Estudiantes musulmanes y adventistas de undécimo año, en una fiesta de finalización de clases. [fotografía por cortesía de la División Euroasiática]
LOS DOCENTES HABLAN DE UN DOBLE MILAGRO EN ESCUELA ADVENTISTA EN LA EX UNIÓN SOVIÉTICA
December 16, 2014 | Silver Spring (Maryland, Estados Unidos) | Andrew McChesney/Adventist Review
Los estudiantes musulmanes de una institución educativa adventista en la ex Unión Soviética tenían tanta confianza en que Dios intervendría para cambiar el día de los exámenes finales del estado que habían sido programados para el sábado que se unieron a sus compañeros adventistas, rehusándose a dar esos exámenes, aun a costa de no poder graduarse.
La fe de los jovencitos no fue defraudada.
A último momento, el gobierno de ese país mayormente musulmán autorizó la reprogramación de los exámenes, lo que dejó atónitos a los docentes adventistas, que habían pasado días sufriendo por esa situación.
Lo más asombroso es que la autorización provino del ministro asistente que poco tiempo atrás había forzado a la escuela adventista a quitar la palabra «Cristiana» de su nombre.
«Los estudiantes musulmanes decidieron mantenerse firmes de parte de los principios de no trabajar y estudiar en sábado, algo que habían aprendido en la escuela adventista. Fue una decisión maravillosa», dijo Guillermo Biaggi, presidente de la División Euroasiática, cuyo territorio incluye a la mayor parte de la ex Unión Soviética.
«Dios inspiró no solo a alguien del gobierno para que cambiara el día de los exámenes, sino también a los estudiantes, y recompensó su confianza en el Creador y Redentor», expresó el jueves.
La historia de los exámenes en sábado surgió en las reuniones de fin de año de la División Euroasiática. La Revista Adventista no identifica la escuela o su ubicación para evitar obstáculos en su obra.
«Solo nos quedaba esperar en Dios»
La institución, que tiene 280 estudiantes de 6 a 17 años, pasó por un difícil año académico 2013-14 debido a diversos desafíos de las autoridades y de otras personas disgustadas con la presencia de una escuela cristiana en un país musulmán, dijeron los directivos de la escuela y de la iglesia.
Sin embargo, nada preparó a los docentes para un decreto sorpresivo del Ministerio de Educación que planificó los exámenes del novena y undécimo años para un sábado.
Los docentes comenzaron a orar. Algunos estudiantes del undécimo año eran adventistas, pero la mayoría era musulmana. Ninguno de los estudiantes del noveno año eran adventistas.
Todos los intentos de retrasar los exámenes por un día fracasaron. Ningún directivo educativo quería cargar con la responsabilidad de hacer el cambio. El director de la institución envío una carta a un directivo del Ministerio de Educación que prometió ayudar, pero este nunca la respondió.
«La única esperanza que nos quedaba era Dios», dijo la rectora en una declaración compartida por la División Euroasiática.
La rectora reunió a los estudiantes para explicarles la situación. Dijo que la institución aún estaba tratando de reprogramar los exámenes, pero que no podía prometer un resultado positivo. También dijo que había hecho arreglos con una escuela pública de las cercanías donde podrían dar los exámenes los que así lo desearan.
«Cada estudiante pudo tomar su decisión, conociendo plenamente las consecuencias de ella», dijo la rectora.
Los de undécimo grado que no dieran el examen no podrían graduarse. Y en la ex Unión Soviética, ese es el último año de la escuela secundaria.
«¡Es imposible!»
Solo dos días antes de los exámenes, la rectora recibió una llamada telefónica del Ministerio de Educación. La que llamaba, asistente administrativa del ministro asistente de educación, dijo que su jefe había respondido la carta aparentemente perdida de la rectora y que la institución podía enviar alguien a recogerla.
La rectora dijo que con la llamada perdió lo último de esperanza que tenía, porque ese funcionario había sido el mismo que había forzado un cambio de nombre de la escuela unas semanas antes.
Y eso no es todo.
«Antes de la llamada, habíamos pensado que tal vez podíamos ofrecer los exámenes en otro día sin lo que lo notaran las autoridades educativas –dijo–. Pero ahora que el gobierno había brindado una respuesta oficial, ese plan ya no funcionaría».
La rectora se llevaría una gran sorporesa. Recuerda que cuando abrió y leyó la carta del ministerio, exclamó: «¡Es imposible! ¡Qué bueno es el Señor!»
Sucedió que el funcionario en cuestión estaba de viaje, y la solicitud fue elevada a otro funcionario que autorizó los exámenes en domingo.
La rectora compartió la noticia con los estudiantes. Pero cuando no los vio tan entusiasmados, creyó que no habían entendido, y repitió la buena nueva. Entonces, uno de los estudiantes rompió el silencio, y expresó algo que para la rectora fue aún más increíble que el permiso gubernamental de último minuto para reprogramar los exámenes.
El estudiante dijo: «Jamás dudamos en que Dios resolvería la situación».
La rectora descubrió entonces que ninguno de los estudiantes se había apuntado para dar los exámenes en sábado en la escuela pública. Al hablar con ellos, la rectora descubrió que habían visto tantas manifestaciones del poder de Dios durante el difícil año escolar, que habían concluido que Dios no abandonaría la institución por algo tan simple como unos exámenes en sábado. Los estudiantes musulmanes habían decidido acompañar a los adventistas en su fidelidad al sábado bíblico.
«Los estudiantes no adventistas vieron que Dios está guiando la institución, y creyeron con todo el corazón que el problema sería resuelto –dijo la rectora–. Solo nosotros, los docentes adventistas, estábamos preocupados y consternados».
Fuente: Source:"Adventist News Network"
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