lunes 17 de diciembre de 2007
Es el solsticio de invierno, el día más corto, lo que en realidad festejamos en tanto Navidad. Exactamente, es el 21 de diciembre. Un 17 de diciembre, del 37, nació Nerón, según Suetonio; el sol apenas se levantaba, pero el futuro emperador fue tocado por los rayos del sol antes que la tierra misma. Signo de un horóscopo magnífico...En Cuba, ya sabemos, San Lázaro, bendito, divino y misericordioso.
¿Por qué la obsesión de la Navidad es nórdica, con árboles perennes cubiertos de nieve, y renos y trineos y la consiguiente parafernalia? Que sepamos, el hijo de María nació en Belén, en Israel. Aun si en el Medio Oriente puede nevar en alguno que otro invierno, pronto la temperatura sube y de la nieve, si acaso, permanece agua. Los cipreses son frecuentes en el paisaje mediterráneo de Israel y el Líbano, pero no la típica conífera de la Navidad. Más sospechoso todavía, que se insista en que Santa Claus o Papá Noel vienen del norte de Europa, probablemente de Finlandia.
Es que la Navidad es una celebración eminentemente germánica.
La Iglesia instituyó en un concilio la fecha del 25 de diciembre como la del nacimiento de Jesús, creo que antes de las Cruzadas. Lo que vale preguntarse es el por qué de tal fecha. ¿Qué archivo atestigua que el 25 de diciembre fue el día de la venida al mundo del vástago de María? Evidentemente, ninguno. (Otra cosa es por qué todos los archivos de la época en que Jesús, el histórico, vivió y murió han desaparecido o no se encuentran. Come on!, un Imperio como el romano, tan documentado y prolijo, y justo lo que falta es esto..., pero dejémoslo para una próxima vez.)
El solsticio de invierno, entre el 21 y el 25 de diciembre, es de hecho una confluencia de fiestas paganas y pre-cristianas. La cosmovisión pagana se expresa en concordancia con los ritmos de la naturaleza. El solsticio de invierno es fundamental, pues si se supera la luz viene de nuevo, y la tierra que duerme se despierta, asegurándose la primavera y con ella la continuación de la vida. Los ritos solsticiales buscaban el retorno de la luz tras las tinieblas. A Isis-Osiris-Horus les estaba dedicado el solsticio en cuestión chez los egipcios, y el 25 era la fiesta de Isis. María, en tanto trasunto de Isis: por ahí va uno de los tiros del por qué del 25.
El otro tiro apunta a Mitra, dios solar de origen persa cuyo culto estaba muy difundido en todo el Imperio, y cuyas relaciones con el origen del cristianismo son muchas veces pasmosas. Pues bien, la fiesta de Mitra era también el 25.
Luego de destruir al Imperio romano en el siglo V -"trauma" que bajo otras formas, perdura hasta el día de hoy, y ha sido la expresión de la historia ulterior de Europa- , la cristianización de los germanos fue paulatina -y agregaría que insuficiente- , como la de otros pueblos no suficientemente romanizados. Dato importante: muchos de los evangelizadores provenían de los otrora pueblos celtas, que a su vez se habían convertido, como San Gallus y San Colombán.
Para estos habitantes de los bosques oscuros, que bien conocían los rigores del invierno y les temían más que los otros pueblos, los ritos decembrinos eran esenciales en su cosmogonía si es que pretendían la supervivencia.
La corona de adviento, las cuatro velas que deben encenderse antes de la Navidad, proviene de los germanos pre-cristianos. En medio del frío, había que colectar coronas de ramas verdes y encender fuegos en tanto esperanza que la primavera arribaría. Desde luego, se puede decir que la corona de adviento no es una concesión al paganismo sino, al contrario, un ejemplo de la cristianización de la cultura. Estupendo. Nótese, sin embargo, que también la venida de Cristo representa la esperanza. Transferencia de símbolos.
Al adorar a Wotan (para los alemanes), u Odín (para los escandinavos), el principal dios del panteón germánico, se le dedicaba un árbol que se adornaba con diversas ofrendas, entre ellas manzanas, y ello se hacía en el bosque.
Varias leyendas apuntan a Martín Lutero como el inventor del arbolito de Navidad. No es casual: fue el primero que se rebeló contra Roma, siguiendo a sus antepasados bárbaros. Bueno, este Lutero era impulsivo. Le entraban de pronto unos arrebatos, como el de clavar las tesis en Wittenberg, o darle un manotazo al Diablo. Un día de Navidad, como si ese Diablo lo hubiese poseído ( Mann aducía que las relaciones con éste, a pesar del manotazo, eran casi cordiales), salió corriendo de su casa, se fue al bosque cercano, cortó un árbol, se lo trajo de vuelta, lo dispuso en el salón y lo adornó más que posible.
