Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Mateo 28:19.
Durante nuestra estada en California, en el año 1874, tuve un impresionante sueño...
Soñé que varios hermanos de California estaban reunidos en concilio, tratando de acordar el mejor plan de trabajo para la próxima temporada... Entró en el consejo un joven a quien frecuentemente había visto yo en sueños. Escuchó con profundo interés cuanto se decía, y después declaró con deliberada confianza y autoridad: “Las ciudades y aldeas forman parte de la viña del Señor y deben oir los mensajes de amonestación. El enemigo de la verdad está haciendo desesperados esfuerzos para desviar a la gente de la verdad de Dios y conducirla a la falsedad... Habéis de sembrar junto a todas las aguas.
“Podrá suceder que no veáis en seguida el resultado de vuestra labor, pero esto no ha de desanimaros. Tomad a Cristo por modelo. Tuvo muchos oyentes, pero pocos discípulos...”
El mensajero prosiguió diciendo: “Tenéis ideas demasiado estrechas acerca de la obra necesaria en esta época. Forjáis planes de la obra de modo que podáis abarcarla; pero habéis de ampliar vuestro criterio. No debéis poner vuestra luz debajo de un almud ni debajo de la cama, sino en el candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Vuestra casa es el mundo...
“Muchos países esperan la luz progresiva que el Señor tiene para ellos, y vuestra fe es mezquina y escasa. Es necesario que ampliéis grandemente vuestro concepto de la obra... Seguid adelante. Dios obrará poderosamente si procedéis con humildad de ánimo ante él. No es fe el hablar de imposibilidades. Nada es imposible con Dios. La luz de Dios ha de poner al mundo a prueba...”
El tiempo es corto, y todos cuantos creen en este mensaje deben sentir la solemne obligación de ser obreros desinteresados, que ejerzan rectamente su influencia, y nunca se opongan de palabra ni obra contra los que procuren el adelanto de los intereses de la causa de Dios... La luz que Dios nos ha dado no serviría de mucho a las gentes si no se la presentáramos de modo que puedan verla. Os digo que debemos ampliar el campo de nuestra visión.21
Testimonios Selectos 1:214-216.
Maranata, p.76.
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