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Thursday, February 6, 2014

La «dolce vita» de las hijas de Chávez



ludmila vinogradoff / corresponsal en caracas
Día 06/02/2014 - 11.18h


Maduro sigue sin poder ocupar la residencia oficial porque no la han dejado todavía las hijas del difunto presidente



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Imagen de La Casona, residencia oficial del presidente de Venezuela donde siguen las hijas de Chávez



La permanencia ilegal de las hijas del fallecido presidente Hugo Chávez en La Casona y su «dolce vita» a costa del erario público sigue impidiendo al presidente Nicolás Maduro y su mujer Cilia Flores trasladarse a esa residencia.

En los últimos 15 años, Rosa Virginia y María Gabriela Chávez Colmenares han estado viviendo en la residencia presidencial incluso después que su padre falleciera el 5 de marzo pasado y no han mostrado intenciones de desocuparla ni para las fiestas decembrinas como se lo había exigido la primera dama.

Maduro no ha podido ocupar La Casona desde que llegó a la Presidencia el 14 de abril pasado y ha sido condescendiente con las hijas de Chávez. Ha reconocido que no se ha mudado al sitio, alegando que le ha pedido al vicepresidente Jorge Arreaza, casado con Rosa Virginia, que continuara en La Casona para «proteger» la vivienda. ¿Protegerla de qué?, se preguntaron perplejos los venezolanos sin obtener respuesta.

Rosa Virginia, la primogénita de Chávez, hizo las veces de primera dama después que su padre se separó en el 2002 de Marisabel Rodríguez con quien tuvo una hija llamada Rosinés, hoy de 16 años. La hija mayor es la que más ha disfrutado de los viajes de lujo acompañando a su padre en las giras oficiales por el mundo entero, batiendo el récord en tiempo de horas de vuelo y presupuesto gastado que ningún otro presidente venezolano ha registrado, según el diputado opositor Carlos Berrizbeitía.

También se ha vinculado con lo más graneado del Ejecutivo por su apellido. El 15 de marzo de 2003 Rosa Virginia se casó con Pedro Manuel Prieto, sobrino del ministro de la Defensa, José Luis Prieto, de ese momento.

Única boda en palacio

La boda tuvo lugar en el palacio de Miraflores, sede del gobierno, en total discreción porque se comentó que estaría Fidel Castro como invitado, lo cual jamás pudo ser confirmado. Lo cierto es que la «boda revolucionaria» de Rosa Virginia y Pedro Manuel, un pequeño empresario que la enamoró, con unos 300 invitados ha sido la única que se ha celebrado en la capilla de Miraflores.

La fiesta nupcial se celebró en los jardines de La Casona. La prensa del corazón dijo que el traje de la novia fue confeccionado sin muchos lujos, mientras la torta o pastel de boda se elaboró para 1.000 comensales.

El propio Chávez admitió en una entrevista al semanario colombiano «El Espectador» que Rosa Virginia es una de las personas con las que «suele desahogarse» cuando cunden sus problemas políticos y familiares.

El diario «El Universal» reveló hace una semana que el Presidente quedó «sorprendido» con el anuncio de la boda de su hija, porque «aspiraba a una petición de mano como las de antes, con cruce de aros y todo, pero no fue así. Ella sólo le notificó su decisión».

Al poco tiempo Rosa Virginia volvió a sorprender a su padre, anunciando que se iba casar con Jorge Arreaza en el 2007 con quien había tenido dos hijos. Hay fotos de ella en ropa interior o de lencería en las redes sociales o comprando en las tiendas de Nueva York, en el corazón del imperio que tanto atacaba su padre y con la barriga de embarazo con la Torre Eiffel de París al fondo. Su marido fue designado vicepresidente tras la muerte de Chávez en 2013. El matrimonio estuvo a punto de separarse pero volvió a reconciliarse en el viaje que hicieron juntos a Sudáfrica para representar al país en los funerales de Nelson Mandela.

La segunda hija, María Gabriela, de 33 años, la más mediática de todas, extraña los viajes que disfrutaba en los aviones presidenciales. Su vida sentimental también ha sido zigzagueante. Chávez fue feliz cuando anunció que su hija predilecta tenía como novio al nieto de Salvador Allende, un médico chileno que no vivió mucho tiempo en la mansión de La Casona. En el fondo deseaba que sus vástagos se emparentaran con los que tuvieran pedigrí revolucionario.

Las fotografías que María Gabriela colgaba en su cuenta @Maby80 y en Instagram de sus romances y poemas en 140 caracteres son las comidilla de la farándula venezolana. París, Nueva York, Madrid, Londres, Montreal, Bariloche, son algunas de las postales que exhiben por internet.

No pagan sus pedidos

El tiempo parece que se ha detenido para las hijas de Chávez, once meses después de muerto, pues continúan con el mismo tren de vida disipada y lujuriosa. En La Casona montan fiestas y reparten entradas a sus amigos para los espectáculos de artistas internacionales. Las empresas de festejos, catering y de comida rápida ya no los llevan los pedidos de pizzas y hamburguesas porque no pagan.

Consultados juristas que pidieron el anonimato, señalaron que «a todas luces está presente la comisión de peculado doloso previsto y sancionado en el artículo 52 de la Ley Contra la Corrupción con pena de prisión de tres (3) a diez (10) y multa de veinte por ciento (20%) al sesenta por ciento (60%) del valor de los bienes objetos del delito».

Los letrados consideran que «es evidente que Nicolás Maduro en razón de su cargo como presidente de la República tiene bajo su administración y custodia la residencia presidencial La Casona». Cilia Flores, que es abogada, también podría adelantar el procedimiento legal para hacer justicia.



Fuente
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