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Monday, December 19, 2011

Miércoles, 14 de Diciembre de 2011 06:56






El conflicto generado entre el gobierno y la dirigencia cajamarquina por el proyecto minero Conga puso en evidencia la fragilidad del “gabinete de consenso” presidido por Salomón Lerner. La diversidad ideológica del primer gabinete no era sostenible, porque una cosa es convocar un equipo plural de ministros para enfrentar la polarización dejada por las elecciones, y otra cosa es organizar un gabinete coherente, donde los ministros contribuyan articuladamente con un proyecto político común.


 Pero la pregunta que mucha gente se plantea ahora es qué es aquello que define la coherencia ideológica del nuevo gabinete. Más acá de la añorada meta del crecimiento económico con inclusión social, ¿cuáles son, según el Presidente, los medios que hacen falta para construir el país justo que necesitamos? ¿Un gobierno más fuerte ante las protestas sociales? ¿Un Premier más resolutivo y que proyecte más seguridad al mismo Presidente? ¿Un equipo más técnico y menos “político”?


No sabemos realmente si el nuevo gabinete, presidido por el comandante en retiro Óscar Valdés, completará el cíclico giro a la derecha que ya han experimentado los presidentes Fujimori y García. Porque forzando todavía las cosas este gabinete podría ser aún identificado con la “Hoja de ruta” con la que Humala ganó la segunda vuelta al dejar atrás su proyecto original, “La gran transformación”. Pero sí se puede verificar que el gobierno ha ido dejando atrás a sus “figuras” de izquierda. Y que las opciones tomadas por el Presidente suponen un gobierno menos entusiasmado con los principios liberales sostenidos por sus ahora ex colaboradores. Como sabemos, Ollanta Humala ganó con el apoyo de la izquierda, y con él ganó la izquierda, pero todo indica que el Presidente ha elegido, quizá desde siempre, no encarnar a la izquierda.


 Los pocos discursos y las acciones recientes del Presidente Humala parecen confirmar que se trata más de un exmilitar con buenas intenciones para el país que de un hombre con principios políticos liberales o de un entusiasta de la democracia. No sorprendería pues que transitara sin dificultad hacia el autoritarismo, creyendo que es lo mejor para gobernar al país. Por otro lado, mientras en el Perú no haya una base educativa suficientemente amplia que favorezca el desarrollo del pensamiento crítico, los pensadores y políticos liberales seguirán teniendo una presencia débil en los gobiernos. Así, el Estado seguirá estando copado por la llamada derecha económica y sus prácticas populistas que poco tienen que ver con la justicia social.


 Ahora, más allá de las definiciones ideológicas, Humala sabe que su compromiso sigue siendo lograr que el país crezca en inclusión social en estos cinco años, es decir, en redistribución de la riqueza. Finalmente, es por eso que el Presidente será juzgado al final de su mandato. Pero para alcanzar la meta, el Presidente Humala, al elegir a sus colaboradores, deberá tener el coraje de retener que a la derecha económica, que hoy lo seduce con cantos de sirenas, que casi siempre ha gobernado el Perú y que votó por Keiko Fujimori, le interesa solo sus propios beneficios. El olvido de esta lamentable realidad sería fatal para el gobierno. Porque los sectores marginados le podrán perdonar a Humala el cambio del polo rojo al polo blanco y luego al verde olivo, pero no un giro hacia las mismas prácticas neoliberales que ya han demostrado su esterilidad para producir justicia social.


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Foto tomada de aquí.




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