Capitalismo y Gasto Social
La actual crisis financiera que ha llevado al gobierno de Estados Unidos a solicitar al Congreso un paquete de rescate de 700 mil millones de dólares, ha abierto un nuevo debate, más bien ideológico, respecto a la relación existente entre el capitalismo y el gasto social. Algunas personas piensan que el gasto social es ajeno al capitalismo. Pero las cifras reales del gasto social dentro del capitalismo, inclusive dentro del llamado "capitalismo salvaje" de Estados Unidos, son bien claras.
En principio, desde la era del presidente Franklin D. Roosevelt y su política del New Deal (1933-1945) hasta nuestros días, el gasto del gobierno federal aumentó de tres por ciento a 26 por ciento en relación con el Producto Interno Bruto del país. Para dar una idea más clara del asunto, en 1948 el gasto social derivado del presupuesto federal de Estados Unidos era del 10 por ciento. En la actualidad es de 55.8 por ciento, aun en medio de las guerras de Irak y Afganistán. En términos de dinero real - y esto produce vértigo - el presupuesto federal norteamericano es en 2008 de 2.9 billones de dólares, o millones de millones (en inglés, $2.9 trillon).
De este total, hay algunos renglones que vale la pena mencionar. El presupuesto de 2008 del Departamento de Educación es de 68 mil 600 millones de dólares para atender a 14 mil distritos escolares que tienen una matrícula de 56 millones de estudiantes, los cuales asisten a 97 mil escuelas públicas y 28 mil escuelas privadas. El departamento también suministra asistencia a 11 millones de alumnos que ya se graduaron de la segunda enseñanza. Todo esto, a pesar de que los presupuestos escolares reales proceden de los gobiernos locales y estatales, lo cual quiere decir que los gastos del Departamento de Educación del gobierno federal representan una pequeña parte de lo que Estados Unidos invierte en educación pública.
Además, Estados Unidos tiene más de cuatro mil universidades con una matrícula de 16 millones de estudiantes, que reciben préstamos y becas de los gobiernos federal y estatales, y de organizaciones públicas y privadas. Esto ha permitido a este país, entre 1950 y 2006, recibir 206 premios Nobel de los 357 galardones que se habían concedido hasta hace dos años sólo en las categorías científicas de medicina, física y química, o el 58 por ciento del total en ese período. De 1901 a 1949, los científicos estadounidenses obtuvieron 26 premios en esas categorías, o el 18 por ciento del total.
En salud pública, pese a los 47 millones de estadounidenses sin seguro médico, el presupuesto del gobierno federal en 2008 es de 698 mil millones de dólares, un aumento de 28 mil millones con respecto a 2007. Este dinero se está usando fundamentalmente en atender a la población de bajos recursos, en investigaciones médicas, y en modernizar el sistema de seguros médicos públicos conocidos como Madicare y Medicaid que, precisamente, cubren los gastos de salud de los pobres y de los trabajadores retirados, entre otros renglones.
En seguridad social, apartado conocido como Social Security, el presupuesto federal es de 608 mil millones de dólares. Este punto cubre las pensiones de los retirados, el seguro de incapacidad, el seguro de desempleo, y el ingreso de seguridad suplementaria (SSI) para personas necesitadas. El Social Security fue creado por el presidente Roosevelt el 14 de agosto de 1935, en medio de la Gran Depresión.
Vivienda, transporte, protección al consumidor, asistencia a pequeñas empresas y otros puntos no menos importantes, forman igualmente parte del gasto social de Estados Unidos, aun dentro de sus esquemas de "capitalismo salvaje". Su tasa de desempleo más reciente es de 6.1 por ciento. Alemania, con su "capitalismo social", está de fiesta porque logró reducir su tasa de desocupación a 7.3 por ciento en junio. Francia, otra "capitalista social", se congratula de mantener estable su tasa de 7.2. Por supuesto, si estalla realmente la crisis financiera, ni Estados Unidos, ni Alemania, ni Francia podrán conservar esos niveles.
