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Tuesday, August 18, 2009

¿Se tomó la pastilla? Los chips le contarán a su doctor

AUGUST 18, 2009, 12:04 A.M. ET

En EE.UU., desarrollan nuevas tecnologías para monitorear a pacientes; a los críticos les preocupa el tema de la privacidad

Por Don Clark

Los hospitales son lugares costosos. Pero Andrew Thompson espera que su empresa pueda ayudar a que la gente acuda menos a ellos, empezando por Estados Unidos.

Su nueva empresa, Proteus Biomedical Inc., en la meca tecnológica de Silicon Valley, está probando un chip miniatura digerible que puede adherirse a medicamentos convencionales y enviar una señal que confirma si los pacientes tomaron las pastillas recetadas. Un aparato con sensores que se usa en la piel utiliza tecnología inalámbrica para transmitir esa información a doctores, junto con lecturas de los signos vitales de los pacientes.

Thompson predice que la tecnología de Proteus generará abundante información sobre la evolución de los pacientes y el impacto de los medicamentos que toman. Los médicos podrían decidir intervenir, por ejemplo, cuando noten que un paciente cardíaco no duerme bien o toma dosis incorrectas, problemas que podrían llevar a una insuficiencia cardíaca congestiva.

Proteus no es la única. Decenas de empresas grandes y pequeñas en EE.UU. se están volcando a la tecnología inalámbrica para lograr lo que el gobierno del presidente Barack Obama y otros buscan conseguir a través de leyes: un sistema de salud que mantenga a la gente saludable por menos dinero.

"Las aplicaciones inalámbricas tienen el potencial de cambiar cada una de estas áreas", afirma Eric Topol, un cardiólogo y profesor de biotecnología y genética del Instituto de Investigación Scripps, durante un evento reciente de la industria en San Diego, California.

Topol, que también es director general de medicina del Instituto de Salud West Wireless, una entidad de investigación sin fines de lucro con sede en San Diego, cita un estudio de 2008 que fue distribuido por una coalición de empresas y organizaciones que apoyan una reforma del sistema de salud en EE.UU. El estudio estimó el ahorro anual conseguido con el monitoreo a distancia en US$10.100 millones para personas que sufren de insuficiencia cardíaca congestiva en EE.UU., US$6.100 millones para pacientes con diabetes y US$4.900 millones para aquellos con un caso de insuficiencia pulmonar obstructiva crónica.

Sin embargo, los supuestos ahorros de costos muchas veces no se concretan. Hay unos "pocos preciados" estudios nuevos que respaldan las promesas sobre el monitoreo a distancia, afirma Mark Holland, director ejecutivo de System Research Services, una firma de asesoría que se especializa en tecnología médica. Y si los reembolsos del seguro social o aseguradoras privadas no cubren el costo de los procedimientos de alta tecnología, los médcos y los hospitales no querrán adoptarlos.

Usar tecnología tiene el potencial de reducir costos de manera parcial porque parte de la infraestructura ya está instalada. Con más de 4.000 millones de celulares vendidos a la fecha, un gran porcentaje de la población mundial tiene acceso a aparatos y redes que pueden enviarles datos médicos a los doctores.


Conventis
Corventis desarrolla un sensor inalámbrico que monitorea a pacientes en movimiento en forma de una curita.
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Otro factor es la sofisticación cada vez mayor de los sensores. Triage Wireless Inc., una empresa nueva de San Diego, realiza pruebas a un aparato que se puede llevar puesto para medir de forma inalámbrica los signos vitales en habitaciones de hospital, incluida la capacidad de medir la presión sanguínea de forma continua, algo que se busca conseguir desde hace tiempo. Corventis Inc., de California, busca monitorear a los pacientes en movimiento con PiiX, un sensor que se asemeja a una curita y que incluye mediciones de la respiración, el estatus de fluidos y los movimientos físicos.

Los fabricantes de chips, que ven las aplicaciones médicas como un gran nuevo mercado, se apresuran por elevar la capacidad y reducir el costo de este tipo de aparatos.

Intel Corp. tiene equipos de investigadores que estudian aparatos para ayudar a cuidar a ancianos en sus hogares, entre ellos algo que llama la "alfombra mágica", una alfombra con sensores para rastrear cómo se mueve un paciente. El objetivo: recolectar datos para evitar caídas.

Estos avances, no obstante, provocan algunos temores. Por un lado hay preguntas sobre los costos. Los médicos que sólo cobran cuando los pacientes los visitan, por ejemplo, podrían no ser muy entusiastas a la hora de prescribir tecnología nueva que ahorra dinero a la larga al mantener a los pacientes en sus hogares, señala Holland. Por otro lado, hay temores sobre la seguridad y la privacidad, los cuales podrían causar demoras por motivos de regulación.

Thompson, de Proteus, no prevé que su tecnología esté disponible en EE.UU. hasta 2012, en parte debido a la revisión regulatoria.

El gobierno estadounidense está comprometiendo miles de millones de dólares para sistemas de tecnología que ayuden a los proveedores de salud a compartir información. Pero incrementar el acceso a los datos de los pacientes tiene el desagradable efecto secundario de que puedan caer en las manos equivocadas.

Según la ley de estímulo y otras propuestas del gobierno, partes de un fondo de US$29.000 millones están disponibles para reembolsar a hospitales y médicos que inviertan en sistemas de archivo electrónico y otro software que pueda mejorar la atención y reducir los costos de la cobertura médica. El gobierno ha hecho hincapié en la necesidad de aumentar la seguridad como parte de su iniciativa de digitalización, pero aún no ha propuesto mecanismos para proteger los datos.

Ahora, muchos defensores de la privacidad temen que el esfuerzo del gobierno pueda terminar por volver menos segura a la información sobre salud. "Si no se produce un esfuerzo concertado para admitir que los riesgos de seguridad son muy reales y muy serios entonces podríamos terminar cometiendo un error", asevera Avi Rubin, director técnico del Instituto de Seguridad de la Información de la Universidad de John Hopkins.

—Ben Worthen contribuyó a este artículo
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