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Monday, April 5, 2010

Puebla 79: La revolución marxista en la América Latina (1979-2009)


domingo 23 de agosto de 2009

Dedicamos este ensayo histórico-político a S. S. PÍO XII, de ilustre memoria, al cumplirse el 50º aniversario de su tránsito a la Gloria cómo Pontífice romano: 1939 – 9 de octubre – 1958: 2008

1.- “La misión de los jesuitas en el Tercer Mundo es crear el conflicto. Somos el único grupo poderoso del mundo que lo hace”. CÉSAR JEREZ S. J., provincial de Centroamérica 1976-1982, en una reunión de jesuitas en Boston, New England Jesuit News, abril, 1973.

2.-“Nosotros los cristianos somos a la vez hijos de una virgen y de una prostituta (IVAN ILLICH). Y creo que ésta es la verdad”.
ERNESTO CARDENAL, sacerdote y luego ministro de Cultura de Nicaragua sandinista, en la biografía de J. L. GONZÁLEZ BALADO, Salamanca, “Sígueme”, 1978, p. 23.

3.-“La teología de ustedes ayuda a la transformación de América latina más que millones de libros sobre marxismo”.
FIDEL CASTRO A LEONARDO BOFF y FREI BETTO en presencia del obispo español en Brasil, PEDRO CASALDÁLIGA, c.m.f., que reproduce admirativamente la frase en su libro Nicaragua, combate y profecía, Madrid, Ayudo, 1986, p. 134.

4.-“Así la planificación nacional de la Compañía de Jesús en Estados Unidos debería, tras el ejemplo de China, convertirse en una planificación internacional. Hacia la convergencia de problemas en todas las zonas del mundo en torno a un tema único: la construcción, en diferentes tiempos y formas, de una sociedad mundial comunista”.
Documento estratégico de un grupo de jesuitas holandeses – en colaboración internacional con otros jesuitas revolucionarios – publicado para debate interno en la revista oficial de la Compañía de Jesús en los Estados Unidos, National Jesuit News, abril, 1972.

5.-MIGUEL PORADOWSKI, “El Marxismo en la teología”, tercera edición, Santiago de Chile, 1981 – 1983 – 1986. 292 pp. Contraliberacionismo.

Nos referimos a la Tercera Conferencia Episcopal Latinoamericana en Puebla (México) del 27 de enero al 13 de febrero de 1979; la primera tuvo lugar en Río de Janeiro en 1955 y la segunda en Medellín en 1968 (1968-2008) y la última en Aparecida, Brasil, recientemente en 2007. Para ello nos proponemos contestar a la quaestio disputata: ¿cuál es la actualidad de Puebla frente a la invasión – no podemos llamar infiltración – de América hispana por el marxismo?
El porqué de esta pregunta es muy sencillo, pues el problema esencial de América Hispana, hic et nunc, es el avance la revolución marxista.

Cuando por primera vez se plantea el asunto de la revolución marxista-comunista en el año 1849 (En el pequeño folleto o panfleto de Federico Engels: Der Kommunistiche Katechismus, 1847. El título “catecismo” es muy elocuente. Los marxistas del final de siglo XIX lo cambiaron por Das Grundsaetze Kommunismus), se insiste en el carácter mundial de esta revolución marxista, es decir, que se trata de una revolución, es decir, que se trata de una revolución esencialmente universal, sosteniendo tanto horizontal (la extensión a todos los países) como también vertical (su extensión a todas las culturas). Setenta años más tarde, este principio de la universalidad de la revolución marxista es nuevamente planteado por Lenin, inmediatamente después de la toma del poder por los bolcheviques en Rusia zarista, y presentado bajo el nombre de la doctrina del Weltoktober. La doctrina marxista-leninista del Weltoktober, presentada en esta ocasión, es básicamente horizontal, es decir, se refiere a la absoluta necesidad de la extensión de la Revolución de Octubre bolchevique de Lenin, realizada en Rusia, a todo el mundo, pero su carácter universal, en el sentido de la dimensión también vertical (a todas las culturas) está bien subrayado por la otra doctrina que la acompaña, a saber: por la doctrina de la “revolución permanente”, tanto en presentación leninista como trotskista. (Véase: M. Poradowsi, La teoría de la “revolución permanente, en Estudios sobre el comunismo, nº 1, 1953). Para Lenin, no se trata solamente de un planteamiento doctrinal – según el cual el éxito o el fracaso de la revolución marxista en Rusia depende de su extensión a todo el mundo -, sino también de un planteamiento práctico, se pasa a la acción, a extenderla. De hecho, a todos los países, sirviéndose primeramente del aparato diplomático de la Unión Soviética e incluyendo a este propósito los correspondientes fondos en el presupuesto del Estado (véase “La filosofía del comunismo” de CHARLES J. MC FADDEN agustino, 2ª edición, Editorial Sever-Cuesta, Valladolid, 1961, 409 pp)) y después, organizando una red mundial de las secciones del partido único comunista (La doctrina de Lenin sobre el “partido único” no solamente respecto al régimen monopartidista en la Unión Soviética – donde no se admite la existencia de otros partidos políticos - , sino también respecto a todo el mundo, es decir, la existencia de UN SOLO partido comunista mundial, dirigido desde Moscú. Consulta a Lenin: Las tesis de Abril, 1917. Debe tener en cuenta que esta doctrina sobre el partido ÚNICO ha recibido un serio golpe por la aparición del trotskismo, titoísmo y maoísmo), como también por la invasión directa de los países vecinos por las fuerzas armadas soviéticas, como ha ocurrido con los países bálticos y con Polonia en 1920 y 1945.
Es evidente que la América Hispana no está excluida de este plan de conquista de todo el mundo por el imperialismo marxista-comunista. Al contrario, después de haber dominado y sojuzgado a muchos países europeos, asiáticos y africanos, el imperialismo comunista se ha extendido hoy día especialmente a América Hispana, (a través del “socialismo del siglo XXI”, por una parte), de manera que se puede hablar y se debe hablar de la segunda conquista de la América Latina, esta vez por el marxismo (como la primera fue por el cristianismo-europeo).

