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Wednesday, April 16, 2008

NUEVOS VIENTOS ECUMENICOS

Nuevos vientos ecumenicos
¿Podrá el Foro Cristiano Mundial unir a las iglesias?

Soplan nuevos vientos en el ámbito cristiano, con potencial como para transformar el movimiento ecuménico. ¿Cómo deberíamos los adventistas —siempre interesados en los eventos del fin— relacionarnos con ellos?

Del 6 al 9 de noviembre de 2007, unos 250 líderes cristianos de más de setenta naciones acudieron a Limuru, Kenia. Este grupo extremadamente diverso, que se reunió bajo el título de Foro Cristiano Mundial (GCF), fue parte de un encuentro por demás significativo. Por primera vez, pentecostales y evangélicos se sentaron a dialogar con católicos, protestantes, ortodoxos y representantes de las iglesias africanas. Muchos calificaron a este encuentro como histórico ya que fue algo sin precedentes.

El evento se produjo en vísperas del sexagésimo aniversario del Concilio Mundial de Iglesias (WCC). Desde 1948, cuando se creó con la esperanza de unir a las iglesias, han ocurrido grandes cambios en el mundo cristiano:



UNIDOS EN ORACIÓN:
El encuentro del Foro Cristiano Mundial en Limuru, Kenia, estuvo caracterizado por cultos animados y la interacción de los presentes.
El centro de gravedad se ha desplazado. Europa y los Estados Unidos han dejado de ser un eje y se han estancado, mientras que el cristianismo está creciendo velozmente en África y Asia. En la actualidad, en el hemisferio sur hay cuatro veces más cristianos que en el norte (u “Occidente”). Los misioneros del sur también ya han superado a sus colegas occidentales.

Sin embargo, deberíamos notar un cambio aún más importante. El cristianismo “del sur” es mucho más conservador que el de las iglesias “principales” –que conforman la mayor parte del WCC. Otorga mayor autoridad a las Escrituras, posee una comprensión integral del mundo natural y sobrenatural, y brinda un papel mucho más prominente a la doctrina y experiencia del Espíritu Santo.

El movimiento evangélico ha llegado a ser una fuerza mundial, traspasando las barreras denominacionales. Los evangélicos, más allá de su iglesia en particular, están unidos por su creencia en la confiabilidad de la Biblia, en la obra expiatoria de Cristo por su muerte en la cruz, en la necesidad de conversión y evangelismo, y en la segunda venida. La Alianza Evangélica Mundial afirma estar conformada por 420 millones de cristianos.

Los pentecostales crecen con mayor rapidez. En su manifestación moderna, el movimiento comenzó en 1904 en Los Ángeles, Estados Unidos, como una franja marginal dentro del cristianismo. Era un movimiento de reavivamiento que apelaba a los pobres y era despreciado por la sociedad, pero se extendió a todo el mundo. No tiene estructura u organización unificada, sino más bien se centra en la congregación, enfatizando la experiencia personal del Espíritu Santo. Como es difícil definir con claridad lo que significa ser pentecostal, las estimaciones de la fortaleza del movimiento varían mucho. Sin embargo, en general los observadores están de acuerdo en que los pentecostales-carismáticos suman más de quinientos millones.

El cristianismo ha tenido un crecimiento explosivo en el África. El movimiento carismático ha dado origen a nuevas iglesias autóctonas conocidas como las Iglesias Instituidas Africanas; cuentan con congregaciones más allá de sus fronteras nacionales, llegando inclusive a Europa y América. Ofrecen una religión de celebración, y utilizan símbolos, música y danzas que reflejan la cultura africana. Es probable que este movimiento cuente con cien millones de seguidores.

Estos cambios sustanciales se produjeron debido a que los evangélicos se desencantaron cuando en la asamblea mundial de 1968, llevada a cabo en Upsala, Suecia, la organización giró bruscamente hacia la acción social y la política. Los pentecostales, inicialmente despreciados por las iglesias tradicionales, albergan hostilidad hacia el movimiento ecuménico representado por el WCC; las nuevas iglesias africanas y el WCC tienen muy poco en común.


Desde 1948 cuando se creó el Concilio Mundial de Iglesias con la esperanza de producir nexos, han ocurrido grandes cambios en el mundo cristiano.

Hoy día, sesenta años después de su fundación, el WCC está en búsqueda de su identidad. En los últimos veinte años, tanto su personal como su presupuesto se han visto drásticamente reducidos. La organización no ha logrado atraer a grupos que representen a cantidades importantes de cristianos y a pesar de sus más sinceros esfuerzos, las iglesias que lo conforman no han podido alcanzar el requisito básico de aceptarse mutuamente en el amor de Cristo.

Con este trasfondo, en 1998 se concibió el concepto de Foro Cristiano Mundial (GCF). Hubert van Beek, que trabajó largo tiempo en el WCC, pasó los siguientes nueve años como planificador y organizador del evento que finalmente se llevó a cabo en noviembre pasado. Fue asistido por una comisión directiva conformada básicamente por voluntarios pertenecientes a diversas tradiciones. Mel Robeck, un pentecostal que es profesor de historia eclesiástica del Seminario Fuller en California, tuvo un papel clave para convencer a muchos líderes pentecostales que debían asistir al GCF.

