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Wednesday, June 24, 2009

Prohibido Comprar O Vender



Y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. (Apoc. 13: 17).


Se acerca el tiempo en que no podremos vender a ningún precio. Pronto se promulgará el decreto que prohibirá a los hombres comprar o vender si no tienen la marca de la bestia.*
En el último gran conflicto de la controversia con Satanás, los que sean leales a Dios se verán privados de todo apoyo terrenal. Porque se niegan a violar su ley en obediencia a las potencias terrenales, se les prohibirá comprar o vender.

Mientras profesen estar aliados con el Cielo y pretendan tener carácter de cordero, los poderes religiosos mostrarán por sus hechos que tienen corazón de dragón y que son inspirados y dominados por Satanás. Se acerca el tiempo cuando el pueblo de Dios será perseguido porque santifica el séptimo día.

Vendrá el tiempo cuando los guardadores de los mandamientos no podrán comprar ni vender. Apresuraos en desenterrar vuestros talentos. Si Dios nos ha confiado dinero, mostraos fieles a vuestro cometido; desatad vuestro envoltorio y enviad vuestros talentos a los cambistas, para que cuando Cristo venga reciba lo suyo con usura. En la última crisis, antes que esta obra termine, miles de pesos serán alegremente puestos sobre el altar. Los hombres y las mujeres considerarán que es un bendito privilegio participar en la obra de preparar almas para que estén de pie en el gran día de Dios, y darán centenares con tanta facilidad como ahora dan pesos. Si el amor de Cristo ardiera en los corazones de los que pretenden ser sus hijos, veríamos hoy manifestarse el mismo espíritu. Si comprendieran cuán cerca está el fin de toda tarea que se realiza por la salvación de las almas, sacrificarían sus posesiones tan generosamente como lo hicieron los miembros de la iglesia primitiva. Trabajarían por el progreso de la causa de Dios con el mismo fervor con que los mundanos trabajan para adquirir riquezas. Se ejercería tacto y habilidad, y se trabajaría con fervor y abnegación para adquirir medios, no para acumularlos, sino para depositarlos en la tesorería del Señor.



Maranata, E. G. White, p.181

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