30 de julio
Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Joel 2:23.
En las iglesias se producirá una manifestación maravillosa del poder de Dios, pero no afectará a quienes no se hayan humillado ante el Señor y le hayan abierto las puertas de su corazón mediante (*8-N.E.V.) la confesión y el arrepentimiento. En su ceguera, los tales verán la manifestación del poder que alumbrará la tierra con la gloria de Dios como algo peligroso, algo que suscitará sus temores y se obstinarán en hacerle frente. Se opondrán a la obra del Señor puesto que él no actuará conforme a sus expectativas e ideales. “¿Por qué no hemos de conocer el Espíritu de Dios” dirán, “si hemos estado en la obra durante tantos años?” Porque no han respondido a las advertencias y a las súplicas de los mensajes divinos, sino que han dicho persistentemente: “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. Apocalipsis 3:17.
El talento o una experiencia prolongada no transformarán a los hombres en canales de luz a menos que se coloquen bajo los brillantes rayos del Sol de Justicia y sean llamados, elegidos y preparados mediante la gracia del Espíritu Santo. Cuando los hombres que manejan cosas sagradas se humillen bajo la poderosa mano de Dios, el Señor los ensalzará. Los transformará en hombres de discernimiento, hombres ricos en la gracia de su Espíritu. Verán sus rasgos de carácter, ásperos y egoístas, y su obstinación, a la luz que emana de Aquel que es la luz del mundo. “Vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. Apocalipsis 2:5. Encontrarás al Señor si lo buscas con todo tu corazón.—The Review and Herald, 7 de noviembre de 1898.
Solo los que están viviendo a la altura de la luz que tienen, recibirán mayor luz. A menos que estemos avanzando diariamente en la práctica de las virtudes cristianas activas, no reconoceremos las manifestaciones del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Podrá estar derramándose en los corazones en torno de nosotros, pero no la discerniremos ni la recibiremos.—Testimonios para los Ministros, 507.
Maranata, p.225
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