La línea de demarcación trazada entre nuestro pueblo y el mundo debe mantenerse inequívocamente clara. Nuestra plataforma es la ley de Dios, por la cual se nos ordena observar el sábado; porque según se declara distintamente en el capítulo 31 de Éxodo, la observancia del sábado es una señal entre Dios y su pueblo. “Guardaréis mis sábados -declara él-: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el sábado, porque santo es a vosotros... Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó”.
Debemos escuchar el “Así dice Jehová”, aun cuando por nuestra obediencia causemos graves inconvenientes a los que no respetan el sábado. Por un lado tenemos las supuestas necesidades del hombre; por el otro las órdenes de Dios. ¿Qué tendrá más peso para nosotros?
Testimonios para la Iglesia, Tomo 7, p. 120.
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