Hay ángeles que rodean el mundo, rechazando las pretensiones de
supremacía que presenta Satanás, por causa de la vasta multitud de sus
adherentes. No oímos las voces, no vemos con nuestra vista natural la labor de
estos ángeles, pero sus manos están unidas al rededor del mundo, y con atenta
vigilancia mantienen a raya a las huestes de Satanás, hasta que se complete el
sellamiento del pueblo de Dios.
Juan ve los elementos de la naturaleza: terremotos, tempestades y
lucha política, representados como siendo retenidos por cuatro ángeles. Estos
vientos están bajo control hasta que Dios ordena soltarlos. Ahí está la
seguridad de la iglesia de Dios. Los ángeles de Dios son los que retienen los
vientos de la tierra, para que no soplen sobre la tierra, ni sobre el mar, ni
sobre ningún árbol, hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus
frentes.
El momento actual es de interés abrumador para todos los que viven.
Los gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y
autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen la
atención fija en los acontecimientos que se producen en derredor de nosotros.
Observan las relaciones tirantes e inestables que existen entre las naciones.
Observan las presiones que se ejercen sobre todo elemento terrenal, y reconocen
que algo grande y decisivo está por acontecer, que el mundo se encuentra en
vísperas de una crisis estupenda.
Los ángeles están hoy reteniendo los vientos de contienda, hasta que
el mundo sea advertido acerca de su inminente destrucción; pero se está
preparando una tormenta, que se va a desencadenar sobre la tierra, y cuando Dios
ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena tal de lucha que
ninguna pluma la puede describir. . .
El Señor nos ha concedido misericordiosamente un momento de tregua.
Toda facultad que nos ha sido concedida por el cielo ha de ser empleada en hacer
la obra que el Señor nos asignó en favor de los que perecen en la ignorancia. El
mensaje de amonestación debe resonar en todas partes del mundo. . . hay una gran
obra que hacer, y esta tarea ha sido encomendada a los que conocen la verdad
para este tiempo.
Maranata, p.264.
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