Los siervos del Señor han de contar con tener que hacer frente a toda clase de desalientos. Serán probados, no sólo por la ira, el menosprecio y la crueldad de los enemigos, sino también por la indolencia, la inconsecuencia, la tibieza y la traición de amigos y ayudantes. ... Aun algunos de los que parezcan desear que la obra de Dios prospere, debilitarán las manos de sus siervos oyendo, llevando y creyendo a medias las calumnias, jactancias y amenazas de sus adversarios.... En medio de grandes desalientos, Nehemías confió en Dios; y en él está también nuestra defensa. El recuerdo de lo que Dios ha hecho por nosotros resultará un apoyo en todo peligro. “El que aun a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Y “si Dios está por nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?” Por astutos que sean los planes de Satanás y sus agentes, Dios puede descubrirlos y anular todos sus consejos.—The Southern Watchman, 19 de abril de 1904.
Los que destacándose en el frente del conflicto, se ven impelidos por el Espíritu de Dios a hacer una obra especial, experimentarán con frecuencia una reacción cuando cese la presión. El abatimiento puede hacer vacilar la fe más heroica y debilitar la voluntad más firme. Pero Dios comprende, y sigue manifestando compasión y amor. Lee los motivos y los propósitos del corazón. Aguardar con paciencia, confiar cuando todo parece sombrío, es la lección que necesitan aprender los dirigentes de la obra de Dios. El cielo no los desamparará en el día de su adversidad. No hay nada que parezca más impotente que el alma que siente su insignificancia y confía plenamente en Dios, y en realidad no hay nada que sea más invencible.—La Historia de Profetas y Reyes, 129.
El Señor pide soldados que no fracasen ni se desanimen, sino que acepten la obra con todos sus rasgos desagradables. El quisiera que todos tomásemos a Cristo como nuestro Modelo.—The Review and Herald, 17 de julio de 1894.
Los que enseñan hoy verdades poco populares no necesitan desanimarse si en ocasiones no son recibidos más favorablemente, aun por los que pretenden ser cristianos, de lo que lo fueron Pablo y sus colaboradores por la gente entre la cual trabajaron. Los mensajeros de la cruz deben velar y orar y seguir adelante con fe y ánimo, trabajando siempre en el nombre de Jesús.—Los Hechos de los Apóstoles, 186, 187.
Servicio Cristiano, pp. 297,298.
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