En su jornada a través del desierto, los hijos de Israel eran protegidos por Dios de las serpientes venenosas; pero llegó el tiempo cuando, por causa de la transgresión, la impenitencia y obstinación de Israel, el Señor retrajo su poder restringente de los reptiles, y muchas personas fueron mordidas y murieron. Fue entonces cuando la serpiente de bronce fue levantada, para que todos los que se arrepentían y la miraban con fe vivieran.
En el tiempo de confusión y angustia que tenemos por delante, un tiempo de angustia tal como nunca se ha visto desde que hubo gente en la tierra, el Salvador levantado se presentará a la gente en todas las tierras para que todos los que miren hacia él con fe tengan vida.
Testimonios para la Iglesia, Tomo 8, p.57.
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