El gasto militar de Estados Unidos, que se presenta como un castigo diabólico para el bolsillo de los norteamericanos, constituye actualmente poco más del 13 por ciento del presupuesto federal, con 481 mil 400 millones de dólares destinados al Departamento de Defensa, y 145 mil 200 millones para la guerra global contra el terrorismo. Ese presupuesto de defensa de 2008 es inferior al actual plan de gastos de salud pública, aun bajo los bombazos en las calles de Irak y Afganistán.
Los conservadores estadounidenses, arduos defensores de un gobierno pequeño, se quejan de que los impuestos por concepto de salarios e ingresos constituyen el 82 por ciento de todos los ingresos federales, actualmente. Sobre todo porque era de 51 por ciento en 1950 y el gasto social ha aumentado 14 veces más rápidamente que la economía misma.
Hay un punto en este debate sobre capitalismo y gasto social que está fuera de la economía, pero que permite el equilibrio entre uno y otro. Ese equilibrio es la democracia, las libertades fundamentales, el libre flujo de las ideas, que ha ayudado a Estados Unidos y otras naciones desarrolladas a flexibilizar el capitalismo del siglo XIX, a conseguir el bienestar público, sobre todo con bajos niveles de corrupción. Ni Adam Smith ni Karl Marx prestaron mucha atención a este punto. No hay que olvidar que Franklin D. Roosevelt, el hombre que prácticamente inauguró la era del gasto social en Estados Unidos, era un socialdemócrata que creía en el capitalismo. Por ello, aprobó un impuesto al capital inactivo, para que el dinero saliera a las calles norteamericanas a abrir negocios y generar empleos.
Es cierto que no todas las naciones democráticas y capitalistas han logrado el desarrollo, especialmente las que son muy corruptas, pero es innegable que todas las naciones desarrolladas son democráticas y capitalistas. Es que, como diría algún contador público, en la vida hay sólo dos cosas que no fallan: las matemáticas y la muerte.
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La actual crisis financiera que ha llevado al gobierno de Estados Unidos a solicitar al Congreso un paquete de rescate de 700 mil millones de dólares, ha abierto un nuevo debate, más bien ideológico, respecto a la relación existente entre el capitalismo y el gasto social. Algunas personas piensan que el gasto social es ajeno al capitalismo. Pero las cifras reales del gasto social dentro del capitalismo, inclusive dentro del llamado "capitalismo salvaje" de Estados Unidos, son bien claras.
En principio, desde la era del presidente Franklin D. Roosevelt y su política del New Deal (1933-1945) hasta nuestros días, el gasto del gobierno federal aumentó de tres por ciento a 26 por ciento en relación con el Producto Interno Bruto del país. Para dar una idea más clara del asunto, en 1948 el gasto social derivado del presupuesto federal de Estados Unidos era del 10 por ciento. En la actualidad es de 55.8 por ciento, aun en medio de las guerras de Irak y Afganistán. En términos de dinero real - y esto produce vértigo - el presupuesto federal norteamericano es en 2008 de 2.9 billones de dólares, o millones de millones (en inglés, $2.9 trillon).
De este total, hay algunos renglones que vale la pena mencionar. El presupuesto de 2008 del Departamento de Educación es de 68 mil 600 millones de dólares para atender a 14 mil distritos escolares que tienen una matrícula de 56 millones de estudiantes, los cuales asisten a 97 mil escuelas públicas y 28 mil escuelas privadas. El departamento también suministra asistencia a 11 millones de alumnos que ya se graduaron de la segunda enseñanza. Todo esto, a pesar de que los presupuestos escolares reales proceden de los gobiernos locales y estatales, lo cual quiere decir que los gastos del Departamento de Educación del gobierno federal representan una pequeña parte de lo que Estados Unidos invierte en educación pública.
