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Saturday, February 6, 2010

El advenimiento de Cristo sorprenderá a los falsos maestros


El mal siervo dice en su corazón: "Mi señor se tarda en venir." No dice
que Cristo no vendrá. No se burla de la idea de su segunda venida. Pero
en su corazón y por sus acciones y palabras, declara que la venida de su
Señor tarda. Destierra del ánimo ajeno la convicción de que el Señor va
a venir prestamente. Su influencia induce a los hombres a una demora
presuntuosa y negligente. Los confirma en su mundanalidad y estupor. Las
pasiones terrenales y los pensamientos corruptos se posesionan de su
mente. El mal siervo come y bebe con los borrachos, y se une con el
mundo en la búsqueda de placeres. Hiere a sus consiervos acusando y
condenando a los que son fieles a su Maestro. Se asocia con el mundo.
Siendo semejantes, participan juntos en la transgresión. Es una
asimilación temible. Juntamente con el mundo, queda entrampado. Se nos
advierte: "Vendrá el Señor de aquel siervo . . . a la hora que no sabe,
y le cortará por medio, y pondrá su parte con los hipócritas.
"Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora
vendré a ti."* El advenimiento de Cristo sorprenderá a los falsos
maestros. Están diciendo: "Paz y seguridad." Como los sacerdotes y
doctores antes de la caída de Jerusalén, esperan que la iglesia disfrute
de prosperidad terrenal y gloria. Interpretan las señales de los tiempos
como indicios de esto. Pero qué dice la Palabra inspirada? "Vendrá sobre
ellos destrucción de repente."* El día de Dios vendrá como ladrón sobre
todos los que moran en la faz de la tierra, que hacen de este mundo su
hogar. Viene para ellos como ladrón furtivo.

El mundo, lleno de orgías, de placeres impíos, está dormido en la
seguridad carnal. Los hombres están postergando la venida del Señor. Se
burlan de las amonestaciones. Orgullosamente se jactan diciendo: "Todas
las cosas permanecen así como desde el principio." "Será el día de
mañana como éste, o mucho más excelente."* Nos hundiremos aun más en el
amor a los deleites. Pero Cristo dice: "He aquí, yo vengo como
ladrón."* En el mismo tiempo en que el mundo pregunta con desprecio:
"¿Dónde está la promesa de su advenimiento?" * se están cumpliendo las
señales. Mientras claman: "Paz y seguridad," se acerca la destrucción
repentina. Cuando el escarnecedor, el que rechaza la verdad, se ha
vuelto presuntuoso; cuando la rutina del trabajo en las diversas formas
de ganar dinero se lleva a cabo sin consideración a los principios;
cuando los estudiantes procuran ávidamente conocerlo todo menos la
Biblia, Cristo viene como ladrón.

En el mundo todo es agitación. Las señales de los tiempos son
alarmantes. Los acontecimientos venideros proyectan ya sus sombras
delante de sí. El Espíritu de Dios se está retirando de la tierra, y una
calamidad sigue a otra por tierra y mar. Hay tempestades, terremotos,
incendios, inundaciones, homicidios de toda magnitud. ¿Quién puede leer
lo futuro? ¿Dónde hay seguridad? No hay seguridad en nada que sea humano
o terrenal. Rápidamente los hombres se están colocando bajo la bandera
que han escogido. Inquietos, están aguardando y mirando los movimientos
de sus caudillos. Hay quienes están aguardando, velando y trabajando por
la aparición de nuestro Señor. Otra clase se está colocando bajo la
dirección del primer gran apóstata. Pocos creen de todo corazón y alma
que tenemos un infierno que rehuir y un cielo que ganar.

La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros. El sol
brilla en los cielos y recorre su órbita acostumbrada, y los cielos
continúan declarando la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y
bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los
negociantes siguen comprando y vendiendo. Los hombres siguen luchando
unos con otros, contendiendo por el lugar más elevado. Los amadores de
placeres siguen atestando los teatros, los hipódromos, los garitos de
juego. Prevalece la más intensa excitación, y sin embargo el tiempo de
gracia está llegando rápidamente a su fin, y cada caso está por ser
decidido para la eternidad. Satanás ve que su tiempo es corto. Ha puesto
todos sus agentes a trabajar a fin de que los hombres sean engañados,
seducidos, ocupados y hechizados hasta que haya terminado el tiempo de
gracia, y se haya cerrado para siempre la puerta de la misericordia. 591

Solemnemente llegan hasta nosotros, a través de los siglos, las palabras
amonestadoras de nuestro Señor desde el monte de las Olivas: "Mirad por
vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y
embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre
vosotros aquel día." "Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis
tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir y de
estar en pie delante del Hijo del hombre."

El Deseado de Todas Las Gentes, E. G. White, pp.589-592.

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