Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3: 16).
¿Por qué todos los que dicen amar a Dios no tratan de iluminar a sus vecinos y conocidos para que no descuiden esta gran salvación? Cristo se entregó a sí mismo para padecer una muerte de vergüenza y angustia, poniendo así de manifiesto el gran sufrimiento de su alma por la salvación de los que estaban a punto de perecer. Cristo puede, desea y anhela salvar a todos los que acuden a él. Hablad a las almas que están en peligro e inducidlas a contemplar a Jesús en la cruz, mientras muere para poder perdonar. Hablad al pecador con el corazón rebosante del tierno y compasivo amor de Cristo. Haya profundo fervor, pero no se oiga una sola nota áspera o estridente de parte del que está tratando de ganar al alma para que mire y viva.
Consagrad primero vuestra propia alma a Dios. Al contemplar a vuestro Intercesor en el cielo, permitid que se quebrante vuestro corazón. Entonces, enternecidos y subyugados, podréis dirigiros a los pecadores que se arrepienten como quienes han experimentado el poder del amor redentor. Orad con esas almas, llevándolas por fe al pie de la cruz; elevad sus mentes junto con la vuestra, para que contemplen con el ojo de la fe lo que vosotros miráis, es decir, a Jesús, el Portador del pecado. Apartad sus miradas de su pobre yo pecaminoso para que miren al Salvador, y la victoria estará ganada. contemplarán entonces por sí mismos al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Verán el Camino, la Verdad y la Vida. El Sol de Justicia derramará sus refulgentes rayos en su corazón. La fuerte corriente del amor redentor inundará el alma reseca y sedienta, y el pecador será salvo para Jesucristo.
Cristo crucificado: Hablad, orad, cantad acerca de él, y él quebrantará y ganará corazones. Este es el poder y la sabiduría de Dios para conquistar almas para Cristo. Las frases hechas, formales, la presentación de asuntos meramente argumentativos, harán poco bien. Cuando el enternecedor amor de Dios se encuentra en los corazones de los obreros, aquellos por quienes ellos trabajan lo perciben. Las almas están sedientas del agua de la vida. No seáis cisternas vacías. Si les reveláis el amor de Cristo, podréis guiar a las almas hambrientas y sedientas a Jesús, y él les dará el pan de vida y el agua de salvación.*
¿Por qué todos los que dicen amar a Dios no tratan de iluminar a sus vecinos y conocidos para que no descuiden esta gran salvación? Cristo se entregó a sí mismo para padecer una muerte de vergüenza y angustia, poniendo así de manifiesto el gran sufrimiento de su alma por la salvación de los que estaban a punto de perecer. Cristo puede, desea y anhela salvar a todos los que acuden a él. Hablad a las almas que están en peligro e inducidlas a contemplar a Jesús en la cruz, mientras muere para poder perdonar. Hablad al pecador con el corazón rebosante del tierno y compasivo amor de Cristo. Haya profundo fervor, pero no se oiga una sola nota áspera o estridente de parte del que está tratando de ganar al alma para que mire y viva.
Consagrad primero vuestra propia alma a Dios. Al contemplar a vuestro Intercesor en el cielo, permitid que se quebrante vuestro corazón. Entonces, enternecidos y subyugados, podréis dirigiros a los pecadores que se arrepienten como quienes han experimentado el poder del amor redentor. Orad con esas almas, llevándolas por fe al pie de la cruz; elevad sus mentes junto con la vuestra, para que contemplen con el ojo de la fe lo que vosotros miráis, es decir, a Jesús, el Portador del pecado. Apartad sus miradas de su pobre yo pecaminoso para que miren al Salvador, y la victoria estará ganada. contemplarán entonces por sí mismos al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Verán el Camino, la Verdad y la Vida. El Sol de Justicia derramará sus refulgentes rayos en su corazón. La fuerte corriente del amor redentor inundará el alma reseca y sedienta, y el pecador será salvo para Jesucristo.
Cristo crucificado: Hablad, orad, cantad acerca de él, y él quebrantará y ganará corazones. Este es el poder y la sabiduría de Dios para conquistar almas para Cristo. Las frases hechas, formales, la presentación de asuntos meramente argumentativos, harán poco bien. Cuando el enternecedor amor de Dios se encuentra en los corazones de los obreros, aquellos por quienes ellos trabajan lo perciben. Las almas están sedientas del agua de la vida. No seáis cisternas vacías. Si les reveláis el amor de Cristo, podréis guiar a las almas hambrientas y sedientas a Jesús, y él les dará el pan de vida y el agua de salvación.*
¡Maranata: El Señor Viene! Página 103 .
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