Thursday, June 23, 2016

Gremios y monopolios


23 de junio


Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardíaSantiago 5:7.


Los gremios serán uno de los instrumentos que traerán sobre esta tierra un tiempo de angustia como nunca ha habido desde que el mundo fue creado.

La obra del pueblo de Dios consiste en prepararse para los acontecimientos del futuro, los que pronto lo sobrecogerán con fuerza abrumadora. En el mundo se formarán monopolios gigantescos. Los hombres se asociarán en gremios que los encerrarán en el redil del enemigo. Unos pocos hombres se unirán para apoderarse de todos los medios que puedan obtenerse en ciertos tipos de negocios. Se formarán gremios de obreros y los que rehúsen unirse a ellos serán hombres marcados...

Estos gremios constituyen una de las señales de los últimos días. Los hombres están siendo unidos en atados listos para ser quemados. Puede ser que sean miembros de la iglesia, pero mientras pertenezcan a esas asociaciones, no pueden guardar los mandamientos de Dios, porque el pertenecer a ellas implica despreciar todo el Decálogo.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas... a tu prójimo como a ti mismo”. Marcos 12:30, 31... ¿Cómo pueden los hombres obedecer estas palabras, y formar combinaciones que privan a las clases más pobres de las ventajas que les pertenecen con justicia, y les impiden comprar o vender, a no ser bajo ciertas condiciones?

Los que pretenden ser hijos de Dios en ningún caso deberían unirse a los gremios que ya están formados o que se van a formar. El Señor lo prohíbe. ¿No pueden ver los que estudian las profecías lo que hay delante de nosotros?—Mensajes Selectos 2:162-164.

Pronto habrá que hacer frente a graves crisis, y queremos estar escondidos en la hendidura de la roca para que podamos ver a Jesús y ser vivificados por su Santo Espíritu. No tenemos tiempo que perder, ni siquiera un instante.—Carta 89, 1899.


Maranata, p.187

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