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Monday, August 15, 2011

Cameron aboga por recuperar los "valores" de la sociedad británica

El primer ministro conservador anuncia una revisión de las políticas sobre la familia, la educación, las drogas y las prestaciones sociales tras los disturbios
PATRICIA TUBELLA - Londres - 16/08/2011

Cameron, durante su intervención en un centro de jóvenes en Witney, en el sur de Inglaterra.- A. GRANT (AP)

La oleada de violencia, pillajes, asaltos y desmanes que la semana pasada asoló Londres y otras ciudades inglesas -con el negro balance de cinco muertos y cuantiosos daños materiales- ha proyectado "a cámara lenta el colapso moral" que sufre Reino Unido, en palabras de su primer ministro, David Cameron. Consciente de que la opinión pública le reprocha la falta de reflejos y sigue demandando respuestas, tras el tardío "contraataque de seguridad" que atajó cuatro noches consecutivas de caos, el líder conservador prometió ayer una ofensiva de mayor calado para reparar "nuestra sociedad quebrada".

"Los problemas sociales enquistados durante décadas nos han estallado en la cara", subrayó Cameron durante un discurso en su circunscripción electoral en el condado de Oxford, al anunciar una revisión general de las políticas sociales del Gobierno que afectan a la educación, la familia, las adicciones y las prestaciones sociales que, en su opinión, pueden alentar "la recompensa sin esfuerzo". La mayoría de británicos puede estar de acuerdo con el primer ministro cuando sostiene que los disturbios más graves que vive Reino Unido en los últimos 30 años son "una llamada de alerta al país" sobre la realidad de "unos niños sin una autoridad paterna, la falta de disciplina en las escuelas" o "las comunidades sin control" donde las pandillas callejeras sólo se rigen por su propia ley.

Pero el jefe de Gobierno resultó más convincente en el diagnóstico, aunque solo fuera parcial, que a la hora de desgranar su paquete de recetas para conjurar la fractura social, tal como denunció el laborista Ed Miliband durante un acto en su vieja escuela del norte de Londres.

"El Gobierno adopta una actitud simplista retratando los disturbios únicamente como un problema de criminalidad y de la cultura de las bandas, pero sin considerar el impacto que las privaciones y la falta de oportunidades tiene en el comportamiento antisocial", subrayó el líder de la oposición.

Miliband, quien solo en los últimos días ha teñido su discurso de ribetes sociales después de su inicial posición de mano dura en línea con Cameron, reclamó al Gobierno "una reflexión en profundidad" en lugar de lanzarse hacia "malabarismos impulsivos" que se traducen en "una política nueva cada día". En un análisis que comparten voces procedentes de todo el abanico político, y no solo exclusivamente desde la izquierda, el jefe de las filas laboristas asoció el comportamiento de los saqueadores en las calles de Londres, Manchester, Birmingham y tantas otras con el reciente escándalo de corrupción en los gastos de los diputados de Westminster, con "la avaricia de los banqueros que pulverizaron los ahorros de mucha gente", incluso con el escándalo de las escuchas ilegales que finiquitó al dominical News of The World. "Porque la avaricia, el egoísmo y la inmoralidad se han convertido en la norma", apostilló.

Si el discurso de Miliband apuntaba implícitamente a los recortes de gasto acometidos por el Gobierno como una de las causas de los disturbios, Cameron se mostró por el contrario muy contundente en su rechazo a una política generosa de subsidios. "Algunos de los peores aspectos de la naturaleza humana han sido tolerados por un Estado y sus organismos que, en algún sentido, se han vuelto desmoralizadores. La solución no es inyectar más y más dinero".

Por eso recalcó su objetivo de endurecer las condiciones para el acceso a las prestaciones sociales, que incluso estudia negar a los alborotadores que sean condenados, y puso el acento en la ayuda a los parados para reintegrarse en el mercado laboral. También prometió un esfuerzo del Gobierno en mejorar las escuelas y la situación de los 120.000 hogares más problemáticos del país, de los que procedían muchos de los participantes en los disturbios, que acabaron traduciéndose en la detención de más de dos millares de personas, la mayoría jóvenes. Una declaración de buenas intenciones que choca con la realidad de los drásticos ajustes presupuestarios, aunque el primer ministro sostenga que no hay que gastar más, sino hacerlo de forma más racional.

"En mi primer acto como líder de este partido (tory) ya dije que mi prioridad personal era reparar nuestra sociedad fracturada. Esa pasión es hoy más fuerte que nunca", declaró Cameron en un mensaje que en realidad tuvo su eje principal en la lucha contra la criminalidad y la "tolerancia cero" frente a las bandas de los barrios, a su entender uno de los principales factores de los disturbios.

Anunció la creación de centros de acogida para jóvenes delincuentes que pululen de noche por las calles, junto al establecimiento de un servicio civil no obligatorio que permita a los menores de 16 años realizar servicios comunitarios. Y, a pesar de que los recortes han afectado sensiblemente a los cuerpos policiales y de la cuantiosa factura que supondrá para las arcas públicas el despliegue de 16.000 agentes durante la última semana, prometió que los agentes acosarán a los líderes de las pandillas, llamaran cada día a la puerta de los elementos antisociales y les amenazarán con retirarles todo tipo de beneficios sociales. Aún a riesgo de que las calles vuelvan a incendiarse.

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