El carácter que aprueba Dios, 16 de marzo
Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 1 Timoteo 4:12.
Jesús, la Majestad del cielo, dejó un ejemplo para la juventud. Trabajaba en el taller de Nazaret para ganar su diario sustento. Estaba sujeto a sus padres y no trataba de administrar su propio tiempo o seguir su propia voluntad. Mediante una vida de fácil complacencia, jamás logrará un joven alcanzar la verdadera excelencia como hombre o como cristiano. Dios no nos ha prometido comodidad, honor o riquezas en su servicio; pero nos afirma que serán nuestras todas las bendiciones que necesitemos, “con persecuciones”, y en el mundo venidero “la vida eterna”. Cristo no aceptará nada menos que la plena consagración a su servicio...
Tenemos notables ilustraciones del poder sustentador de los firmes principios religiosos... La boca abierta de los leones en el foso no pudo impedir que Daniel elevara sus plegarias cotidianas, ni pudo el horno de fuego inducir a Sadrac y sus compañeros a postrarse delante del ídolo que había levantado Nabucodonosor. Los jóvenes de firmes principios esquivarán el placer, desafiarán el dolor, y hasta el foso de los leones y el horno de fuego, antes que ser infieles a Dios. Notad el carácter de José. Su virtud fue probada intensamente, pero su triunfo fue completo. En cada aspecto el noble joven soportó la prueba. El mismo elevado principio, inquebrantable, se manifestó en cada prueba. El Señor estaba con él y su palabra era ley...
Los que estudian la Biblia, piden consejo a Dios y reposan en Cristo, serán capacitados para obrar con sabiduría en todo momento y en toda circunstancia. Los buenos principios se manifestarán en la vida real. Si sólo recibís cordialmente la verdad para este tiempo, de manera que se convierta en el fundamento del carácter, producirá una firmeza de propósito que no podrán desviar ni las atracciones del placer, ni las veleidades de la moda, ni el desprecio de los amantes del mundo, ni los propios deseos del corazón que clama por la complacencia propia. Primeramente la conciencia debe ser iluminada, la voluntad debe ser puesta en sujeción. El amor a la verdad y a la justicia debe reinar en el alma, y surgirá entonces un carácter que el cielo podrá aprobar. 32Testimonies for the Church 5:42, 43.
¡Maranata: El Senor Viene!, p.76.
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