El “satánico azote” (es el nombre dado a la revolución marxista-comunista por el Papa PÍO XI en la encíclica Divini Redemptoris, 1937) de la actual revolución marxista-comunista tiene dos raíces: una, en el pensamiento de Karl Marx, formulado en relación con la cuestión judía (Karl Marx, Zur Judenfrage, 1843/4), y la otra en el movimiento comunista de la primera mitad del siglo XIX, vinculado con la cuestión obrera, cuando ambos movimientos revolucionarios se unen con la misma finalidad, es decir, la destrucción de la sociedad existente. Marx sale de su aislamiento y se une con los comunistas para explotar cínicamente la dinámica social del movimiento obrero. Las doctrinas y los movimientos comunistas modernos, vinculados con la cuestión obrera, aparecen en la primera mitad del siglo XIX, antes del nacimiento de Marx, y no tienen, en general, carácter ateo y materialista, haciéndose tales por su unión con el marxismo. Los marxistas de todos los tiempos van a seguir aplicando este “método” de Marx, buscando atentamente en cada sociedad alguna dinámica para explotarla a favor de la revolución. Como lo hacen en algunos países explotando la cuestión racial, o los conflictos entre las generaciones o entre las religiones, etc. Más todavía, recordemos que según el rabino Moisés Hess, el maestro de KARL MARX y de F. ENGELS, la principal dinámica de la revolución (marxisa) es siempre la lucha de razas. Véase al respecto, Moisés Hess: Rome and Jerusalem.

El avance de la revolución marxista-comunista en América hispana tropieza con una gran dificultad: la presencia de la religión católica-cristiana. Cuando fracasaron los esfuerzos de los comunistas para destruirla, aprendiendo la lección, se dieron cuenta que sería mejor servirse de ella. Así empieza la infiltración marxista dentro de la Iglesia Católica y el afán de adaptar la religión católica a las exigencias de la revolución marxista-leninista, haciendo un enorme esfuerzo para cambiar la religión cristiana-católica e instrumentalizarla. El espantoso proceso de marxistización del cristianismo en América hispana hace, en los últimos años, un extraordinario progreso, siendo amparado por muchos sacerdotes MARXISTAS e incluso por algunos obispos. Este proceso se disfraza bajo los nombres de los distintos nuevos métodos pastorales y de gran variedad de movimientos sacerdotales, vinculados con los partidos marxistas.

De esta manera, la satánica revolución marxista-comunista avanza rápidamente en América hispana, sin despertar la atención de la opinión pública, principalmente gracias al apoyo recibido por parte del clero marxista y por la vinculación de una parte de la Iglesia, infiltrada por el proceso revolucionario. Al respecto son muy ilustrativas las declaraciones hechas la a la prensa por el jesuita marxista Fernando Cardenal Martínez, ministro de educación del régimen sandinista (Ortega, Borje, y otros, FSLN) y hermano del trapense ebionita marxista Ernesto Cardenal Martínez, actual ministro de Cultura (¿) en el gobierno sandinista de Nicaragua a la agencia France Press y reproducidas por el diario O Estado de Söa Paulo (28 de julio de 1979), según cuales el triunfo de la revolución (marxista) en Nicaragua y la derrota del gobierno anticomunista de Anastasio Somoza se debe, ante todo, al apoyo que esta revolución ha recibido de parte de la Iglesia previamente bien infiltrada.

