"La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos". Ellen G. White.
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Wednesday, April 9, 2014
Vi que no tenemos que desperdiciar tiempo escuchando fábulas
Me fueron mostrados aquellos que creen poseer el último mensaje de misericordia y la necesidad que tienen de estar separados de los que están bebiendo diariamente nuevos errores. Vi que ni los jóvenes ni los ancianos debían asistir a sus reuniones; porque es malo alentarlos así mientras enseñan el error que es veneno mortal para el alma, y mientras presentan como doctrinas los mandamientos de los hombres. La influencia de tales reuniones no es buena. Si Dios nos ha librado de tales tinieblas y error, debemos destacarnos firmemente en la libertad con que nos emancipó y regocijarnos en la verdad. Dios siente desagrado hacia nosotros cuando vamos a escuchar el error, sin estar obligados a ir; porque a menos que nos mande a aquellas reuniones donde se inculca el error a la gente por el poder de la voluntad, no nos guardará. Los ángeles dejan de ejercer su cuidado vigilante sobre nosotros; y quedamos expuestos a los golpes del enemigo, para ser entenebrecidos y debilitados por él y por el poder de sus malos ángeles, y la luz que nos rodea se contamina con las tinieblas.
Vi que no tenemos que desperdiciar tiempo escuchando fábulas. Nuestros pensamientos no deben ser distraídos así, sino ocuparse con la verdad presente y en la búsqueda de sabiduría, a fin de obtener un conocimiento más cabal de nuestra posición, para que con mansedumbre podamos dar razón de nuestra esperanza basándonos en las Escrituras. Mientras que doctrinas falsas y errores peligrosos se inculcan en la mente, ésta no puede espaciarse en la verdad que ha de preparar a la casa de Israel para que subsista en el día del Señor.
Primeros Escritos, p. 125
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