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Saturday, June 18, 2011

Preparémonos para el día de prueba

Los ministros y el pueblo necesitan el poder convertidor y la gracia antes que puedan subsistir en el día del Señor. El mundo está aproximándose rápidamente a ese grado de iniquidad y depravación humanas que harán necesaria la intervención de Dios. Y en ese tiempo los que profesan seguirle deben ser tanto más notados por su fidelidad a su santa ley. Su oración debe ser como la de David: "Tiempo es de hacer, oh Jehová; disipado han tu ley." (Sal. 119: 126.) Por su conducta dirán: "Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro." (Sal. 119: 127.) El mismo desprecio que se manifiesta hacia la ley de Dios es suficiente razón para que los que observan sus mandamientos se adelanten y muestren su estima y reverencia por su ley pisoteada.

"Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará." (Mat. 24: 12.) La misma atmósfera está contaminada de pecado. Pronto los hijos de Dios serán probados por intensas pruebas, y muchos de aquellos que ahora parecen ser sinceros y fieles resultarán ser vil metal. En vez de ser fortalecidos y confirmados por la oposición, las amenazas y los ultrajes, se pondrán cobardemente del lado de los opositores. La promesa es: "Yo honraré a los que me honran." (1 Sam. 2: 30.) ¿Estaremos menos firmemente ligados a la ley de Dios porque el mundo en general haya tratado de anularla?



Ya los juicios de Dios están en la tierra, según se ven en tempestades, inundaciones, tormentas, terremotos, peligros por tierra y mar. El gran Yo Soy está hablando a aquellos que anulan su ley. Cuando la ira de Dios se derrame sobre la tierra, ¿quién podrá subsistir? Ahora es cuando los hijos de Dios deben mostrarse fieles a los buenos principios. Cuando la religión de Cristo sea más despreciada, cuando su ley sea más menoscabada, entonces deberá ser más ardiente nuestro celo, y nuestro valor y firmeza más inquebrantables. El permanecer de pie en defensa de la verdad y la justicia cuando la mayoría nos abandone, el pelear las batallas del Señor cuando los campeones sean pocos, ésta será nuestra prueba. En este tiempo, debemos obtener calor de la frialdad de los demás, valor de su cobardía, y lealtad de su traición. La nación estará de parte del gran caudillo rebelde.

La prueba vendrá seguramente. Hace treinta y seis años,* me fue mostrado que lo que está sucediendo ahora sucedería, que la observancia de una institución del papado sería impuesta al pueblo por una ley dominical, mientras que el día de reposo santificado por Jehová sería pisoteado.

El Capitán de nuestra salvación fortalecerá a su pueblo para el conflicto en el cual deberá empeñarse. Cuán a menudo, al oponer Satanás todas sus fuerzas a los que siguen a Cristo, y cuando la muerte los confrontaba, las fervientes oraciones, elevadas con fe, trajeron al Capitán de la hueste del Señor al campo de la acción, cambiaron el curso de la batalla y libraron a los oprimidos.

Ahora es el tiempo en que debemos unirnos estrechamente con Dios, para estar escondidos cuando el ardor de su ira se derrame sobre los hijos de los hombres. Nos hemos apartado de los antiguos hitos. Volvamos. Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él. ¿De qué lado estaremos?

Joyas de los Testimonios Tomo 2, p.30-32.


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