Queridos hermanos de _____,
No os encontráis en la luz de Dios, como deberíais estarlo. Se me señaló hacia atrás, hacia la ganancia de almas ocurrida en _____ durante la primavera pasada, y se me mostró que vuestras mentes no estaban preparadas para esa tarea. No esperabais ni creíais que tal obra se iba a llevar a cabo entre vosotros. Pero la obra se realizó, a pesar de vuestra incredulidad, y sin la colaboración de muchos de vosotros.
Cuando tuvisteis suficientes evidencias de que Dios estaba esperando para derramar su gracia sobre su pueblo, de que la voz de la Misericordia estaba invitando a la cruz de Cristo a los pecadores y a los apóstatas, ¿por qué no os unisteis a los que asumieron la responsabilidad de la obra? ¿Por qué no os pusisteis de parte del Señor? Algunos de vosotros parecíais soñolientos, estupefactos y asombrados, y no estabais preparados para participar plenamente en la obra. Muchos asentían con ella, pero su corazón no estaba en ella. Esta situación constituyó una tremenda evidencia de la tibieza de la iglesia.
Vuestra mundanalidad no os incita a abrir de par en par la puerta del corazón al llamado de Jesús, que está tratando de entrar. El Señor de gloria, que os ha redimido con su propia sangre, ha esperado junto a vuestra puerta para que lo recibáis; pero no abristeis la puerta de par en par ni le disteis la bienvenida. Algunos abrieron un poco la puerta, y permitieron que entrara un pequeño haz de luz de su presencia, pero no le dieron la bienvenida al Visitante celestial. No había lugar para Jesús. El lugar que debería haber estado reservado para él estaba ocupado con otras cosas. Jesús os suplicó de esta manera: “Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20. Teníais una obra que hacer para abrir la puerta. Por un momento os sentisteis inclinados a oír y a abrir; pero incluso esa inclinación se disipó, y perdisteis la oportunidad de aseguraros esa comunión con el Huésped celestial que era vuestro privilegio gozar. Algunos, sin embargo, abrieron la puerta y le dieron una cordial bienvenida a su Salvador.
Jesús no va a abrir la puerta a la fuerza. Debéis abrirla vosotros mismos, y demostrar que deseáis su presencia dándole una sincera bienvenida. Si todos hubieran hecho una obra minuciosa para eliminar la basura del mundo, y hubieran preparado un lugar para Jesús, él habría entrado y habría morado con vosotros, y habría hecho una obra grandiosa por medio de vosotros para la salvación de otras personas. Pero, aunque no estabais preparados para la obra, la comenzó entre vosotros con gran poder. Se rescataron apóstatas, los pecadores se convirtieron, y la noticia se difundió por todas partes. La comunidad fue sacudida. Si la iglesia se hubiera puesto de parte del Señor, y se hubiera abierto el camino para proseguir la obra, se habría llevado a cabo tal tarea en _____ y en _____, y en la región circundante, como nunca la habéis visto. Pero las mentes de los hermanos no se despertaron, y en gran medida eran indiferentes a este asunto. Algunos que siempre se han preocupado de sus propios intereses, no podían concebir que sus mentes se apartaran de sí mismos en esta ocasión, aunque estuviera en juego la salvación de las almas.
El Señor ha depositado sobre nosotros esta responsabilidad. Estábamos dispuestos a darnos del todo para vosotros por un tiempo si os poníais de parte de Dios juntamente con nosotros. Pero en este aspecto el fracaso fue completo. Pusisteis en evidencia una tremenda ingratitud frente a las manifestaciones del poder de Dios entre vosotros. Si hubieseis recibido las señales de la misericordia de Dios como deberíais haberlo hecho, con corazones agradecidos, y hubieseis unido vuestros intereses en la obra con el Espíritu de Dios, no os encontraríais en la condición en que os halláis ahora. Pero desde que esa preciosa obra se hizo entre vosotros, habéis descendido, y os estáis secando espiritualmente.
Todavía no entendéis la parábola de la oveja perdida. No habéis aprendido la lección que el Maestro divino quería que aprendierais. Habéis sido alumnos de entendimiento embotado. Leed la parábola en (Lucas 15): “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido” Lucas 15:4-7.
