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Wednesday, June 9, 2010

LA CORRUPCIÓN DE LA VERDAD


Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. (Mat. 24: 23).


Antes que ocurran los acontecimientos finales de la obra de la apostasía, habrá una gran confusión en lo que concierne a la fe. No habrá conceptos claros y definidos con respecto al misterio de la Divinidad. Una verdad tras otra se irá corrompiendo.

Después que la verdad haya sido proclamada por testimonio a todas las naciones, comenzará a actuar todo medio concebible de maldad, y las mentes serán confundidas por muchas voces que clamarán: "¡He aquí el Cristo! ¡Helo allí ! ¡Esta es la verdad! Yo tengo el mensaje de Dios; él me ha enviado con gran luz". Entonces se removerán los hitos y se tratará de derribar las columnas de nuestra fe. Se hará un esfuerzo más decidido para exaltar el falso día de reposo y despreciar a Dios mismo al reemplazar el día que él bendijo y santificó. Se pondrá en vigencia la observancia de este falso día de reposo mediante una ley opresiva.

En el futuro surgirán engaños de toda clase, y necesitaremos tierra firme para nuestros pies. Necesitamos sólidas columnas para el edificio. Ni un alfiler ha de quitarse de lo que el Señor ha establecido. El enemigo introducirá falsas teorías, como la doctrina de que no existe el santuario. Este es uno de los puntos en que algunos se apartarán de la fe.

Habrá sueños falsos y visiones espurias, que tendrán una parte de verdad, pero que alejarán de la fe original. El Señor ha dado una regla para detectarlos: "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido".

A medida que nos acerquemos al tiempo de el fin, el error estará tan mezclado con la verdad que solo los que cuenten con la dirección del Espíritu Santo podrán distinguir al uno de la otra. Debemos hacer todo esfuerzo que sea necesario para mantenemos en el camino del Señor. En ningún caso debemos apartamos de su conducción para depositar nuestra confianza en el hombre. Los ángeles del Señor tienen orden de vigilar estrictamente a los que confían en el Señor, y ellos han de ser nuestro especial auxilio en todo tiempo de necesidad. Cada día debemos ir al Señor en plena certidumbre de fe y acudir a él en procura de sabiduría... Los que sean guiados por la Palabra de Dios discernirán con seguridad entre el error y la verdad, entre el pecado y la justicia.
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Maranata, E. G. White, p.190.

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