muchísimas gracias. Eso es muy agradable. Y quiero dar las gracias a Mike. Hoy, es un verdadero honor ser el primer Presidente de Estados Unidos en ser anfitrión de una reunión en las Naciones Unidas sobre libertad religiosa. Y es un honor. Hace tiempo que debería haberse hecho. Y me sorprendió cuando me dieron esa estadística de que yo sería el primero. Eso es muy triste, en muchos sentidos. Y es estupendo estar con ustedes.
Quiero agradecer al vicepresidente Pence por el excelente trabajo que está haciendo. Ha sido un representante fantástico y valioso de nuestro país.
Del mismo modo, el secretario Mike Pompeo, la embajadora Kelly Craft, el secretario Ross, el secretario Mnuchin y el embajador Sam Brownback, gracias a todos por acompañarnos hoy. Y tenemos a otros representantes de nuestro gabinete y de la administración en la sala. Hemos hecho mucho.
No se habla lo suficiente de la “Enmienda Johnson”, pero estoy muy orgulloso de decir que hemos borrado la “Enmienda Johnson” en nuestro país para que ahora podamos escuchar a las personas a las que queremos escuchar: líderes religiosos; sin recriminarlos. Es algo muy importante, y lo dije al principio y lo digo ahora: Es algo de lo que estoy muy orgulloso.
También estamos agradecidos de que el secretario general de la ONU, António Guterres, pueda estar aquí, junto con muchos de sus amigos y mis amigos, líderes mundiales. He llegado a conocer a muchos de ellos, y me imagino que tú los conoces a todos. Me lo imagino. Si no es así, no estás haciendo tu trabajo. (Risas.)
Y también quiero agradecer a mi hija Ivanka por estar aquí. Ella trabaja tan duro en todas las cosas que son muy importantes para los que están aquí en este salón. Así que, gracias, Ivanka, por estar aquí. (Aplausos.)
Estados Unidos está fundado en el principio de que nuestros derechos no provienen del gobierno, sino de Dios. Esta verdad inmortal se proclama en nuestra Declaración de Independencia y se consagra en la Primera Enmienda a la Declaración de Derechos de nuestra Constitución. Nuestros Fundadores entendieron que ningún derecho es más fundamental para una sociedad pacífica, próspera y virtuosa que el derecho a seguir las propias convicciones religiosas.