Allí había varios casos de apóstatas, que habían estado en tinieblas, y que se habían extraviado del rebaño. Pero el caso del Hno. A era notable. No se hicieron todos los esfuerzos necesarios para impedir que se apartara del rebaño; y cuando lo hizo, no se hicieron esfuerzos diligentes para traerlo de vuelta. Hubo más habladuría acerca de su caso que sincero pesar por él. Todas estas cosas lo mantuvieron alejado del redil, e incidieron para que su corazón se sintiera más y más alejado de sus hermanos, de modo que su rescate resultaba más difícil aún. Cuán diferente fue la actitud del pastor de la parábola, cuando salió en busca de la oveja perdida. Dejó a las noventa y nueve en el desierto a merced de sí mismas, expuestas a peligros; pero esa oveja solitaria que se había separado del rebaño estaba en un peligro más grande aún, y para buscarla dejó a las noventa y nueve.
Algunos de los miembros de la iglesia no tenían un interés especial en que el Hno. A regresara. No estaban lo suficientemente preocupados para renunciar a su posición y su orgullo para hacer esfuerzos especiales con el fin de ayudarle a volver a la luz. Se mantuvieron en su posición y dijeron: “No vamos a ir en procura de él; que él venga a nosotros”. Al percibir los sentimientos que sus hermanos albergaban con respecto a él, era imposible que regresara. Si hubieran aprendido la lección que enseñó Cristo, habrían estado dispuestos a deponer su posición y su orgullo, y habrían ido detrás de los errantes. Habrían llorado por ellos, orado por ellos, les habrían implorado que fueran fieles a Dios y a la verdad, y que permanecieran en la iglesia. Pero el sentir de muchos era: “Si quiere irse, que se vaya”.
Cuando el Señor envió a sus siervos para que hicieran en favor de esos errantes la obra que vosotros deberíais haber hecho, e incluso cuando tuvisteis evidencias de que el Señor estaba dando un mensaje de misericordia para estos pobres extraviados, vosotros no estabais preparados para abandonar vuestras ideas. No estuvisteis dispuestos a abandonar a las noventa y nueve, para buscar a la oveja perdida hasta encontrarla, y no lo hicisteis. Y cuando encontraron a la oveja, y la trajeron al redil con regocijo, ¿os regocijásteis vosotros? Tratamos de entusiasmaros. Tratamos de llamaros, como el pastor que llamó a sus vecinos y amigos para que os regocijarais con nosotros; pero aparentemente no estabais dispuestos a hacerlo. Creíais que la oveja había cometido un gran error al abandonar el rebaño, y en lugar de regocijaros porque había regresado, anhelabais hacerle sentir que debería estar muy apenada por haberse ido, y que debería regresar de acuerdo con vuestras propias ideas. Y desde que regresó, os habéis sentido celosos del Hno. A. Lo habéis vigilado para ver si andaba bien. Algunos no se han sentido precisamente satisfechos; no se han sentido dispuestos a aceptar las cosas tales como son.
No os conocéis a vosotros mismos. Algunos de vosotros sois egoístas, lo que reduce vuestra influencia y vuestros esfuerzos. Hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento. Si la iglesia hubiera estado preparada para apreciar la obra que el Señor estaba haciendo en su medio a partir de esa cosecha de almas, sus miembros se deberían haber ido fortaleciendo más y más. Pero en lugar de poner toda el alma en la obra, y manifestar un interés especial y sincero para hacer todo lo posible con el fin de proseguir la obra después que nosotros partimos, actuaron como si la obra no les importara mucho, y como si fueran meros expectadores, listos para manifestar desconfianza y descubrir faltas en cuanto se presentara la oportunidad propicia para hacerlo.
Se me mostró el caso del Hno. B. Se siente infeliz. No está satisfecho con sus hermanos. Ha tenido la impresión por cierto tiempo de que era su deber llevar el mensaje. Posee habilidad para hacerlo y, en la medida de su conocimiento de la verdad, es capaz; pero le falta cultura. No ha aprendido a dominarse a sí mismo. Se requiere mucha sabiduría para tratar con las mentes, y él no está calificado para ese trabajo. Comprende la teoría, pero no se ha educado en la tolerancia, la paciencia, la gentileza, la bondad y la verdadera cortesía. Si surge algo que no concuerda con sus ideas, no se detiene a considerar si es sabio tomar nota de ello, o dejarlo pasar hasta que sea debidamente considerado. Se prepara inmediatamente para la batalla. Es áspero, severo, acusador y si las cosas no concuerdan con lo que él piensa, inmediatamente produce dificultades.