También otros males y problemas en el continente latinoamericano, en la mayoría de los casos, son los efectos de este avance de la revolución marxista, sea como creación artificial de muchas dificultades, sea por la intranquilidad (las guerrillas, el terrorismo, la subversión, las huelgas, etc.), que provoca la huida del capital e impide las inversiones extranjeras, sin las cuales el desarrollo económico y social no pude alcanzar el necesario nivel y amplitud,. En otras palabras, el avance de la revolución marxista es el primero y el más importante problema del continente latinoamericano. Y si es así, nos interesa saber: ¿Cuál es, frente al problema más vital de América hispana, la actitud de Puebla?

El término “Puebla” se refiere a dos realidades distintas, a saber: en primer lugar a un acontecimiento de gran importancia en la historia del continente latinoamericano y, especialmente, en la vida de la Iglesia en América hispana, es decir, la Tercera Conferencia Episcopal de América Latina y, en segundo lugar, el término “Puebla” se refiere a un documento elaborado por esta Conferencia y aprobado por la Santa Sede, el cual contiene las orientaciones pastorales para la Iglesia Hispanoamérica. Primeramente trataremos el tema Puebla como acontecimiento, Los temas: CELAM, Medellín, Los cristianos por el socialismo, Las teologías marxistas latinoamericanas de la Liberación, Los “tercermundistas”. Río Bamba. Crisis pastoral del episcopado de Colombia. La reunión de los obispos izquierdistas en Bogota. Camala. El tribalismo. La iglesia popular o iglesia del pueblo. La preparación oficial de la Conferencia de Puebla. La reunión en Puebla. Puebla como documento. Los protagonistas del componente marxista de la Teología de la Liberación en Puebla. Gustavo Gutiérrez Merino, Joseph Comblin, Mons. Leónidas Proaño, Cardenal Aloisio Lorscheider, Jean Goss, René Macaire y otros.


RECAPITULACIÓN

Dice RICARDO DE LA CIERVA en su libro “Oscura rebelión en la Iglesia” – Jesuitas, teología de la liberación, carmelitas, marianistas y socialistas: la denuncia definitiva. Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1987, 751 pp. 791, lo siguiente:
…En torno al Concilio Vaticano II (1962-1965) surgen en la Iglesia católica intensos movimientos de renovación (muchas veces positiva) combinados, como el trigo con la cizaña, con movimientos heterodoxos de CONTESTACIÓN y PROTESTA que gustan llamarse movimientos de liberación, cuyas raíces cabe detectar en las convulsiones de la posguerra mundial segunda, en la que comenzó su difícil andadura el confuso conjunto de pueblos que conocemos como el TERCER MUNDO, situado en medio de la antítesis de los otros dos mundos, convertidos desde los mismos años cuarenta en bloques estratégico enfrentados: el Primer Mundo, occidental y desarrollado, que es el mundo de la libertad política, económica y cultural; el Segundo Mundo, marxista-leninista, totalitario y expansivo. Los movimientos de liberación nacen con una componente estratégica más o menos oculta, que en algunas casos se ha podido revelar y comprobar fehacientemente, como para el movimiento PAX y su derivación IDO-C, invenciones del marxismo-leninismo para introducir la confusión y la lucha de clases en el seno de la Iglesia católica.

Los movimientos de liberación surgen sobre un conjunto de problemas reales y trágicos: el hambre, la miseria, la opresión y el subdesarrollo del Tercer Mundo, víctima del egoísmo y el imperialismo del Primero (y del Segundo), pero también víctima de la incompetencia y el egoísmo, todavía más feroz, de sus propias clases rectoras, incapaces de imitar el ejemplo de las clases rectoras del Extremo Oriente Libre – Japón, Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán, Singapur – que han logrado sacar a sus pueblos del Tercer Mundo a fuerza de dedicación, imaginación y trabajo. Pero el remedio que proponen los movimientos de liberación, implicados con el bloque marxista-leninista, es peor que la enfermedad: encerrar a los pobres del mundo en campos de concentración de ámbito nacional, como puede verse en los casos de Cuba y Nicaragua con pruebas abrumadoras y diarias, que sólo dejan de reconocer quienes viendo no ven y oyendo no oyen, por ejemplo, la televisión socialista española.

Los movimientos de liberación son tres, profundamente interconectado entre sí. Por orden cronológico de aparición en escena son éstos:
Primero, el movimiento Comunidades de base-Iglesia popular, que surgió en Brasil antes del Concilio (1962), y en diversos puntos de Europa; el origen fue apostólico en América, pero en Europa (y pronto en América) este primer movimiento fue articulado por grupos de sacerdotes contestatarios y antijerárquicos. La desembocadura de este movimiento – fortísimo – está muy clara: NICARAGUA y su Iglesia popular rebelde.

