23 de diciembre de 2015
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El término ‘Navidad’ proviene del latín ‘nativĭtas’ y su significado literal es ‘nacimiento’. Se decidió utilizar este vocablo para llamar así al periodo de catorce días (entre el 24 de diciembre y el 6 de enero) en el que, desde el catolicismo, se quería conmemorar el nacimiento del Mesías. Pero, en realidad, los acontecimientos que se relatan en los evangelios no se corresponden con la época del año en la que se celebra y sí con la pretensión de sustituir antiguas tradiciones paganas por otras que tuvieran un componente religioso detrás, tal y como se llevó a cabo desde el siglo IV.
[Relacionado: Sol Invictus, la fiesta pagana que fue sustituida por la Navidad]
Hoy en día celebramos una Navidad muy diferente a como se hacía varios siglos atrás y, sobre todo, con una gran cantidad de elementos y costumbres cuyo origen nada tiene que ver con el nacimiento de Jesús.
Tradiciones que correspondían a otro tipo de celebraciones existentes mucho antes que el cristianismo y que, al estar tan arraigadas en la cultura, el pueblo continuó celebrando e incorporándolas a la Navidad.
Una de ellas es la tradición de besarse bajo el muérdago, una costumbre que hemos heredado de los celtas debido a que éste pueblo consideraba esta planta como una de las que mayores propiedades medicinales tenía (entre ellas como afrodisiaco, potenciador de la fertilidad femenina y la vigorosidad masculina) además de otorgarle ciertos dones místicos.
Este es el motivo por el que en la entrada de todos los hogares se colgaba una rama, cuyo propósito era desear la prosperidad, salud y descendencia de quienes allí vivían. También era costumbre entre los antiguos celtas el reunirse bajo encinas en las que crecía el muérdago y realizar ciertos rituales.
La transmisión oral de las propiedades cuasi milagrosas de esta planta hizo que la costumbre de colgar una rama en las casas no desapareciera y acabase mezclándose con la celebración de la Navidad que apareció mucho después.
El término ‘Navidad’ proviene del latín ‘nativĭtas’ y su significado literal es ‘nacimiento’. Se decidió utilizar este vocablo para llamar así al periodo de catorce días (entre el 24 de diciembre y el 6 de enero) en el que, desde el catolicismo, se quería conmemorar el nacimiento del Mesías. Pero, en realidad, los acontecimientos que se relatan en los evangelios no se corresponden con la época del año en la que se celebra y sí con la pretensión de sustituir antiguas tradiciones paganas por otras que tuvieran un componente religioso detrás, tal y como se llevó a cabo desde el siglo IV.
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Hoy en día celebramos una Navidad muy diferente a como se hacía varios siglos atrás y, sobre todo, con una gran cantidad de elementos y costumbres cuyo origen nada tiene que ver con el nacimiento de Jesús.
Tradiciones que correspondían a otro tipo de celebraciones existentes mucho antes que el cristianismo y que, al estar tan arraigadas en la cultura, el pueblo continuó celebrando e incorporándolas a la Navidad.
Una de ellas es la tradición de besarse bajo el muérdago, una costumbre que hemos heredado de los celtas debido a que éste pueblo consideraba esta planta como una de las que mayores propiedades medicinales tenía (entre ellas como afrodisiaco, potenciador de la fertilidad femenina y la vigorosidad masculina) además de otorgarle ciertos dones místicos.
Este es el motivo por el que en la entrada de todos los hogares se colgaba una rama, cuyo propósito era desear la prosperidad, salud y descendencia de quienes allí vivían. También era costumbre entre los antiguos celtas el reunirse bajo encinas en las que crecía el muérdago y realizar ciertos rituales.
La transmisión oral de las propiedades cuasi milagrosas de esta planta hizo que la costumbre de colgar una rama en las casas no desapareciera y acabase mezclándose con la celebración de la Navidad que apareció mucho después.
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Otra de esas tradiciones que hemos recibido de los celtas y que se ha convertido en uno de los símbolos de la Navidad es la costumbre de adornar el árbol.
Hace cientos de años, los pueblos célticos de Centroeuropa, ya adornaban algunos robles a los que llamaban ‘Árbol del Universo’ como homenaje a Frey, el dios del Sol y la fertilidad. En estos árboles, según la mitología celta, su copa tocaba el cielo y sus raíces profundas llegaban al inframundo.
Cuando, en el año 715, Bonifacio de Maguncia recibió el encargo (por parte del recién escogido papa Gregorio II) de evangelizar a los pueblos paganos del centro de Europa se encontró con la arraigada costumbre de adornar árboles para adorar a sus divinidades, por lo que el evangelizador decidió adaptar esa práctica e incorporarla al cristianismo. Así fue como poco a poco y según como se iban convirtiendo a esta nueva religión, seguían manteniendo esa costumbre de sus ancestros.
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