No importa cuál sea nuestra posición, o cuán limitadas sean nuestras capacidades, tenemos que hacer una obra para el Maestro. Nuestras gracias se desarrollan y maduran mediante el ejercicio. Con la verdad de Dios ardiendo en el alma no podemos estar ociosos. La felicidad que experimentaremos al trabajar, compensará aun en esta vida todo el esfuerzo realizado. Únicamente aquellos que han experimentado la felicidad que resulta del esfuerzo de la negación del yo en el servicio de Cristo, pueden hablar de esto con comprensión. En realidad, es un gozo tan puro y tan profundo que el lenguaje humano no puede expresarlo.—Nuestra Elavada Vocacion, 188 (1873).
.
No comments:
Post a Comment