Segundo, la teología, que nace a finales de los años sesenta, en la estela de la Conferencia del Episcopado Iberoamericano en Medellín, Colombia, y se propone como pasto espiritual-intelectual y doctrinal para consumo de las comunidades revolucionarias de base. El origen de la teología es doble: surge ante las circunstancias tercermundistas de América, pero con fortísimo influjo doctrinal de la llamada teología progresista europea, y también de las corrientes marxistas y neomarxistas, influyentes además en los promotores de esa teología. La teología de la liberación, tal y como se ha desarrollado en los años setenta y ochenta, posee una componente específica marxista, más o menos acusada según los autores. Su portavoces más célebres son el sacerdote peruano GUSTAVO GUTIERREZ MERINO, el franciscano brasileño LEONARDO BOFF y el jesuita vasco, naturalizado en El Salvador, JON SOBRINO.

El tercer movimiento liberacionista es el de Cristianos por el Socialismo. Se trata de una organización de cuadros para la militancia cristiano-marxista que brotó en 1971-1972, durante la época ALLENDE en Chile, principalmente a impulsos del jesuita chileno GONZALO ARROYO.
Desde los primeros momentos la Santa Sede, así como las Iglesias de Europa y América, reaccionaron contra la trama liberacionista . PABLO VI marcó el camino con su encíclica Evangelii Nuntiandi en 1975 y JUAN PABLO II fijó definitivamente la posición de la Iglesia contra el liberacionismo marxista en la Conferencia del Episcopado de PUEBLA, México, en 1979 (se cumplen 30 años), precisamente el año en que la estrategia cristiano-marxista, alentada desde Cuba a partir de 1959, (se cumplen 50 años), lograba su resonante triunfo de Nicaragua, cabeza de puente de la estrategia soviética en Centroamérica.

El viaje martirial de JUAN PABLO a Centroamérica, incluida Nicaragua, en 1983, marcó el comienzo de una eficaz contraofensiva doctrinal de la Santa Sede, que señaló las aberraciones marxistas de GUSTAVO GUTIÉRREZ MERINO en ese mismo año y frenó en seco los desbordamientos de LEONARO BOFF – que introducía teórica y prácticamente la lucha de clases en el seno de la Iglesia – mediante duras actuaciones en 1985. El año anterior la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe repudiaba la teología de la liberación en un documento clarísimo que los liberacionistas rechazaron unánimemente como si no les concerniese. Variaron su actitud ante el Segundo documento, que surgió en la primavera de 1986, al que pretendieron interpretar como una concesión de Roma cuando se trataba DE UNA CONFIRMACIÓN EN REGLA DEL PRIMER DOCUMENTO.

Nuestra tesis más discutida, y para nosotros cada vez MAS CLARA (1987-2009), es que la Compañía de Jesús ha sido UN FACTOR ESENCIAL de promoción y coordinación para los movimientos liberacionistas, gracias a una hondísima crisis interna que la ha sacudido durante el generalato del padre ARRUPE que coincide con la etapa posconciliar de la Iglesia. Los JESUITAS PROGRESISTAS, prácticamente escindidos de los IGNACIANOS , a quienes oprimen férreamente después de haber tomado el poder en la Orden, han animado el movimiento Comunidades de base, han situado a uno de sus miembros en el gobierno marxista-leninista de Nicaragua (FERNANDO CARDENAL MARTÍNEZ S. J.), han abierto el camino de Cristianos por el Socialismo, dirigen la estrategia liberacionista en Centroamérica a través de su Universidad Centroamericana en San Salvador, y han establecido tupidas redes de apoyo logístico al liberacionismo en Estados Unidos y en España. Para esta actividad que desdice de su ejecutoria secular, la Compañía de Jesús, sector progresista, se ha convertido en la oposición a la Santa Sede, con una auténtica prostitución histórica de su cuarto voto de obediencia especial. La Santa Sede – los tres últimos Papas – ha reaccionado durisímamente contra esta actitud, como es hemos demostrado con documentos a veces inéditos en nuestro primer libro, (Jesuitas, Iglesia y marxismo), y seguiremos demostrando en el actual.

HASTA AQUÍ, UNA BREVE RESEÑA, del profesor RICARDO DE LA CIERVA en 1987.




Instituto Eremita Urbanus, Córdoba, 5 de Agosto del Año del
Señor de 2008

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 68
Instituto Eremita Urbanus
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Publicado por Antoine en domingo, agosto 23, 2009 .

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