La guerra Cristera o Cristiada, fue un conflicto posrevolucionario acontecido entre los años 1926 y 1929, en el cual una gran cantidad de ciudadanos mexicanos tomaron parte, siendo así una de las conflagraciones armadas en México de mayor importancia por el número de personas civiles combatientes y por el aparato militar que movilizó el gobierno de Plutarco Elías Calles para combatirles.
Desde la época en la que con las Leyes de Reforma se buscaba que la Iglesia católica perdiera el gran poder monetario y político que tenía, gobierno e Iglesia vivieron enfrentados. Este conflicto se agravó para 1926 al implementar el gobierno los artículos de la constitución de 1917, específicamente el 3 y el 130, de forma radical, para controlar totalmente a la Iglesia, reforzando estos principios con la llamada Ley Calles.
Así, el gobierno de Plutarco Elías Calles decidía cuantos sacerdotes debían de servir en cada templo, tenían que registrarse en una especie de censo y debían de ser mexicanos por nacimiento para poder así realizar sus actividades de culto religioso. Todos los sacerdotes extranjeros fueron expulsados del país, por ningún motivo podía la Iglesia involucrarse en asuntos políticos, además de tener prohibido sostener o abrir colegios, ya que en el artículo tercero constitucional, se enfatizaba el carácter laico de la educación, y que además sólo al Estado le correspondía su impartición y control.
Con estas medidas, claramente anticlericales y antieclesiásticas, se desencadenenaría la llamada guerra Cristera.
La Ley Calles fue la causa de este conflicto civil, además de las prohibiciones, el gobierno intentó la creación de una Iglesia que nada tuviera que ver con el Vaticano, para así socavar totalmente la influencia de la Iglesia fiel al jerarca católico en la población.
La reacción de la Santa Sede a la Ley Calles fue de rechazo total, las actividades religiosas en todo México fueron suspendidas en protesta a las medidas tomadas contra la Iglesia y la población se manifestó para intentar lograr que las medidas tomadas dieran marcha atrás, pero nada de esto sirvió, ni siquiera el boicot económico contra el gobierno de Plutarco Elías Calles logró hechar atrás las medidas adoptadas contra la “Libertad religiosa”.
Las primeras acciones armadas importantes al inicio de la Cristiada tuvieron lugar en los estados de Zacatecas, Jalisco, Nayarit, Guanajuato y Michoacán, la lucha fue en su mayor parte en zonas rurales de México.
El ejército cristero, muy a pesar de las limitantes de su origen, hasta cierto punto improvisado, logró reclutar y armar gente que al grito de ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe! , provocó un gran problema al gobierno durante los tres años que duró el conflicto.
Algunos de los principales líderes cristeros fueron Pedro Quintanar, Enrique Gorostieta Velarde, Jesús Degollado Guízar y Victoriano Ramírez López, a quien apodaban el catorce.
El número de muertos fue elevado, algunos historiadores hablan de 50,000, otros de más de 200,000 vidas perdidas, lo cierto es que la represión al movimiento armado durante la guerra Cristera por parte del gobierno fue muy dura; persiguió a todo aquel que osara desafiar lo establecido en la Ley Calles, al grado de fusilar sacerdotes por oficiar misa.
El 21 de junio de 1929, ya finalizado el mandato de Plutarco Elías Calles, la Iglesia católica y el gobierno interino de Emilio Portes Gil, quien tomó el cargo presidencial a la muerte de Álvaro Obregón, víctima de un atentado, llegaron a acuerdos que finalmente pusieron fin al respaldo armado de la Iglesia a los cristeros.
El gobierno, sin modificar ningún párrafo de las leyes que controlaban a la Iglesia, permitió que éstas continuaran su labor espiritual sin tratar de intervenir en la vida política de México. Para el 27 de junio de 1929 los servicios religiosos en las iglesias se reanudaron.
Fuente
No comments:
Post a Comment