Estamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos. Las profecías se están cumpliendo. Una historia extraordinaria y memorable se está registrando en los libros del cielo. Todo en nuestro mundo está en agitación. Hay guerras y rumores de guerra. Las naciones están airadas y ha llegado el tiempo en que deben ser juzgados los muertos. Los acontecimientos están cambiando para no demorar la llegada del día de Dios, que se vendrá prestamente. Queda, por así decirlo, solamente un poco de tiempo. Pero aunque ya se levanta nación contra nación, y reino contra reino, no existe todavía una conflagración general. Los cuatro vientos serán retenidos hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Entonces las potencias de la tierra dispondrán sus fuerzas para la última gran batalla.
Satanás está ocupado diligentemente en la preparación de sus planes para el postrer gran conflicto, cuando todos definirán sus posiciones. Después de haber sido proclamado el Evangelio en el mundo por casi dos mil años, Satanás todavía presenta a los hombres y mujeres el mismo cuadro que le presentó a Cristo. En forma prodigiosa, despliega ante ellos la gloria de los reinos de este mundo y se la promete a todos los que acepten postrarse ante él y adorarlo. Así trata de colocar a los seres humanos bajo su dominio.
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Satanás hace denodados esfuerzos para presentarse como Dios, y para destruir a todos los que se oponen a su poder. Hoy el mundo entero se está sometiendo a él. Se acepta su poder como si fuera el poder de Dios. Se está cumpliendo la profecía del Apocalipsis, de que “se maravilló toda la tierra en pos de la bestia”. Apocalipsis 13:3.
Testimonios para la Iglesia Tomo 6, p.23.
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