SORAYA MELGUIZO
Rabat
Sábado, 30 marzo 2019 - 02:36
Rabat, engalanada con las banderas del Vaticano y de Marruecos con motivo de la visita del Papa Francisco.
Javier Otazu EFE
Acercamiento. El Papa apremia al diálogo con el islam en su visita a Emiratos Árabes Unidos
Más de tres décadas después de la histórica visita de Juan Pablo II a Marruecos, la capital del reino alauí se prepara para recibir este sábado al Papa Francisco. El Pontífice aterriza en Rabat con el objetivo de profundizar en el diálogo interreligioso, celebrar el trabajo de la Iglesia local en la atención a los migrantes y abrazar a la exigua minoría cristiana, que exige al rey Mohamed VI mayor libertad para practicar su fe.
"En Marruecos el diálogo entre el islam y el cristianismo viene de lejos, de siglos, pero ciertamente Francisco va a darle el espaldarazo definitivo con su sola presencia", asegura a ELMUNDO.es el arzobispo de Rabat, Cristóbal López Romero. "El simple hecho de que venga aquí, que se encuentre con el rey, que es 'comendador de los creyentes' (musulmanes, pero también cristianos y judíos) y que juntos vayan a visitar el Instituto para la Formación de los Imames habla ya de por sí". Bergoglio será el primer pontífice en acudir a un centro de estudios para predicadores y predicadoras, una institución fundada en 2015 por el monarca marroquí destinada a promover un islam tolerante frente al integrismo radical.
Francisco está decidido a construir puentes de fraternidad con el mundo musulmán. En estos seis años de pontificado, ha visitado Turquía, Jordania o Egipto, y hace apenas dos meses fue el primer jefe de la Iglesia católica en ser recibido en Emiratos Árabes Unidos, cuna del islam, donde la conversión a otras religiones está castigada con la pena capital. Desde allí lanzó un mensaje a favor del entendimiento entre los credos y contra el extremismo religioso. Un llamamiento que probablemente repetirá este sábado en la explanada de la Mezquita de Hassan II durante el discurso que dirigirá al pueblo de Marruecos, ante la presencia del monarca y las autoridades del país.
Los marroquíes esperan la llegada del Papa Francisco entre la curiosidad y la indiferencia. Sus casi 35 millones de habitantes son musulmanes suníes mientras que los católicos representan apenas el 0,7% de la población -unos 25.000 en todo el país- y casi la totalidad son extranjeros: estudiantes, diplomáticos o jóvenes subsaharianos de hasta 100 nacionalidades distintas. El Consejo Superior de los Ulemas, considerada la mayor autoridad religiosa marroquí presidida por el rey Mohamed VI, abolió hace dos años la pena de muerte para quienes abandonaran el islam por otra religión. Sin duda un paso importante en el proceso de apertura y modernización que el país está atravesando. Sin embargo, aunque Marruecos reconoce la libertad de culto continúa sin admitir las conversiones de sus ciudadanos a otras religiones, y el código penal castiga el proselitismo con hasta tres años de cárcel.
Eso explica que la pequeña comunidad de cristianos marroquíes convertidos tengan que practicar su fe prácticamente en la clandestinidad. Con motivo de la visita papal, el Comité Cristiano Marroquí (CCM) envió una carta abierta al Papa Francisco en la que denunciaba la "persecución" a la que están sometidos y reclamaba la intervención del Vaticano para garantizar la libertad religiosa en el país.
"La ley no impide a un marroquí abrazar la religión que desee y practicarla; lo que prohíbe es el proselitismo", explica el arzobispo Cristóbal López. "El pueblo marroquí es adulto y tiene sus instituciones: es ahí donde los marroquíes, de la religión que sean, deben presentar y canalizar sus peticiones".
El salesiano español, que desde 2017 dirige la diócesis de Rabat, la más numerosa de las dos existentes en Marruecos, recibirá al Pontífice en la sede diocesana de Cáritas donde Francisco se reunirá con un grupo de migrantes, que encarnan otro objetivo fundamental de la hoja de ruta del Papa en este viaje. Se estima que en el país existen más de 80.000 inmigrantes subsaharianos de los que alrededor de 4.000 reciben asistencia de la Iglesia local, que trabaja, cuenta López Romero, como el "el buen samaritano al ver a una persona herida: se detiene a curarla sin preguntarle de dónde viene ni a dónde va".