En su temperamento se encuentran los elementos de la guerra y no los de la dulce paz y la armonía. No tiene sabiduría para dar a cada cual su porción de alimento a su tiempo. “A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”. Judas 23. El Hno. B sabe muy poco en cuanto a hacer esta diferencia. Sus modales son ásperos y es indiscreto en su trato con las almas. Esto lo descalifica para ser un pastor sabio y cuidadoso. El pastor debe poseer una combinación de noble generosidad, valor, fortaleza, amor y ternura.
El Hno. B está en peligro de destruir más de lo que puede edificar. No ha sometido todas sus facultades a la voluntad de Dios. No ha sido transformado por la renovación de su entendimiento. Posee suficiencia propia, y no confía plenamente en la gracia de Dios; sus obras no son hechas en Dios. Ser pastor implica ocupar un puesto muy importante, de responsabilidad; alimentar la grey del Señor es una obra elevada y santa. Hno. B: el Señor no considera que usted esté en condiciones de guardar su rebaño. Si usted hubiera aprendido la lección de dominio propio en su experiencia religiosa, y si hubiera sentido la necesidad de elevar su mente y purificar su corazón mediante la santificación del Espíritu, y de someter todas sus facultades a la voluntad de Dios, buscando al mismo tiempo humildad y mansedumbre, estaría ahora en condiciones de hacer el bien, y de ejercer una influencia elevadora y para salvación.
Hno. B y Señora: ustedes tienen una obra que hacer que nadie puede realizar en su lugar. Tienen la tendencia de murmurar y quejarse. Deben hacer algo para subyugar sus sentimientos naturales. Vivan para Dios, conscientes de que no son responsables por los errores de los demás. Vi, Hno. B, que usted podría ciertamente ser vencido por Satanás, y además que su fe podría naufragar por completo, a menos que deje de buscar faltas en los demás y busque en cambio la religión pura y sin mácula delante de Dios. Necesita elevar el nivel de sus pensamientos y su conversación; necesita convertirse por completo.
La vida y la muerte están delante de usted. Debería considerar solemnemente que está tratando con el gran Dios, y debería recordar que él no es un niño de quien uno se puede burlar. No se puede dedicar a su servicio, y después apartarse de él cuando le da gusto y gana. En lo más íntimo de su alma necesita conversión. Todos los que como usted, mi hermano, han dejado de crecer en la gracia de Dios, y de perfeccionar la santidad en su nombre, sufrirán grandes pérdidas en estos días de peligros y pruebas. Se descubrirá que su fundamento es arena movediza y no la roca Cristo Jesús.
Usted obra por impulso. Está enojado con sus hermanos porque no lo enviaron a predicar la verdad. No está en condiciones de recibir este cometido. Se necesitará que más de un predicador eficiente recorra su estela para vendar las heridas y contusiones que producirán sus modales ásperos. Dios no se siente complacido con usted, y temo que pierda la vida eterna. No tiene tiempo que perder. Haga esfuerzos ímprobos para liberarse de la trampa de Satanás. Tiene que aprender de Jesús, que es manso y humilde de corazón, y entonces hallará descanso. ¡Oh, qué obra tiene que hacer usted para perfeccionar la santificación en el temor de Dios, a fin de estar preparado para gozar de la compañía de los ángeles puros y santos! Necesita humillar su corazón delante de Dios, y procurar mansedumbre y justicia, para que sea guardado en el día de la ira del Señor.
Hno. B: el Señor derramó su bendición sobre usted durante la primavera pasada; pero usted no percibió la relación que existe entre la vigilancia y la oración, y el progreso en la vida divina. Descuidó esos deberes, y el resultado ha sido que las tinieblas lo han envuelto. Se ha mantenido en un estado de incertidumbre y desconfianza, y con frecuencia ha elegido la compañía de los que usa Satanás para apartar de Cristo. Podría vivir entre los más corrompidos, y permanecer sin mancha y sin contaminación, si Dios en su providencia lo dirigiera de ese modo. Pero es peligroso para los que desean honrar a Dios encontrar placer y entretenimiento en la compañía de los que no lo temen. Satanás siempre envuelve a los tales en espesas tinieblas; y si los que profesan seguir a Cristo se introducen en ellas sin que se los llame, tientan al diablo a que los tiente. Si para hacer el bien y
glorificar su nombre el Señor nos pide que vayamos entre espíritus infernales, donde se encuentran las tinieblas más oscuras, nos rodeará con sus ángeles y nos mantendrá incontaminados. Pero si buscamos la compañía de los pecadores, y nos complacemos en sus burdos chistes, y nos entretenemos y nos divertimos con sus historias, deportes y obscenidades, los ángeles puros y santos retiran su protección, y nos dejan sumidos en las tinieblas que hemos elegido.
