"La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos". Ellen G. White.
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Monday, December 2, 2013
La reseña de la prensa francesa del 2 de diciembre de 2013
Por Jordi Batallé
Los inquietantes incidentes en el mar de China y el debate sobre el trabajo dominical en Francia son temas que destaca la prensa francesa de hoy.
“Pekín endurece su postura y envía aviones de caza al mar de China” es el inquietante titular de Le Monde, explicando que con la instauración de una zona de identificación de defensa aérea sobre las polémicas islas de Senkaku, o Diaoyu, como ustedes quieran, el contencioso con Japón se militariza. Cada vez es menos apropiado el nombre de Océano Pacífico, apunta Le Monde en su editorial de portada. Desde hace meses son numerosos los incidentes, provocaciones e intimidaciones entre China y sus vecinos. Todos sus vecinos, incluido Estados Unidos, potencia naval dominante en esta parte del planeta desde 1945. El último episodio es sintomático de esta inquietante escalada. El 23 de noviembre, unilateralmente, Pekín instauró una “zona aérea de identificación” sobre una gran parte del mar de China oriental, en particular sobre el pequeño archipiélago de Senkaku, administrado por Japón, pero reivindicado por China. Como protesta por esta iniciativa, estadounidenses, japonés y coreanos del sur ya han enviado varias veces aviones militares a la controvertida zona. Antes de que China replicase enviando aviones de combate para verificar la “identidad” de los intrusos. Este cóctel, concluye Le Monde, es sobre todo explosivo porque todos los países de esta zona se ven atravesados por poderosas corrientes nacionalistas, despertadas tanto por el recuerdo de tragedias pasadas como por rivalidades económicas.
Rivalidades económicas están también al origen de la polémica en Francia sobre el trabajo dominical. “Trabajo dominical, hacia una reforma mínima”, es el titular de portada del conservador Le Figaro, en la que da cuenta del anuncio que el primer ministro Jean-Marc Ayrault deberá hacer esta mañana para enmarcar más estrictamente la apertura de los comercios el domingo y para reforzar las ventajas acordadas a los trabajadores voluntarios. Para Yves Thréard, quien firma el editorial de este diario conservador, nadie contesta que el descanso dominical debe seguir siendo, en un país de tradición cristiana como Francia, un derecho fundamental. Pero nadie puede estar satisfecho con la reglamentación actual. Es vieja, imperfecta y arbitraria. Cómo justificar, por ejemplo, que tiendas de muebles y de jardinería estén autorizadas a abrir sus puertas mientras que las de bricolage están obligadas a cerrar. Una ley no arreglará nada si se pierde en detalles y excepciones. Debería apoyarse en tres principios, considera Le Figaro: primero, que la autorización de abrir los domingos sea negociada localmente, en función del contexto y las necesidades. El segundo que el voluntariado de los trabajadores sea una regla intangible y tercero que el pago de compensaciones salariales sea obligatorio. Lo que está en juego desde el punto de vista económico es importante. El gobierno no debe esconderse, concluye Le Figaro, tras las luchas parlamentarias, para echarse atrás y no hacer nada.
Más escéptica se muestra la prensa católica: La Croix titula a toda plana “Comercio el domingo, un beneficio discutible”, analizando en su número de hoy el impacto económico de tal extensión. Para Guillaume Goubert, quien firma el editorial de este diario católico, no existen argumentos que prueben que sea positiva la apertura de las tiendas los domingos. Salvo en el caso particular de las compras de turistas extranjeros, no crea mayor actividad ni empleo. Los consumidores aprecian ciertamente esta comodidad pero una gran mayoría de ellos reconoce que no les gustaría trabajar los domingos. El domingo es un tiempo de reposo, un tiempo para la familia y la amistad, considera La Croix, un tiempo protegido de la presión mercantil. Para los cristianos, continúa siendo ese Día del Señor en el que las comunidades se reúnen. En resumen, concluye La Croix, “el domingo debe continuar siendo un día diferente de los otros” como ya afirmaba un informe de 2007 del Consejo Económico y Social, firmado por Jean-Paul Bailly, de quien se presenta hoy un nuevo informe.
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