"La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos". Ellen G. White.
Tuesday, February 11, 2014
El papa Francisco pide rezar por Benedicto XVI
EFE | Feb 11, 2014 | 11:13 AM
Hace un año la iglesia católica tambaleó cuando Benedicto XVI anunció que renunciaba a su pontificado.
El papa Francisco publicó un mensaje en su perfil de la red social Twitter en el que califica a su antecesor Benedicto XVI de un hombre valiente y humilde, cuando se cumple un año de su renuncia al pontificado.
“Luchó y cómo luchó, Benedicto, por eso, su renuncia se puede leer como un acto de rebelión”
"Recemos hoy juntos por su Santidad Benedicto XVI. Un hombre valiente y humilde", se lee en el tuit del papa argentino en varios idiomas.
El 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI anunciaba ante los cardenales reunidos en la Sala Clementina que renunciaba a su pontificado, al considerar que por su "edad avanzada" no tenía fuerzas "para ejercer adecuadamente el ministerio petrino".
El día en que Benedicto XVI dejó el cargo de Papa
Benedicto XVI, de natural tímido y discreto, dio hace un año al mundo su lección "más revolucionaria" al anunciar, en plenas facultades mentales, su renuncia al pontificado por su edad avanzada y la falta de fuerzas "para ejercer adecuadamente el ministerio petrino".
Durante un consistorio de cardenales Benedicto XVI, entonces de 85 años, explicó que "para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado", según se pronunció en latín.
Además de la cascada de escándalos en el seno de la Iglesia que se sucedieron durante su pontificado, como buen sajón y con la humildad que siempre ha caracterizado al que los expertos consideran el mejor teólogo católico vivo, Benedicto XVI soportó con estoicismo 24 largos viajes plagados de actos e interminables ceremonias litúrgicas ataviado con pesadas mitras y casullas.
Unos ropajes, muchos de ellos centenarios, que ha desechado el papa Francisco nada más inaugurar su pontificado.
En sus últimas apariciones a nadie se le escapaba que Benedicto XVI estaba agotado, apenas lograba caminar, debía ser sujetado por dos sacerdotes para subir o bajar los escalones del altar de San Pedro, hasta la lectura de sus bellas homilías o los saludos en ocho idiomas tras El Ángelus delataban una voz arrastrada y temblorosa.
La timidez y el cansancio de Benedicto XVI, no le restó lucidez ni fuerza para dar el paso calificado de "revolucionario" al entregar el papado casi ocho años después ser elegido, el 19 de abril de 2005, como 265 sucesor de san Pedro, tras la muerte de Juan Pablo II.
El portavoz del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi aseguró ese día que el papa era muy consciente de su decisión, que no habían influido temas como los escándalos de curas pederastas, sino al contrario, cuando arreciaban estos escándalos ya señaló (el papa) que un pastor "nunca huye ante los lobos y deja el rebaño sólo".
Ninguna enfermedad, agregó, ha llevado a Benedicto XVI a renunciar al pontificado, aunque reconoció que en los últimos meses habían disminuido en él las fuerzas físicas, "algo normal en personas con esa edad".
Ayer el portavoz jesuita explicó que la decisión Benedicto XVI la tomó "con una gran preparación desde el punto de vista de la reflexión y la oración y con gran valor porque, efectivamente, al ser una decisión inusual podrían haber surgido problemas o dudas sobre su significado, consecuencias para el futuro o cómo lo recibiría el pueblo de Dios o la opinión pública".
La lección de Benedicto XVI provocó un terremoto más potente que cientos de encíclicas.
Un gesto, el de Benedicto, que fue interpretado por los analistas, como "revolucionario" y como un "acto de rebelión" con el mensaje de que el único camino a recorrer era el de intervenir con coraje y en profundidad en el cuerpo enfermo de la Iglesia.
Y que para cambiar el curso de la cosas era necesario reescribir el final y, de algún modo, vencer a la muerte, no esperarla.
Hay muchas dudas
Como aseguró Lombardi, Benedicto no estaba enfermo, "sí lo estaba la Iglesia y los hombres de la Iglesia, la Curia, a los que el papa imploró para que actuasen, cambiasen, regresaran al camino del mensaje de Cristo", refirió a Efe un alto cargo de la Curia que prefirió no desvelar su nombre.
Pero el papa no fue apoyado con la fuerza necesaria en este camino, "es más, fue dejado solo en primer lugar por la Curia", agregó.
Las claras indicaciones de Ratzinger a la Curia no fueron respondidas con los actos consiguientes. "Luchó y cómo luchó, Benedicto, -refirió la autoridad eclesiástica- por eso, su renuncia se puede leer como un acto de rebelión, un acontecimiento revolucionario".
Y así ha quedado -dijo- el gesto del papa emérito, en la línea de las enseñanzas del primer revolucionario descrito en el Evangelio: Jesús.
Para el analista Giuliano Ferrara, que escribió entonces el artículo "Pequeño, gran papa" en la revista Panorama, el papa que emprendió la guerra contra el relativismo cultural y moral hizo el gesto de "relativizarse" a sí mismo para brindar a la Iglesia una dirección fuerte que combatiera todos sus males.
Un grito de rebelión y de humildad, como humilde fue la decisión del papa emérito de permanecer "oculto al mundo" y lejos del cónclave que elegiría a su sucesor en la residencia estival de los pontífices de Castel Gandolfo que tanto disfrutó y amó.
©EFE
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