EL DEBATE SOBRE LA COOPERACIÓN DE LAS POTENCIAS
07/09/2014- Jaime de Greco
Henry Kissinger afirma que el orden internacional se enfrenta a una paradoja: su prosperidad depende del éxito de la globalización.
La búsqueda de un nuevo orden mundial requerirá de un estrategia coherente para establecer un concepto de orden “within” más integrador/cooperativo.
ÚLTIMA HORA
A la vuelta del verano me encuentro el 29 de agosto con un artículo en el Wall Street Journal de Henry Kissinger, ex Secretario de Estado norteamericano con los Presidentes Nixon y Ford, que sostiene la tesis que el Orden Mundial-“World Order”- sobre el que ha caracterizado el mundo Occidental tras la II Guerra Mundial está en crisis.
El artículo no solo tiene en cuenta los acontecimientos en Ucrania, Iraq, Siria o Afganistán para defender su teoría, también es un adelanto de su nuevo libro que se presenta el 9 de Septiembre. Y de viernes a viernes, y tiro porque me toca, Hillary Clinton, ex Secretaria de Estado número 67 de la historia de Estados Unidos en el primer mandato de Barack Obama, comenta el libro de Kissinger en un artículo en el Washington Post, casi una semana después.
Entretanto, se produce esta semana la reunión de Jefes de Estado y Gobierno de la OTAN/NATO en el Gales (Reino Unido) más importante de los últimos años, consecuencia de las amenazas a las que se enfrenta Occidente, una de ellas, en suelo europeo, es el desafío de Putin en Ucrania. Conviene recordar que sí este país hubiera sido miembro de la OTAN, el artículo 5 del Tratado OTAN hubiera obligado a que cuando uno de sus miembros es atacado se active la defensa colectiva por parte del resto en el seno de la organización, es decir, su razón de ser.
De ahí, el acuerdo en la reunión de Cardiff de la OTAN de crear una fuerza de intervención rápida con miles de efectivos para desplegar en algunos de los países miembros del frente oriental europeo limítrofe con Rusia. Según Kissinger, el concepto de Orden Mundial compartido entre Estados Unidos y Europa, de democracia y libre mercado mezcla del idealismo americano y del equilibrio entre las naciones europeas era incipiente con la llegada de este siglo.
Lo que ocurre es que en un mundo globalizado muchas naciones y pueblos nunca compartieron esta idea o concepto de Orden. Los hechos en Asia, Oriente Medio, Ucrania entre otros vienen a constatar la crisis internacional en la que vivimos. Además, el choque entre la economía internacional y las instituciones políticas que gobiernan es también una fuente de debilidad para un objetivo de orden mundial.
La economía se ha globalizado ignorando las fronteras nacionales, pero las estructuras políticas permanecen en las fronteras del Estado Nación. El reciente desafío de los países BRICS (Brasil,Rusia,China, India y Sudáfrica) de crear un Banco de Desarrollo Conjunto, alternativa al Fondo Monetario Internacional es un ejemplo del cambio en el que nos encontramos, junto a los acuerdos de Defensa y energéticos que estos países suscriben entre ellos y con terceros.
La Cumbre del G20 en Brisbane (Australia) en Noviembre, cuyo anuncio empapela ya las calles de Madrid promocionando dicha ciudad a raíz de este evento, y que incluye también a los BRICS junto a Europa, a Japón y Norteamérica, será de gran importancia en momentos como los actuales, si sus miembros son capaces de articular decisiones de consenso que obliguen a todos, o que marquen al menos una estrategia común.
La paradoja del orden internacional
Por ello, Henry Kissinger afirma que el orden internacional se enfrenta a una paradoja: su prosperidad depende del éxito de la globalización, pero el proceso produce una reacción política que muchas veces va en su contra. Y a pesar de las organizaciones internacionales existentes, falta un mecanismo de cooperación entre las grandes potencias en los asuntos más esenciales, lo que no existe en la práctica como tal, al menos, y que ese mecanismo implique un nivel de compromiso y estrategia a medio largo plazo entre los líderes mundiales.
