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Saturday, April 10, 2010

¡Tocad la alarma!


Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano. (Joel 2: 1).


Ahora debemos concentrar nuestra atención en las cosas que conciernen a nuestro bienestar eterno. No podemos dar a las cosas celestiales el segundo lugar. . . Los juicios de Dios están en la tierra. Dirigen una solemne amonestación diciendo: "También vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis" (Mat. 24: 44).

Hay muchos, muchos en nuestras iglesias que saben poco del verdadero significado de la verdad para este tiempo. Yo los exhorto a no descuidar el cumplimiento de las señales de los tiempos, que dicen tan claramente que el fin está cerca. ¡Oh, cuántos que han procurado la salvación de su alma emitirán pronto esta amarga queja: "Pasó la siega, terminó el verano, y mi alma no está salvada"!

Estamos viviendo durante las escenas finales de la historia de esta tierra. La profecía se cumple rápidamente. El tiempo de prueba está pasando velozmente. No tenemos tiempo que perder, ni un solo momento. Nadie debe encontrarnos durmiendo en nuestro puesto. Nadie debe decir en su corazón o por medio de sus obras: "Mi Señor tarda en venir". Resuene en fervientes palabras de amonestación el mensaje del pronto retorno de Cristo. Persuadamos a hombres y mujeres por doquier que se arrepientan y huyan de la ira venidera. Instémoslos a prepararse inmediatamente. . . Salgan predicadores y miembros laicos a los campos maduros. Hallarán su mies doquiera proclamen las olvidadas verdades de la Biblia. Hallarán a los que han de aceptar la verdad y han de dedicar sus vidas a ganar almas para Cristo.

El Señor viene pronto, y debemos estar preparados para salir a su encuentro en paz. Resolvamos hacer todo lo que podamos para impartir luz a los que nos rodean. No debemos estar tristes, sino gozosos, y debemos tener al Señor Jesús siempre delante de nosotros.. . Debemos estar listos y esperar su venida. ¡Cuán glorioso será verle y recibir la bienvenida como sus redimidos! Hemos esperado mucho, pero nuestra fe no debe menguar. Si sólo podemos ver al Rey en su hermosura, seremos benditos para siempre. Siento que debo gritar: "¡Al hogar!" Se acerca el tiempo cuando Cristo vendrá con poder y gran gloria para llevar a sus redimidos a su eterno hogar.

Maranata, E.G. White, p. 104.
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