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Saturday, December 30, 2017

El uso debido de los órganos vocales


Hay que prestar cuidadosa atención a los órganos vocales y hay que entrenarlos debidamente. Estos se fortalecen mediante el uso debido, pero se debilitan si se los emplea en forma indebida. Su uso excesivo, tal como ocurre cuando se predican sermones largos, si esto se repite con frecuencia, no sólo dañará los órganos vocales sino también someterá a todo el sistema nervioso a una tensión indebida. La delicada arpa de mil cuerdas se agota, se vuelve irreparable y produce discordancia en lugar de melodía.

Es importante que cada orador adiestre de tal manera los órganos vocales que consiga mantenerlos sanos, a fin de comunicar las palabras de vida a la gente. Todos debieran aprender cuál es la forma más eficaz de utilizar la habilidad dada por Dios, y debieran practicar lo que aprendan. No es necesario hablar en voz alta o con tono subido, porque esto provoca un gran daño al orador. El hablar rápidamente destruye gran parte del efecto de un discurso, porque las palabras no pueden hacerse tan claras y distintas como cuando se las pronuncia con más lentitud, dando tiempo al oyente para captar el significado de cada palabra.

La voz humana es un don precioso de Dios; es un poder para el bien, y el Señor desea que sus siervos mantengan su capacidad de despertar las emociones y su melodía. La voz debiera cultivarse para mejorar su capacidad musical, para que resulte agradable al oído e impresione el corazón...

El Señor requiere que el instrumento humano no actúe a fuerza de impulsos cuando habla, sino que se mueva calmadamente, que hable con lentitud, y que deje que el Espíritu Santo dé eficacia a la verdad. Nunca penséis que estáis dando evidencia de que el gran poder de Dios ha descendido sobre vosotros por el hecho de que habláis apasionadamente, por impulsos, o porque permitís que vuestros sentimientos os induzcan a elevar el tono de vuestra voz hasta alturas anormales...

Vuestra influencia debe ser abarcante y vuestras facultades de comunicación deben estar bajo el control de la razón. Cuando forzáis los órganos del habla se pierden las modulaciones de la voz. Hay que vencer decididamente la tendencia a hablar con rapidez. Dios requiere de los instrumentos humanos todo el servicio que éstos puedan dar. Todos los talentos confiados a los hombres deben ser fomentados y apreciados, y utilizados como dones preciosos del cielo. Los obreros que trabajan en el campo de la siega son instrumentos destinados por Dios, canales mediante los cuales él puede comunicar luz del cielo. El uso descuidado y negligente de cualquiera de las facultades dadas por Dios disminuye su eficacia de modo que en una emergencia, cuando podría hacerse el mayor bien, están tan débiles, enfermas y estropeadas que consiguen realizar muy poco.—Special Testimonies, Serie A, No 7, 9-11 (1874).


El Evangelismo, pp.484,485.

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