Hno. B: quiero alarmarlo; quiero inducirlo a actuar. Quiero ro- garle que busque a Dios mientras él lo invita a acudir a su lado para que tenga vida. Velar, orar y trabajar es el santo y seña de los cristianos. Satanás es vigilante en sus esfuerzos; su perseverancia es incansable, su celo ardiente y persistente. No espera que su presa venga a él; la busca. Su decidido propósito consiste en arrebatar las almas de las manos de Cristo; pero los profesos cristianos están dormidos en su ceguera, y son insensatos en sus propósitos. No tienen a Dios en sus pensamientos. Un enemigo vigilante les sigue las pisadas; no estarán en peligro sin embargo, mientras confíen en Dios. Pero a menos que lo hagan su fortaleza será debilidad, y serán vencidos por Satanás.
Hno. B: es peligroso que usted se dedique a rumiar dudas. No se permita avanzar más en la dirección que ha estado tomando. Está en peligro constante. Satanás le está siguiendo las pisadas para sugerirle dudas e inducirlo a la incredulidad. Si usted hubiera permanecido definidamente en el consejo de Dios, habría ejercido una influencia para el bien sobre aquellos que gustan ahora de su compañía.
El pobre Hno. C experimentó la influencia del Espíritu de Dios, pero su experiencia fue deficiente. No se apartó plenamente de sus malos hábitos. No hizo de Dios su fortaleza permanente, y sus pies resbalaron. No hay acuerdo entre Cristo y Belial. Usted podría haber sido de ayuda para él, si hubiera mantenido, como debería haberlo hecho, su conexión con el Cielo. Pero su inactividad, los temas de su conversación, su influencia, fortalecieron su apostasía, y acallaron la voz de la conciencia. Su conducta no ha sido una reprensión para él en su senda descendente. Usted podría hacer el bien si viviera para Dios. Su fortaleza es debilidad total; su sabiduría, insensatez; pero usted no se da cuenta.
Se ha sentido demasiado satisfecho con la teoría, con un cuerpo doctrinal correcto, pero no ha sentido la necesidad del poder de Dios; ha descuidado la parte espiritual de la religión. Todo su ser debería clamar por el Espíritu de Dios: la vida y el poder de la religión en el alma, lo que lo conduciría a la crucifixión del yo, y a una firme confianza en su Redentor.
Se encuentra en medio de tinieblas terribles, y a menos que se levante en el nombre de Dios, y rompa las coyundas de Satanás, y se afirme en su libertad, su fe naufragará. Tan grande es la indisposición de Dios a abandonarlo, y su amor por usted, que aunque su vida no ha estado de acuerdo con su voluntad, y sus obras y hábitos le han sido ofensivos, la Majestad del cielo condesciende a solicitarle el privilegio de visitarlo para dejar con usted su bendición: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo”. Apocalipsis 3:20. Las mansiones de gloria son de Cristo, como asimismo los goces de esa morada celestial; no obstante, se humilla para tratar de trasponer la puerta de su corazón a fin de bendecirlo con su luz, y para que usted se regocije con su gloria. Su obra consiste en buscar y salvar lo que se ha perdido y está a punto de perecer. Desea redimir del pecado y de la muerte a tantos como sea posible, para elevarlos hasta su trono y darles vida eterna.
Hno. B: le ruego que se levante y ponga a un lado sus dudas. ¿Qué influye para que usted se sienta inclinado a dudar? Es el hecho que se ha apartado de Dios, su vida no consagrada, sus chistes y sus bromas. Su falta de sobriedad está poniendo en peligro sus intereses eternos. Cristo lo invita a apartarse de esas insensateces para acudir a él. Usted no está creciendo en la gracia ni en el conocimiento de la verdad. No honra la causa. El platillo de su balanza no se está elevando, sino que está descendiendo cada vez más. No está formando un carácter para el cielo y para la vida eterna.
