Envíame, Señor, donde tú quieras;
a la cima del valle, o a la cumbre;
donde tú quieras que tu luz alumbre,
ya entre mansas ovejas o entre fieras. Do tu quieras que vaya, iré, Dios mío,
a lugares de fuentes cristalinas
o a desiertos de abrojos y de espinas
donde falten la lluvia y el rocío.
Envíame Señor, que iré contento
y haré tu voluntad gustosamente,
más dame que tu espíritu me aliente
y tu faz pueda ver cada momento.
Pues la luz de tu rostro cambia en flores
de exquisita fragancia los abrojos,
en fraternos abrazos los enojos,
y la noche terrífica en fulgores.
Mas si tú, oh, Señor, no has de ir conmigo
no me saques de aquí, pues de otro modo
mi fuerza y mi valor, serán el lodo
que pise a voluntad el enemigo.
-Agustin Ruiz
"La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos". Ellen G. White.
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Wednesday, August 19, 2009
Envíame, Señor, donde tú quieras
Envíame, Señor, donde tú quieras
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