Acercamiento. El Papa apremia al diálogo con el islam en su visita a Emiratos Árabes Unidos
Más de tres décadas después de la histórica visita de Juan Pablo II a Marruecos, la capital del reino alauí se prepara para recibir este sábado al Papa Francisco. El Pontífice aterriza en Rabat con el objetivo de profundizar en el diálogo interreligioso, celebrar el trabajo de la Iglesia local en la atención a los migrantes y abrazar a la exigua minoría cristiana, que exige al rey Mohamed VI mayor libertad para practicar su fe.
"En Marruecos el diálogo entre el islam y el cristianismo viene de lejos, de siglos, pero ciertamente Francisco va a darle el espaldarazo definitivo con su sola presencia", asegura a ELMUNDO.es el arzobispo de Rabat, Cristóbal López Romero. "El simple hecho de que venga aquí, que se encuentre con el rey, que es 'comendador de los creyentes' (musulmanes, pero también cristianos y judíos) y que juntos vayan a visitar el Instituto para la Formación de los Imames habla ya de por sí". Bergoglio será el primer pontífice en acudir a un centro de estudios para predicadores y predicadoras, una institución fundada en 2015 por el monarca marroquí destinada a promover un islam tolerante frente al integrismo radical.
Francisco está decidido a construir puentes de fraternidad con el mundo musulmán. En estos seis años de pontificado, ha visitado Turquía, Jordania o Egipto, y hace apenas dos meses fue el primer jefe de la Iglesia católica en ser recibido en Emiratos Árabes Unidos, cuna del islam, donde la conversión a otras religiones está castigada con la pena capital. Desde allí lanzó un mensaje a favor del entendimiento entre los credos y contra el extremismo religioso. Un llamamiento que probablemente repetirá este sábado en la explanada de la Mezquita de Hassan II durante el discurso que dirigirá al pueblo de Marruecos, ante la presencia del monarca y las autoridades del país.
Los marroquíes esperan la llegada del Papa Francisco entre la curiosidad y la indiferencia. Sus casi 35 millones de habitantes son musulmanes suníes mientras que los católicos representan apenas el 0,7% de la población -unos 25.000 en todo el país- y casi la totalidad son extranjeros: estudiantes, diplomáticos o jóvenes subsaharianos de hasta 100 nacionalidades distintas. El Consejo Superior de los Ulemas, considerada la mayor autoridad religiosa marroquí presidida por el rey Mohamed VI, abolió hace dos años la pena de muerte para quienes abandonaran el islam por otra religión. Sin duda un paso importante en el proceso de apertura y modernización que el país está atravesando. Sin embargo, aunque Marruecos reconoce la libertad de culto continúa sin admitir las conversiones de sus ciudadanos a otras religiones, y el código penal castiga el proselitismo con hasta tres años de cárcel.
Eso explica que la pequeña comunidad de cristianos marroquíes convertidos tengan que practicar su fe prácticamente en la clandestinidad. Con motivo de la visita papal, el Comité Cristiano Marroquí (CCM) envió una carta abierta al Papa Francisco en la que denunciaba la "persecución" a la que están sometidos y reclamaba la intervención del Vaticano para garantizar la libertad religiosa en el país.
"La ley no impide a un marroquí abrazar la religión que desee y practicarla; lo que prohíbe es el proselitismo", explica el arzobispo Cristóbal López. "El pueblo marroquí es adulto y tiene sus instituciones: es ahí donde los marroquíes, de la religión que sean, deben presentar y canalizar sus peticiones".
El salesiano español, que desde 2017 dirige la diócesis de Rabat, la más numerosa de las dos existentes en Marruecos, recibirá al Pontífice en la sede diocesana de Cáritas donde Francisco se reunirá con un grupo de migrantes, que encarnan otro objetivo fundamental de la hoja de ruta del Papa en este viaje. Se estima que en el país existen más de 80.000 inmigrantes subsaharianos de los que alrededor de 4.000 reciben asistencia de la Iglesia local, que trabaja, cuenta López Romero, como el "el buen samaritano al ver a una persona herida: se detiene a curarla sin preguntarle de dónde viene ni a dónde va".
No comments:
Post a Comment