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Dos libros revelan derroches de fondos del Papado, deshonrosas conductas de prelados y una cerrada oposición a la reforma encarada por Francisco en las finanzas de la Santa Sede.
Acusada. Francesca Chaouqui camina en Roma. Fue arrestada por robar documentos del Papa (AFP).
El escándalo por robo y filtración de documentos del Papa cobró nueva fuerza con la difusión de extractos de dos investigaciones periodísticas basadas en esas fuentes. El despilfarro de fondos del Vaticano, la mala gestión de donaciones para la caridad y vergonzosos comportamientos de altos prelados son algunos de los aspectos develados de una estructura en extremo opaca, que resiste con fiereza las reformas impulsadas por Francisco.
Citando datos confidenciales, los libros Avarizia, de Emiliano Fittipaldi, y Via Crucis, firmado por Gianluigi Nuzzi, exponen la existencia de pérdidas millonarias en ingresos por alquileres, acciones de sacerdotes codiciosos y escandalosas entregas de dinero para la proclamación de santos.
Ambas obras fueron –según parece– construidas con base en documentos filtrados por el monseñor español Lucio Vallejo Balda y la publicista italiana Francesca Chaouqui, que fueron arrestados el fin de semana acusados de sustracción de documentos de una comisión –de la que eran miembros– creada en 2013 por el pontífice argentino para, justamente, ordenar y limpiar las finanzas de la Santa Sede. Ambos detenidos dijeron que quieren ayudar al Papa en su tarea de limpieza. Pero las filtraciones son vistas como parte de una amarga batalla interna entre reformistas y miembros de la vieja guardia que se opone al Papa.
“Francisco debe saber que la fundación Niño Jesús, que recibe donaciones para niños enfermos, pagó la millonaria remodelación del apartamento del cardenal Tarcisio Bertone (...) que las fundaciones a nombre del papa Ratzinger y papa Wojtyla conservan más de 15 millones en sus cofres (...) debe saber que el Banco Vaticano no ha sido limpiado”, escribe Fittipaldi en el prólogo de su libro.
Fittipaldi y Nuzzi exculpan a Francisco de todos estos desmanes. Antes bien, remontan el origen del despilfarro a los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI y afirman que su intención es mostrar cómo sectores de la curia se oponen a Francisco. Pero el grado de despropósitos es de tal magnitud que, al fin, acaban arrojando un balde de cieno sobre la gestión del actual pontífice. Tal vez sea por eso que el Vaticano describió los libros como “fruto de una grave traición a la confianza dada por el Papa”.
Fittipaldi cuenta, por ejemplo, que hay personas que pagan hasta 400.000 euros para lograr que sus familiares sean beatificados y canonizados. En 2013, cinco auditores internacionales escribieron a Francisco: “Santo Padre (...) hay una ausencia total de transparencia en la contabilidad tanto de la Santa Sede como de la Gobernación’’, dice el libro de Nuzzi. “Los costes están fuera de control”, agrega.
Nuzzi cuenta el caso de monseñor Giuseppe Sciacca que, en 2012, quería un departamento más confortable. Aprovechando que su vecino estaba hospitalizado, echó abajo la pared medianera y amplió su residencia concedida por el Vaticano. Cuando el vecino volvió, encontró sus pertenencias reunidas en cajas. El Papa argentino, que vive austeramente en un hotel, ordenó que lo echaran. Fittipaldi narra a su vez que una fundación dedicada al apoyo de niños pagó 200.000 euros para renovar el apartamento de Tarcisio Bertone, ex número dos del Vaticano. Bertone afirma que lo pagó de su bolsillo.
Según el libro de Nuzzi, una tarea de la comisión formada por Francisco era valuar las propiedades inmobiliarias vaticanas. Un informe del grupo revela que el valor real es de US$ 3.000 millones, siete veces más alto que lo registrado en el balance oficial. Las rentas son a veces de entre 30 a 100% por debajo del valor de mercado, incluyendo apartamentos entregados gratis a cardenales y burócratas como compensación o por paquetes de retiro.
“El Papa está bastante solo”, dijo Fittipaldi ayer en una rueda de prensa. Su libro y el de Nuzzi salen mañana.
Fuentes: AP, AFP, ANSA y Clarín
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