La búsqueda de un nuevo orden mundial requerirá de un estrategia coherente para establecer un concepto de orden “within” más integrador/cooperativo en diferentes regiones y relacionar estos ordenes regionales unos con otros. No obstante, una región puede conseguir un grado de orden alto, pero basado en principios de fuerza o radicalismo se convierte en una amenaza para los demás y el resto del mundo. En definitiva, un nuevo orden mundial donde la dignidad individual, la cooperación internacional y el respeto a normas y Tratados acordados libremente deba ser la inspiración para todos.
Y para jugar un papel de liderazgo responsable, los Estados Unidos deben, según Kissinger, responder a una serie de preguntas sobre que quiero prevenir, que quiero realizar, que valores quiero preservar y como lo haré según las circunstancias y alianzas, conciliando dos contradicciones aparentes: el respeto a principios universales deberá compartir el reconocimiento de la realidad de otras regiones, historias, culturas y visiones de defensa/seguridad.
Hillary Clinton, por su parte, coincide con Kissinger en su filosofía general, y mantiene en su artículo que dicha visión coincide con la de su mandato y el actual de la Administración Obama para construir una arquitectura global de cooperación y seguridad para el siglo XXI, ante la ansiedad o el temor que puedan tener muchos ciudadanos de Estados Unidos ante la situación internacional.
Surgido en el pasado siglo, derrotó al fascismo y al comunismo
Ese orden mundial, dice Clinton, surgido en el pasado siglo y liderado por Estados Unidos derrotó al fascismo y al comunismo en Gobiernos, llevando prosperidad y progreso a miles de millones de ciudadanos en el mundo. Sin embargo, muchas jóvenes generaciones no son conscientes de todo esto y lo que supuso, y es necesario que lo conozcan ante los desafíos futuros y las nuevas amenazas que el Presidente Obama ya señaló en el discurso cuando recibió el Nobel de la Paz en 2009. En su primer mandato, según Clinton, Obama se dedicó a poner al día las organizaciones internacionales y responder, entre otros, al desafío nuclear iraní y Bin Laden. Las crisis durante el segundo mandato de Obama que estamos viviendo exigen una un compromiso especial entre Estados Unidos y sus socios para hacer frente a los mismos en años sucesivos.
Como dice Kissinger, la Política Exterior “no es una historia con un principio o un final”, “pero un proceso de gestión de desafíos recurrentes”, lo que Hillary dice era lo que el Presidente Kennedy afirmaba “la paz y el progreso no se basan en una revolución inmediata en la naturaleza humana pero en una evolución gradual de las instituciones, un proceso” que califica de “ a way solving problems”, de ofrecer soluciones a los problemas.
Es lo que Clinton señala precisamente de Estados Unidos sobre que es una nación “problem-solving”, en su mejor versión, y es el compromiso americano de renovar y defender el orden global lo que determinará si “construimos un futuro de paz, progreso o prosperidad…” “Nuestro liderazgo ya no debe ser solo militar o diplomático, sino nuestra defensa de los derechos humanos, y crear condiciones para sociedades civiles fuertes y más desarrollo”.
“Cualquier sistema de orden mundial en el mundo actual para ser sostenible debe ser no solo aceptado por los líderes, también por los ciudadanos”. Es el estamos Unidos en unos objetivos comunes, “United we stand”, y para eso un debate profundo entre políticos y ciudadanos es necesario para definir el consenso político de la política exterior en este siglo XXI.
Europa no puede ser ajena a este debate global, las amenazas no están sólo en algún desierto, están también aquí en nuestras calles. No sé si es el “soft power”, quizás sea lo que Hillary Clinton califica como “smart power” en las Relaciones Internacionales. En la Unión Europea hablamos de “Smart legislation” y tenemos más de 45.000 normas y leyes. Eso sí, no sé si con la Política Exterior de Europa y de la UE con sus nuevos gestores al frente seremos capaces de afrontar los nuevo retos inmediatos de crear una nueva, sólida y eficaz Política Exterior y de Defensa ante los desafíos cercanos. Esperemos que sí, sino se lo exigiremos, pues de ello dependerá nuestra prosperidad y bienestar presente y futuro. Puede ser, entonces, que la reunión de Gales sea el comienzo de esa nueva Política Exterior junto a Estados Unidos.
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