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Friday, March 12, 2010

Una reunión de familia

La iglesia necesita de la colaboración de cada uno de nosotros

Kimberly Luste Maran

Existen iglesias de todo tipo: algunas son pequeñas, otras muy grandes. Algunas tienen grandes templos, otras se reúnen bajo los árboles. Algunas son imponentes, otras son amigables y afectuosas. No obstante, para que una iglesia tenga éxito más allá de su tamaño o emplazamiento, los miembros necesitan trabajar juntos y debido a ello son más felices.


Los que asistieron al congreso pudieron disfrutar de las presentaciones de feligreses de todo el mundo.





En la iglesia hay que realizar muchas tareas. Por ejemplo, ¿quién se encarga de pagar a tiempo las cuentas? ¿Quién colabora en la Escuela Sabática de niños? ¿Quién predica? ¿Quién recoge las ofrendas? ¿Quién participa del servicio comunitario? ¿Quién mantiene la limpieza y el orden de las instalaciones?

En cualquier congregación, todas estas tareas son importantes y, cuando son bien hechas, la iglesia suele convertirse en un lugar amigable y feliz. De tanto en tanto, los miembros se reúnen a analizar maneras de brindar un mejor servicio a la comunidad y a los mismos miembros, ensalzando el nombre de Cristo, compartiendo su mensaje y reflejando su amor. Es de vital importancia que los miembros dialoguen acerca de todos los temas que afectan a la iglesia y a la comunidad.

Su iglesia local representa a toda la Iglesia Adventista. Con más de diecisiete millones de miembros bautizados –y muchos otros, que sin estarlo, asisten a las reuniones cada sábado– la Iglesia Adventista es una inmensa familia.

Al igual que la congregación local, la iglesia mundial posee todo tipo de ministerios y reuniones especiales que garantizan que la tarea sea realizada de la mejor manera posible. Para brindar el mejor servicio a Dios y apresurar el retorno de Cristo, la iglesia tiene que funcionar bien. El encuentro más grande de análisis y planificación se llama Congreso de la Asociación General. Este evento –que reúne a delegados escogidos de todo el mundo durante casi dos semanas de intensas discusiones y toma de decisiones– se lleva a cabo cada cinco años en diversas sedes con capacidad para recibir a gran cantidad de asistentes.



El cibercafé del centro de convenciones siempre estuvo atestado.





En esta ocasión, se han seleccionado 2.488 delegados* de las trece Divisiones mundiales que representan las Asociaciones e iglesias. Estos delegados revisan los planes y reglamentos de la iglesia y modifican, quitan o añaden contenidos al Manual de iglesia (un documento que contiene información e instrucciones sobre la forma de operar). También eligen a los líderes para los puestos clave de liderazgo. Un delegado suele pasar ocho horas diarias en reuniones y actividades relacionadas con la sesión, a lo largo de los diez días del encuentro. Al igual que una piedra que cae en un curso de aguas tranquilas, las decisiones del Congreso de la Asociación General tienen efectos multiplicadores que pasan por todos los niveles, hasta llegar a la iglesia local.

Los líderes elegidos durante el congreso colaboran para que las trece Divisiones cumplan la misión de llevar más almas a los pies de Cristo y mantener informada, atendida e instruida a la feligresía ya existente. ¡Esta no es tarea pequeña! Estas personas, que provienen de todo el mundo, trabajan con ahínco recordando así la responsabilidad que han depositado en ellos quienes los han elegido.





Durante una sesión, los delegados votan por medio de tarjetas.



El último congreso se llevó a cabo en 2005 en St. Louis, Misuri, Estados Unidos. Este año, se realizará en Atlanta, Georgia, Estados Unidos, del 24 de junio al 3 de julio. Se espera que unas cincuenta mil personas de todo el mundo se trasladen hasta Atlanta para reunirse con sus hermanos y hermanas de todas partes. Jan Paulsen, presidente de la iglesia, dice que el evento implica mucho más que labores administrativas: «Se suele decir que este encuentro es un congreso administrativo de la iglesia mundial. Pero que no los confunda el término “administrativo”. En el centro de todo lo que hacemos, de todas las decisiones que tomamos, hay en realidad un solo objetivo: preparar y equipar mejor a la iglesia para la misión que Dios nos ha dado».

Todo lo que la iglesia hace es en último término para Jesús. Él es nuestro líder. Jesús quiere que les hablemos a otros de él. Quienes asisten al congreso, manifiestan que les recuerda un poco el cielo, debido a la presencia de tantos miembros de la familia de la iglesia que aman a Jesús. También se preguntan si ese será el último congreso, porque quieren que Jesús regrese pronto. Yo así lo espero; ¿y usted?

*Según la Secretaría de la AG, se han registrado 2.488 delegados.

Kimberly Luste Maran es editora asistente de la revista Adventist World.
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