Tal uso germano luego se extendió y sacralizó.
Y el solsticio de invierno acusa un gran hueco negro: un 21 de diciembre nació Stalin, justo la anti-luz.
¿Por qué la obsesión de la Navidad es nórdica, con árboles perennes cubiertos de nieve, y renos y trineos y la consiguiente parafernalia? Que sepamos, el hijo de María nació en Belén, en Israel. Aun si en el Medio Oriente puede nevar en alguno que otro invierno, pronto la temperatura sube y de la nieve, si acaso, permanece agua. Los cipreses son frecuentes en el paisaje mediterráneo de Israel y el Líbano, pero no la típica conífera de la Navidad. Más sospechoso todavía, que se insista en que Santa Claus o Papá Noel vienen del norte de Europa, probablemente de Finlandia.
Es que la Navidad es una celebración eminentemente germánica.
La Iglesia instituyó en un concilio la fecha del 25 de diciembre como la del nacimiento de Jesús, creo que antes de las Cruzadas. Lo que vale preguntarse es el por qué de tal fecha. ¿Qué archivo atestigua que el 25 de diciembre fue el día de la venida al mundo del vástago de María? Evidentemente, ninguno. (Otra cosa es por qué todos los archivos de la época en que Jesús, el histórico, vivió y murió han desaparecido o no se encuentran. Come on!, un Imperio como el romano, tan documentado y prolijo, y justo lo que falta es esto..., pero dejémoslo para una próxima vez.)
El solsticio de invierno, entre el 21 y el 25 de diciembre, es de hecho una confluencia de fiestas paganas y pre-cristianas. La cosmovisión pagana se expresa en concordancia con los ritmos de la naturaleza. El solsticio de invierno es fundamental, pues si se supera la luz viene de nuevo, y la tierra que duerme se despierta, asegurándose la primavera y con ella la continuación de la vida. Los ritos solsticiales buscaban el retorno de la luz tras las tinieblas. A Isis-Osiris-Horus les estaba dedicado el solsticio en cuestión chez los egipcios, y el 25 era la fiesta de Isis. María, en tanto trasunto de Isis: por ahí va uno de los tiros del por qué del 25.
El otro tiro apunta a Mitra, dios solar de origen persa cuyo culto estaba muy difundido en todo el Imperio, y cuyas relaciones con el origen del cristianismo son muchas veces pasmosas. Pues bien, la fiesta de Mitra era también el 25.
Luego de destruir al Imperio romano en el siglo V -"trauma" que bajo otras formas, perdura hasta el día de hoy, y ha sido la expresión de la historia ulterior de Europa- , la cristianización de los germanos fue paulatina -y agregaría que insuficiente- , como la de otros pueblos no suficientemente romanizados. Dato importante: muchos de los evangelizadores provenían de los otrora pueblos celtas, que a su vez se habían convertido, como San Gallus y San Colombán.
Para estos habitantes de los bosques oscuros, que bien conocían los rigores del invierno y les temían más que los otros pueblos, los ritos decembrinos eran esenciales en su cosmogonía si es que pretendían la supervivencia.
La corona de adviento, las cuatro velas que deben encenderse antes de la Navidad, proviene de los germanos pre-cristianos. En medio del frío, había que colectar coronas de ramas verdes y encender fuegos en tanto esperanza que la primavera arribaría. Desde luego, se puede decir que la corona de adviento no es una concesión al paganismo sino, al contrario, un ejemplo de la cristianización de la cultura. Estupendo. Nótese, sin embargo, que también la venida de Cristo representa la esperanza. Transferencia de símbolos.
Al adorar a Wotan (para los alemanes), u Odín (para los escandinavos), el principal dios del panteón germánico, se le dedicaba un árbol que se adornaba con diversas ofrendas, entre ellas manzanas, y ello se hacía en el bosque.
Varias leyendas apuntan a Martín Lutero como el inventor del arbolito de Navidad. No es casual: fue el primero que se rebeló contra Roma, siguiendo a sus antepasados bárbaros. Bueno, este Lutero era impulsivo. Le entraban de pronto unos arrebatos, como el de clavar las tesis en Wittenberg, o darle un manotazo al Diablo. Un día de Navidad, como si ese Diablo lo hubiese poseído ( Mann aducía que las relaciones con éste, a pesar del manotazo, eran casi cordiales), salió corriendo de su casa, se fue al bosque cercano, cortó un árbol, se lo trajo de vuelta, lo dispuso en el salón y lo adornó más que posible.
Tal uso germano luego se extendió y sacralizó.
Y el solsticio de invierno acusa un gran hueco negro: un 21 de diciembre nació Stalin, justo la anti-luz.
Publicado por Isis
.
.