Además, Estados Unidos tiene más de cuatro mil universidades con una matrícula de 16 millones de estudiantes, que reciben préstamos y becas de los gobiernos federal y estatales, y de organizaciones públicas y privadas. Esto ha permitido a este país, entre 1950 y 2006, recibir 206 premios Nobel de los 357 galardones que se habían concedido hasta hace dos años sólo en las categorías científicas de medicina, física y química, o el 58 por ciento del total en ese período. De 1901 a 1949, los científicos estadounidenses obtuvieron 26 premios en esas categorías, o el 18 por ciento del total.
En salud pública, pese a los 47 millones de estadounidenses sin seguro médico, el presupuesto del gobierno federal en 2008 es de 698 mil millones de dólares, un aumento de 28 mil millones con respecto a 2007. Este dinero se está usando fundamentalmente en atender a la población de bajos recursos, en investigaciones médicas, y en modernizar el sistema de seguros médicos públicos conocidos como Madicare y Medicaid que, precisamente, cubren los gastos de salud de los pobres y de los trabajadores retirados, entre otros renglones.
En seguridad social, apartado conocido como Social Security, el presupuesto federal es de 608 mil millones de dólares. Este punto cubre las pensiones de los retirados, el seguro de incapacidad, el seguro de desempleo, y el ingreso de seguridad suplementaria (SSI) para personas necesitadas. El Social Security fue creado por el presidente Roosevelt el 14 de agosto de 1935, en medio de la Gran Depresión.
Vivienda, transporte, protección al consumidor, asistencia a pequeñas empresas y otros puntos no menos importantes, forman igualmente parte del gasto social de Estados Unidos, aun dentro de sus esquemas de "capitalismo salvaje". Su tasa de desempleo más reciente es de 6.1 por ciento. Alemania, con su "capitalismo social", está de fiesta porque logró reducir su tasa de desocupación a 7.3 por ciento en junio. Francia, otra "capitalista social", se congratula de mantener estable su tasa de 7.2. Por supuesto, si estalla realmente la crisis financiera, ni Estados Unidos, ni Alemania, ni Francia podrán conservar esos niveles.
El gasto militar de Estados Unidos, que se presenta como un castigo diabólico para el bolsillo de los norteamericanos, constituye actualmente poco más del 13 por ciento del presupuesto federal, con 481 mil 400 millones de dólares destinados al Departamento de Defensa, y 145 mil 200 millones para la guerra global contra el terrorismo. Ese presupuesto de defensa de 2008 es inferior al actual plan de gastos de salud pública, aun bajo los bombazos en las calles de Irak y Afganistán.
Los conservadores estadounidenses, arduos defensores de un gobierno pequeño, se quejan de que los impuestos por concepto de salarios e ingresos constituyen el 82 por ciento de todos los ingresos federales, actualmente. Sobre todo porque era de 51 por ciento en 1950 y el gasto social ha aumentado 14 veces más rápidamente que la economía misma.
Hay un punto en este debate sobre capitalismo y gasto social que está fuera de la economía, pero que permite el equilibrio entre uno y otro. Ese equilibrio es la democracia, las libertades fundamentales, el libre flujo de las ideas, que ha ayudado a Estados Unidos y otras naciones desarrolladas a flexibilizar el capitalismo del siglo XIX, a conseguir el bienestar público, sobre todo con bajos niveles de corrupción. Ni Adam Smith ni Karl Marx prestaron mucha atención a este punto. No hay que olvidar que Franklin D. Roosevelt, el hombre que prácticamente inauguró la era del gasto social en Estados Unidos, era un socialdemócrata que creía en el capitalismo. Por ello, aprobó un impuesto al capital inactivo, para que el dinero saliera a las calles norteamericanas a abrir negocios y generar empleos.
Es cierto que no todas las naciones democráticas y capitalistas han logrado el desarrollo, especialmente las que son muy corruptas, pero es innegable que todas las naciones desarrolladas son democráticas y capitalistas. Es que, como diría algún contador público, en la vida hay sólo dos cosas que no fallan: las matemáticas y la muerte.
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