11 DE MARZO DE 2016 - 12:53
Por Philip Pullella y Tom Heneghan
CIUDAD DEL VATICANO (Reuters) - Tres años después de la elección del Papa Francisco, los conservadores católicos romanos están cada vez más preocupados de que esté deshaciendo el legado de sus predecesores.
La popularidad del Papa entre la mayoría de los católicos y muchos no católicos le ha dado una imagen de cura de parroquia que entiende lo difícil que resulta a veces seguir las enseñanzas de la Iglesia, particularmente las que tienen relación con la moralidad sexual.
A los conservadores les preocupa que detrás de esa gentil fachada se esconda un reformador peligroso que esté diluyendo la enseñanza católica sobre temas morales, como la homosexualidad y el divorcio, mientras se concentra en problemas sociales como el cambio climático y la desigualdad económica.
Entrevistas con funcionarios vaticanos, incluyendo a dos cardenales y un arzobispo, además de teólogos y comentaristas, resaltaron los temores de conservadores de que las palabras y obras del Papa Francisco puedan perturbar a la Iglesia de 1.200 millones de fieles.
Las conversaciones en blogs conservadores a menudo acusan al pontífice argentino de propagar confusión doctrinal y aislar a los que se ven a sí mismos como guardianes de la fe.
"Me voy a la cama. Despiértenme cuando este pontificado haya terminado", publicó en Twitter el mes pasado Damien Thompson, coeditor del semanario británico "The Spectator" y comentarista católico conservador.
Tras declaraciones espontáneas en que Francisco criticó la postura sobre la inmigración del precandidato presidencial republicano estadounidense Donald Trump, y comentarios que fueron interpretados como una apertura al uso de anticonceptivos para detener la propagación del virus Zika, muchos conservadores sienten nostalgia de los días de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
"Cada vez que pasa esto me pregunto si se da cuenta de la confusión que está causando", comentó un cardenal conservador con sede en Roma que participó en el cónclave que eligió a Francisco hace tres años y que habló bajo condición de anonimato.
"Estos comentarios alarman no sólo a los sacerdotes con mentalidad tradicional, sino incluso a los liberales que se han quejado conmigo de personas que los cuestionan sobre temas muy directos, diciendo 'el Papa me permitiría hacer esto, ¿por qué usted no?'", dijo otro alto funcionario, un arzobispo en un ministerio vaticano.
Otro importante duelo entre conservadores y progresistas podría darse tan pronto como a mediados de marzo, cuando Francisco emita un documento llamado un Exhorto Apostólico tras dos años de debate y dos grandes reuniones con obispos para discutir sobre la familia, que es la forma en que el Vaticano se refiere a sus políticas sobre el sexo.
El ejercicio finalmente se centrará en un punto de controversia: si los católicos divorciados que se vuelven a casar fuera de la Iglesia pueden recibir la comunión durante la misa. Para los conservadores, cualquier cambio podría minar el principio de indisolubilidad del matrimonio establecido por Jesús.
(Reporte de Tom Heneghan desde París. Editado en español por Patricio Abusleme)
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Por Philip Pullella y Tom Heneghan
CIUDAD DEL VATICANO (Reuters) - Tres años después de la elección del Papa Francisco, los conservadores católicos romanos están cada vez más preocupados de que esté deshaciendo el legado de sus predecesores.
La popularidad del Papa entre la mayoría de los católicos y muchos no católicos le ha dado una imagen de cura de parroquia que entiende lo difícil que resulta a veces seguir las enseñanzas de la Iglesia, particularmente las que tienen relación con la moralidad sexual.
A los conservadores les preocupa que detrás de esa gentil fachada se esconda un reformador peligroso que esté diluyendo la enseñanza católica sobre temas morales, como la homosexualidad y el divorcio, mientras se concentra en problemas sociales como el cambio climático y la desigualdad económica.
Entrevistas con funcionarios vaticanos, incluyendo a dos cardenales y un arzobispo, además de teólogos y comentaristas, resaltaron los temores de conservadores de que las palabras y obras del Papa Francisco puedan perturbar a la Iglesia de 1.200 millones de fieles.
Las conversaciones en blogs conservadores a menudo acusan al pontífice argentino de propagar confusión doctrinal y aislar a los que se ven a sí mismos como guardianes de la fe.
"Me voy a la cama. Despiértenme cuando este pontificado haya terminado", publicó en Twitter el mes pasado Damien Thompson, coeditor del semanario británico "The Spectator" y comentarista católico conservador.
Tras declaraciones espontáneas en que Francisco criticó la postura sobre la inmigración del precandidato presidencial republicano estadounidense Donald Trump, y comentarios que fueron interpretados como una apertura al uso de anticonceptivos para detener la propagación del virus Zika, muchos conservadores sienten nostalgia de los días de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
"Cada vez que pasa esto me pregunto si se da cuenta de la confusión que está causando", comentó un cardenal conservador con sede en Roma que participó en el cónclave que eligió a Francisco hace tres años y que habló bajo condición de anonimato.
"Estos comentarios alarman no sólo a los sacerdotes con mentalidad tradicional, sino incluso a los liberales que se han quejado conmigo de personas que los cuestionan sobre temas muy directos, diciendo 'el Papa me permitiría hacer esto, ¿por qué usted no?'", dijo otro alto funcionario, un arzobispo en un ministerio vaticano.
Otro importante duelo entre conservadores y progresistas podría darse tan pronto como a mediados de marzo, cuando Francisco emita un documento llamado un Exhorto Apostólico tras dos años de debate y dos grandes reuniones con obispos para discutir sobre la familia, que es la forma en que el Vaticano se refiere a sus políticas sobre el sexo.
El ejercicio finalmente se centrará en un punto de controversia: si los católicos divorciados que se vuelven a casar fuera de la Iglesia pueden recibir la comunión durante la misa. Para los conservadores, cualquier cambio podría minar el principio de indisolubilidad del matrimonio establecido por Jesús.
(Reporte de Tom Heneghan desde París. Editado en español por Patricio Abusleme)
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