Usted se complace a sí mismo, pasa el tiempo en frivolidades cuando debería estar ocupado con su familia enseñando a sus hijos los caminos y las obras de Dios. Las horas que pasa en compañía de los que sólo le hacen daño, debería dedicarlas a la oración y al estudio de la Palabra de Dios. Debería comprender que sobre usted, como jefe de la familia, reposa la responsabilidad de educar a sus hijos en la disciplina y la amonestación del Señor. ¿Qué cuenta le va a rendir al Señor por el tiempo malgastado? ¿Qué influencia está ejerciendo sobre los que no temen a Dios? “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:16. Quiera Dios ungir sus ojos con colirio para que vea el peligro en que se encuentra. Estoy profundamente preocupada por usted. Mi corazón se conduele. Anhelo verlo alcanzar la alta norma que tiene el privilegio de lograr. Usted puede hacer el bien. Su influencia, si la ejerce de la manera correcta, será buena. Hno. B: sus pisadas se encaminan por la senda descendente. “Volveos, volveos”, “¿por qué moriréis?” Ezequiel 33:11; 18:31.
Si usted avanza mucho más por el camino que está siguiendo ahora, se convertirá en infiel con respecto a la verdad y a la Palabra de Dios. Vele y ore siempre. Dedíquese sin reservas al Señor, y entonces no le será difícil servirlo. Ahora su corazón está dividido. Esa es la razón por la cual las tinieblas lo rodean, en lugar de la luz. El último mensaje de misericordia está siendo proclamado ahora. Es una muestra de la paciencia y la compasión de Dios. “Venid”, es la invitación que se extiende ahora. Venid, porque todas las cosas ya están listas. Esta es la última invitación de la misericordia. Después vendrá la venganza de un Dios ofendido.
Hno. B: cultive la sencillez, el amor, la paciencia y una dulce unión con sus hermanos. Pero, por favor, no venda tan barata la vida eterna. Si se aparta de la verdad, nunca conocerá la felicidad verdadera; ciertamente será miserable. Vale la pena hacer cualquier sacrificio para alcanzar el cielo. Quebrante las cadenas de Satanás. Jesús le invita ahora; ¿escuchará su voz? Debe alcanzar una norma más alta que la que ha logrado hasta ahora. Déle prioridad a la obtención del reino de los cielos y a la justicia de Cristo. Viva para Dios y el cielo, y la recompensa eterna será suya al final de la carrera.
Testimonios Para La Iglesia, Tomo 2, pp.195-203.
glorificar su nombre el Señor nos pide que vayamos entre espíritus infernales, donde se encuentran las tinieblas más oscuras, nos rodeará con sus ángeles y nos mantendrá incontaminados. Pero si buscamos la compañía de los pecadores, y nos complacemos en sus burdos chistes, y nos entretenemos y nos divertimos con sus historias, deportes y obscenidades, los ángeles puros y santos retiran su protección, y nos dejan sumidos en las tinieblas que hemos elegido.
Hno. B: quiero alarmarlo; quiero inducirlo a actuar. Quiero ro- garle que busque a Dios mientras él lo invita a acudir a su lado para que tenga vida. Velar, orar y trabajar es el santo y seña de los cristianos. Satanás es vigilante en sus esfuerzos; su perseverancia es incansable, su celo ardiente y persistente. No espera que su presa venga a él; la busca. Su decidido propósito consiste en arrebatar las almas de las manos de Cristo; pero los profesos cristianos están dormidos en su ceguera, y son insensatos en sus propósitos. No tienen a Dios en sus pensamientos. Un enemigo vigilante les sigue las pisadas; no estarán en peligro sin embargo, mientras confíen en Dios. Pero a menos que lo hagan su fortaleza será debilidad, y serán vencidos por Satanás.
Hno. B: es peligroso que usted se dedique a rumiar dudas. No se permita avanzar más en la dirección que ha estado tomando. Está en peligro constante. Satanás le está siguiendo las pisadas para sugerirle dudas e inducirlo a la incredulidad. Si usted hubiera permanecido definidamente en el consejo de Dios, habría ejercido una influencia para el bien sobre aquellos que gustan ahora de su compañía.
El pobre Hno. C experimentó la influencia del Espíritu de Dios, pero su experiencia fue deficiente. No se apartó plenamente de sus malos hábitos. No hizo de Dios su fortaleza permanente, y sus pies resbalaron. No hay acuerdo entre Cristo y Belial. Usted podría haber sido de ayuda para él, si hubiera mantenido, como debería haberlo hecho, su conexión con el Cielo. Pero su inactividad, los temas de su conversación, su influencia, fortalecieron su apostasía, y acallaron la voz de la conciencia. Su conducta no ha sido una reprensión para él en su senda descendente. Usted podría hacer el bien si viviera para Dios. Su fortaleza es debilidad total; su sabiduría, insensatez; pero usted no se da cuenta.