Las ideas del GCF fueron probadas en primer lugar en encuentros regionales en diversas partes del mundo. La comisión directiva concluyó que la única forma en que los pentecostales se sentirían cómodos como miembros, sería en caso que se garantizara que ellos y los evangélicos conformaran al menos el cincuenta por ciento de todos los presentes. Esto es lo que en efecto sucedió en Kenia. Los pentecostales fueron el grupo más numeroso y tuvieron un papel principal en las sesiones plenarias y grupos de discusión. Los dos trabajos principales presentados en los plenarios pertenecieron a eruditos pentecostales.

El GCF se reunió durante cuatro días cerca de Nairobi, en un complejo perteneciente al Concilio Nacional de Iglesias de Kenia. El WCC y sus socios financiaron la mayor parte del evento y los organizadores pagaron los gastos de muchos de los asistentes. Tres adventistas estuvieron presentes: John Graz, director de Relaciones Públicas y Libertad Religiosa de la Asociación General; John Kakembo, director Ministerial de la División del África Central-Oriental con sede en Nairobi y quien escribe este artículo.

El expreso propósito del GCF fue “crear un espacio donde los representantes de una amplia gama de iglesias y organizaciones interdenominacionales, que confiesan al Dios de la Trinidad y a Jesucristo como perfecto en su divinidad y humanidad, puedan juntarse para fomentar el respeto mutuo y explorar y enfrentar juntos, desafíos comunes”. A diferencia de las reuniones ecuménicas del pasado, en el GCF el elemento afectivo (emocional) jugó una parte destacada. Los cultos de adoración, a excepción del ortodoxo, fueron animados. Los africanos brindaron un sabor distintivo al encuentro.

Para muchos, el punto culminante se produjo el primer día. Los asistentes se dividieron en grupos preasignados de treinta personas y cada uno tuvo quince minutos para dar un testimonio de su relación personal con Cristo. Resultó muy poderoso y emocionante escuchar los elementos comunes del llamado y la intervención divina, sin importar la tradición religiosa de cada uno. En estos grupos se derribaron las barreras denominacionales; los días restantes, la actividad se construyó sobre la buena voluntad ya establecida.



AMPLIA REPRESENTACIÓN:
Entre los asistentes al Foro Cristiano Mundial hubieron delegados del Ejército de Salvación, la Asamblea de Dios, la Iglesia Ortodoxa de los EE.UU., el Concilio Mundial de Iglesias, el Concilio Pontificio para la Promoción de la Unidad Cristiana y la Asociación de Comunicadores cristianos.
El GCF pasó su último día y medio evaluando lo que había sucedido y tratando de determinar el rumbo a partir de esa instancia. Los asistentes expresaron su aprecio por el evento, que consideraron un avance, e instaron a: mantener las estructuras al mínimo, que el GCF evite llegar a ser una nueva organización, que el proceso continúe en los niveles regionales y locales, y que se reconstituya y agrande la comisión de planificación del GCF. En el futuro se determinará si es preciso realizar otro encuentro mundial.

La mayoría de los presentes se fueron entusiasmados. Sintieron que habían sido parte de algo especial, acaso histórico. ¿Será el GCF visto a partir de ahora como un hito frente al fracaso del WCC y del antiguo ecumenismo, y como parte de un nuevo e impredecible ecumenismo? El tiempo lo dirá.

La reacción de los adventistas a estos vientos de cambio requiere estar alertas y realizar un cuidadoso análisis. Nunca hemos sido miembros del WCC y nos hemos mantenido a distancia del ecumenismo defendido por la organización. Para nosotros, el sentido de la misión a todo el mundo, ordenada por Dios, no puede verse debilitada o comprometida por la vinculación con otros organismos cristianos. No asumimos el papel de jueces: simplemente nos concentramos en nuestra misión y dejamos que otros respondan al Señor por el llamado recibido.

Es verdad que también deseamos la unidad de los creyentes por la cual oró Cristo antes de ir a la cruz. Sin embargo, ésta debería ser una unidad ¿sobre qué base? ¿A qué precio? Para nosotros, la unidad cristiana solo puede producirse a partir de creencias compartidas basadas en la Biblia.

Asimismo, nuestra comprensión de la historia y la profecía nos hace dudar de las coaliciones cristianas. A menudo éstas han resultado en la coerción de la conciencia, y Apocalipsis 13 señala un movimiento similar justo antes de la venida de Cristo.

Felicitamos a los hombres y mujeres de buena voluntad de todo el mundo. Durante unos ochenta años, el reglamento de nuestra iglesia ha declarado: “Reconocemos a los organismos que ensalzan a Cristo ante los hombres como parte del plan divino de evangelización al mundo, y tenemos en gran estima a los cristianos de otras comuniones que se dedican a ganar almas para Cristo” (p. 110). Llevamos a cabo diálogos teológicos con otras iglesias, buscando comprender y ser comprendidos. Cuando es posible, trabajamos juntos en proyectos de libertad religiosa y ayuda a los necesitados, así como Elena de White se unió en sus días con otros organismos cristianos para luchar contra el tráfico del alcohol.

Con alegría adoramos junto a otros cristianos, orando con y por ellos, y sus ministros. En esto los adventistas estamos mucho más adelantados que las iglesias del WCC: todos son bienvenidos a la mesa del Señor, no importa su denominación. Ese es el tipo de ecumenismo —y solo ese— en el que nos sentimos libres de participar.