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Friday, March 6, 2009

Evítense los Conflictos Laborales

Evítense los Conflictos Laborales



SE APROXIMA rápidamente el tiempo cuando el poder de las uniones laborales será muy opresivo. Una vez y otra el Señor ha instruido a los miembros de su pueblo a que saquen sus familias de las ciudades y las lleven al campo, donde puedan cultivar sus propias provisiones, porque en el futuro el problema de comprar y de vender será muy serio. Ahora deberíamos prestar atención a la instrucción que se nos ha dado vez tras vez: Salid de las ciudades e id a los distritos rurales, donde las casas no están apiñadas unas al lado de otras, y donde estaréis libres de la interferencia de los enemigos (Carta 5, 1904).

Evitad las luchas partidistas

Los hombres se han unido para oponerse al Señor de los ejércitos. Estas confederaciones continuarán hasta que Cristo deje su lugar de intercesión ante el trono de la misericordia, y se coloque las vestimentas de la venganza. Los instrumentos satánicos están en cada ciudad, ocupados en organizar en partidos a aquellos que se oponen a la ley de Dios. Santos profesos e incrédulos declarados toman posiciones en esos partidos. Este no es el momento cuando el pueblo de Dios ha de manifestar debilidad. No podemos permitirnos estar desprevenidos ni por un momento (Testimonios, tomo 8, pág. 42; 1904). 162 Las uniones laborales constituirán una de las agencias que traerán sobre esta tierra un tiempo de angustia como nunca ha habido desde que el mundo fue creado (Carta 200, 1903).



En conflicto con los gremios de obreros


La obra del pueblo de Dios consiste en prepararse para los acontecimientos del futuro, los que pronto lo sobrecogerán con fuerza abrumadora. En el mundo se formarán monopolios gigantescos. Los hombres se vincularán en uniones que los envolverán en el redil del enemigo. Unos pocos hombres se unirán para apoderarse de todos los medios que puedan obtenerse en ciertas líneas de negocio. Se formarán gremios de obreros y los que rehúsen unirse a ellos serán hombres marcados (Carta 26, 1903).

Preparación para el acontecimiento

Las uniones laborales y las confederaciones del mundo son una trampa. Hermanos, no participéis en ellas, y manteneos lejos de ellas. No tengáis nada que ver con ellas. A causa de estas uniones y confederaciones, muy pronto será muy difícil para nuestras instituciones llevar a cabo su obra en las ciudades. Mi advertencia es: Salid de las ciudades. No edifiquéis sanatorios en las ciudades. Educad a los integrantes de nuestro pueblo para que salgan de las ciudades y vayan al campo, donde pueden obtener porciones pequeñas de tierra y construir un hogar para ellos y sus hijos...

Nuestros restaurantes deben estar en las ciudades, porque de otro modo los obreros que trabajan en ellos no podrían alcanzar a la gente y enseñarles los principios que rigen la vida sana. Y por ahora tenemos que utilizar salones de reuniones en las ciudades. Pero dentro de no mucho tiempo habrá tal contienda y confusión en las ciudades, que aquellos que deseen salir de ellas no podrán hacerlo. Debemos estar preparados para estos acontecimientos. Esta es la luz que el 163 cielo me ha dado (General Conference Bulletin [Boletín de la Asociación General], 6 de abril de 1903).

Para mantener nuestra individualidad

Durante años se me han dado instrucciones especiales según las cuales no debemos centralizar nuestra obra en las ciudades. Los disturbios y la confusión que llenan esas ciudades, las condiciones producidas por las uniones laborales y las huelgas, constituirán un gran estorbo para nuestra obra. Los hombres están buscando poner bajo el control de ciertas uniones a los que trabajan en diferentes oficios. Esto no es el plan de Dios, sino que es el plan de un poder que no deberíamos reconocer de ningún modo. La Palabra de Dios se está cumpliendo. Los impíos se están uniendo en atados listos para ser quemados.

Debemos utilizar ahora todas las facultades que se nos han confiado para dar el último mensaje de amonestación al mundo. En esta hora debemos mantener nuestra individualidad. No hemos de unirnos con sociedades secretas ni con uniones laborales. Debemos permanecer libres en Dios, y volvernos constantemente a Cristo en busca de instrucción. Debemos realizar todos nuestros movimientos con la comprensión de la importancia de la obra que debe cumplirse para Dios (Testimonies, tomo 7, pág. 84; 1902).

Desprecio del Decálogo

Estas uniones constituyen una de las señales de los últimos días. Los hombres están siendo unidos en atados listos para ser quemados. Puede ser que sean miembros de la iglesia, pero mientras pertenezcan a esas uniones, no pueden guardar los mandamientos de Dios, porque el pertenecer a esas uniones significa despreciar todo el Decálogo.

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo" (Luc. 10: 27). Estas 164 palabras resumen todo el deber del hombre. Implican la consagración de todo el ser: el cuerpo, el alma y el espíritu, al servicio de Dios. ¿Cómo pueden los hombres obedecer estas palabras, y al mismo tiempo prometer apoyar aquello que priva a su prójimo de la libertad de acción? ¿Y cómo pueden los hombres obedecer estas palabras, y formar combinaciones que privan a las clases más pobres de las ventajas que les pertenecen con justicia, y les impiden comprar o vender, a no ser bajo ciertas condiciones? (Carta 26, 1903).

Uniones que se han formado o que se formarán

Los que pretenden ser hijos de Dios en ningún caso deberían unirse a las uniones laborales que están formadas o que se formarán. El Señor lo prohíbe. ¿No pueden ver aquellos que estudian las profecías lo que hay delante de nosotros? (Carta 201, 1902).

Mensajes Selectos Tomo 2, E. G. W., p. 161-166.

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