Se ha sentido demasiado satisfecho con la teoría, con un cuerpo doctrinal correcto, pero no ha sentido la necesidad del poder de Dios; ha descuidado la parte espiritual de la religión. Todo su ser debería clamar por el Espíritu de Dios: la vida y el poder de la religión en el alma, lo que lo conduciría a la crucifixión del yo, y a una firme confianza en su Redentor.
Se encuentra en medio de tinieblas terribles, y a menos que se levante en el nombre de Dios, y rompa las coyundas de Satanás, y se afirme en su libertad, su fe naufragará. Tan grande es la indisposición de Dios a abandonarlo, y su amor por usted, que aunque su vida no ha estado de acuerdo con su voluntad, y sus obras y hábitos le han sido ofensivos, la Majestad del cielo condesciende a solicitarle el privilegio de visitarlo para dejar con usted su bendición: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo”. Apocalipsis 3:20. Las mansiones de gloria son de Cristo, como asimismo los goces de esa morada celestial; no obstante, se humilla para tratar de trasponer la puerta de su corazón a fin de bendecirlo con su luz, y para que usted se regocije con su gloria. Su obra consiste en buscar y salvar lo que se ha perdido y está a punto de perecer. Desea redimir del pecado y de la muerte a tantos como sea posible, para elevarlos hasta su trono y darles vida eterna.
Hno. B: le ruego que se levante y ponga a un lado sus dudas. ¿Qué influye para que usted se sienta inclinado a dudar? Es el hecho que se ha apartado de Dios, su vida no consagrada, sus chistes y sus bromas. Su falta de sobriedad está poniendo en peligro sus intereses eternos. Cristo lo invita a apartarse de esas insensateces para acudir a él. Usted no está creciendo en la gracia ni en el conocimiento de la verdad. No honra la causa. El platillo de su balanza no se está elevando, sino que está descendiendo cada vez más. No está formando un carácter para el cielo y para la vida eterna.
Usted se complace a sí mismo, pasa el tiempo en frivolidades cuando debería estar ocupado con su familia enseñando a sus hijos los caminos y las obras de Dios. Las horas que pasa en compañía de los que sólo le hacen daño, debería dedicarlas a la oración y al estudio de la Palabra de Dios. Debería comprender que sobre usted, como jefe de la familia, reposa la responsabilidad de educar a sus hijos en la disciplina y la amonestación del Señor. ¿Qué cuenta le va a rendir al Señor por el tiempo malgastado? ¿Qué influencia está ejerciendo sobre los que no temen a Dios? “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:16. Quiera Dios ungir sus ojos con colirio para que vea el peligro en que se encuentra. Estoy profundamente preocupada por usted. Mi corazón se conduele. Anhelo verlo alcanzar la alta norma que tiene el privilegio de lograr. Usted puede hacer el bien. Su influencia, si la ejerce de la manera correcta, será buena. Hno. B: sus pisadas se encaminan por la senda descendente. “Volveos, volveos”, “¿por qué moriréis?” Ezequiel 33:11; 18:31.
Si usted avanza mucho más por el camino que está siguiendo ahora, se convertirá en infiel con respecto a la verdad y a la Palabra de Dios. Vele y ore siempre. Dedíquese sin reservas al Señor, y entonces no le será difícil servirlo. Ahora su corazón está dividido. Esa es la razón por la cual las tinieblas lo rodean, en lugar de la luz. El último mensaje de misericordia está siendo proclamado ahora. Es una muestra de la paciencia y la compasión de Dios. “Venid”, es la invitación que se extiende ahora. Venid, porque todas las cosas ya están listas. Esta es la última invitación de la misericordia. Después vendrá la venganza de un Dios ofendido.
Hno. B: cultive la sencillez, el amor, la paciencia y una dulce unión con sus hermanos. Pero, por favor, no venda tan barata la vida eterna. Si se aparta de la verdad, nunca conocerá la felicidad verdadera; ciertamente será miserable. Vale la pena hacer cualquier sacrificio para alcanzar el cielo. Quebrante las cadenas de Satanás. Jesús le invita ahora; ¿escuchará su voz? Debe alcanzar una norma más alta que la que ha logrado hasta ahora. Déle prioridad a la obtención del reino de los cielos y a la justicia de Cristo. Viva para Dios y el cielo, y la recompensa eterna será suya al final de la carrera.
Testimonios Para La Iglesia, Tomo 2, pp.195-203.
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