¿Piensa alguien que los mensajes de amonestación no llegarán hasta aquellos a quienes Dios reprocha? Los que son reprochados pueden levantarse indignados y procurar acallar mediante la ley al mensajero de Dios; pero al hacer esto no están poniendo la ley sobre el mensajero sino sobre Cristo, quien dio el reproche y la amonestación. Cuando los hombres ponen en peligro la obra y la causa de Dios debido a su conducta equivocada, ¿no oirán la voz de reproche? Si esto tuviera que ver únicamente con el que hace el mal, si el daño no pasara de él, entonces él solo debería recibir las palabras de amonestación; pero cuando su conducta provoca un daño definido a la causa de la verdad, y pone en peligro a las almas, Dios requiere que la advertencia se proclame con la misma amplitud que tiene el perjuicio que se ha realizado. Los testimonios no serán obstaculizados. Las palabras de reproche y de advertencia, el claro “así dice Jehová”, vendrán de los instrumentos señalados por Dios; porque las palabras no se originan en el instrumento humano sino que proceden de Dios, quien lo designó para que realizara su obra. Si se realiza una demanda judicial en los tribunales terrenos, y Dios permite que siga adelante el juicio, se debe a que su propio nombre ha de ser glorificado. Pero el infortunio sobrecogerá a la persona que decidió realizar esa obra. Dios lee los motivos, de cualquier índole que sean. Oro para que Dios enseñe a nuestros hermanos a ser íntegros y a no transigir. La causa de Dios ha sido dañada por hombres inconsecuentes que actúan en ella, y cuanto antes se los separe, tanto mejor será...
Dios llama a hombres de fidelidad a toda prueba. No tiene lugar en una situación de emergencia para hombres de dos caras. Quiere a hombres capaces de colocar su mano sobre un trabajo erróneo y de decir: “Esto no está de acuerdo con la voluntad de Dios”.—Carta 191/2, 1897.
Mensajes Selectos Tomo 2, p. 173,174
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