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Saturday, September 27, 2014

El mensaje de esperanza y misericordia debe ser proclamado hasta los últimos confines de la tierra


Dice la Escritura: “He aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad los pueblos: mas sobre ti nacerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.” Vers. 2. Cristo, manifestación de la gloria del Padre, vino al mundo para ser su luz. Vino para representar a Dios ante los hombres, y de él fué escrito que “le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia,” y “anduvo haciendo bienes.” Hechos 10:38. En la sinagoga de Nazaret dijo: “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados: para predicar el año agradable del Señor.” Lucas 4:18, 19. Tal era la obra que encargó a sus discípulos que hiciesen. Les dijo: “Vosotros sois la luz del mundo... Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 5:14, 16.

Esta es la obra que el profeta Isaías describe cuando dice: “¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.” Isaías 58:7, 8.

Así, en la noche de tinieblas espirituales, la gloria de Dios debe resplandecer mediante la obra que hace su iglesia al levantar al abatido y al consolar a los que lloran.

En todo nuestro derredor se oye el llanto de un mundo afligido. Por todos lados hay menesterosos y angustiados. Nos incumbe aliviar y suavizar las asperezas y miserias de la vida. Sólo el amor de Cristo puede satisfacer las necesidades del alma. Si Cristo mora en nosotros, nuestro corazón rebosará de simpatía divina. Se abrirán los manantiales sellados de un amor ferviente como el de Cristo.

Son muchos los que han quedado sin esperanza. Devolvámosles la alegría. Muchos se han desanimado. Dirijámosles palabras de aliento. Oremos por ellos. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leámosles la Palabra de Dios. Muchos tienen el alma aquejada por una enfermedad que ningún bálsamo ni médico puede curar. Roguemos por estas almas. Llevémoslas a Jesús. Digámosles que en Galaad hay bálsamo y Médico.

La luz es una bendición universal que derrama sus tesoros sobre un mundo ingrato, profano y desmoralizado. Lo mismo hace la luz del Sol de Justicia. Toda la tierra, que está rodeada por las tinieblas del pecado, de la tristeza y del dolor, debe ser iluminada por el conocimiento del amor de Dios. Ninguna secta, categoría ni clase de personas debe ser excluída de la luz que resplandece del trono celestial.

El mensaje de esperanza y misericordia debe ser proclamado hasta los últimos confines de la tierra. Todo aquel que quiera puede extender la mano, asirse de la fortaleza de Dios, reconciliarse con él y obtener paz. Ya no deben quedar los paganos envueltos en obscuridad de medianoche. La lobreguez debe desaparecer ante los brillantes rayos del Sol de Justicia.

Cristo ha tomado toda medida necesaria para que su iglesia sea un cuerpo transformado, iluminado por la Luz del mundo, en posesión de la gloria de Emmanuel. El se propone que todo cristiano esté rodeado de una atmósfera espiritual de luz y de paz. Desea que revelemos su gozo en nuestra vida.

Profetas y Reyes, p.530,531.
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