El movimiento por las uniones homosexuales gana terreno con impulsos legislativos en estados de la costa este y en la capital
DAVID ALANDETE - Washington - 23/04/2009
Nueva York ha sido el último Estado en apuntarse a lo que parece un ascenso imparable del matrimonio homosexual en Estados Unidos. El pasado viernes, 17 de abril, el gobernador de este Estado, David Paterson, presentó una propuesta legislativa que legalizaría este tipo de uniones en el tercer Estado más poblado de la unión, tras California y Tejas. Una medida similar fracasó en el congreso estatal en 2007, pero en esta ocasión hay dos factores nuevos que pueden ser decisivos: los demócratas controlan este órgano legislativo y, según la última encuesta de opinión, del Siena College, un 53% de los neoyorquinos aprobaría el matrimonio gay.
A esta carrera, que se está jugando, sobre todo, en la costa este del país, se han unido otros Estados tradicionalmente católicos y de voto progresista, como Vermont, que aprobó los matrimonios homosexuales por vía legislativa el 7 de abril. Aquel mismo día la capital federal norteamericana dio un pequeño paso que los activistas gays consideran tan importante o más que el hecho de que ya haya cuatro Estados en los que estas uniones son legales. Washington decidió, por unanimidad, que los matrimonios entre personas del mismo sexo oficiados en otros Estados sean reconocidos en su jurisdicción. Dado que todas las propuestas legislativas de la capital federal deben ser aprobadas por el Congreso, por primera vez se debatirá en el Capitolio el asunto del matrimonio homosexual.
"En este momento existe en el Congreso el liderazgo necesario para poder ratificar esta decisión de la capital", explica Jenny Pizer, directora del proyecto de matrimonio de la organización Lambda Legal, que aboga por la legalización del matrimonio gay en EE UU. "El hecho de que el matrimonio gay avance a través de distintas vías, como la legislativa y la judicial, es una muestra de que la sociedad está preparada para la aprobación total de este tipo de uniones".
En 1996 el Congreso norteamericano aprobó una ley, ratificada por Bill Cinton, que ha determinado la forma en que el matrimonio gay se ha abierto camino en EE UU en la pasada década. Esta norma permitió que los Estados decidieran si legalizaban el matrimonio gay o no, pero impuso dos limitaciones. Por una parte, los otros Estados de la Unión podrían negarse a reconocer estos matrimonios y, por otra, el gobierno federal no reconocería la validez de las uniones entre personas del mismo sexo. Hasta la fecha, 4 Estados han aprobado el matrimonio gay y 43 lo han prohibido, 29 de ellos a través de enmiendas constitucionales.
Nueva Inglaterra, una zona mayoritariamente católica en el norte de la costa atlántica, ha asumido el liderazgo en la avanzadilla del matrimonio homosexual en EE UU. Fue el Tribunal Supremo de Massachusetts el primero en legalizar este tipo de uniones, en 2004. Le siguieron Connecticut, en 2008, y Vermont, el pasado martes. Este último Estado ha sido el único en aprobar estos matrimonios con el voto de su parlamento y sorteando el veto del gobernador republicano Jim Douglas.
Más al sur, tanto Nueva York como Nueva Jersey están debatiendo leyes para validar los matrimonios homosexuales. Por ahora, un Estado del tradicionalmente conservador Medio Oeste les ha ganado la mano. El Supremo de Iowa legalizó estas uniones el pasado día 3 de abril, gracias a un caso apelado por el colectivo Lambda Legal y en una sentencia que equiparaba esta lucha a las que hace décadas se acometió contra la esclavitud y los derechos de las mujeres.
De momento, sólo Rhode Island, Nueva York y la ciudad de Washington reconocen los matrimonios gays oficiados en otros Estados. El caso de Washington es especialmente significativo, ya que el Congreso federal deberá decidir si la medida tiene efecto o no. La última vez que un asunto similar llegó a la máxima instancia legislativa del país fue en 2006, cuando el Senado rechazó enmendar la constitución para que ésta definiera el matrimonio como "la unión exclusiva de un hombre y una mujer", una reforma apoyada por el entonces presidente, George W. Bush.
California, uno de los Estados más progresistas de la Unión, se ha convertido desde el año pasado en otro de los grandes caballos de batalla de los defensores del matrimonio homosexual. El Supremo de este Estado legalizó los matrimonios gays el año pasado. Los ciudadanos votaron a favor de declararlos inconstitucionales el pasado 4 de noviembre, aprobando una enmienda a la Constitución estatal que define las uniones matrimoniales como intrínsecamente heterosexuales. Sin embargo, el Supremo debe decidir ahora si una votación por mayoría simple es suficiente para enmendar la Constitución.
Este mismo tribunal dijo en su decisión de 2008 que "el derecho sustancial de dos adultos que comparten una relación amorosa de unirse conjuntamente y establecer una familia propia - y, si la pareja lo decide, criar niños dentro de esa familia - constituye un atributo vital del interés fundamental amparado por la libertad y la autonomía personal que recoge la Constitución de California". Los defensores de este tipo de uniones confían en que, finalmente, este tribunal legalice los matrimonios entre personas del mismo sexo por la vía judicial, como ya sucedió con los matrimonios interraciales en 1967.
"En este momento existe en el Congreso el liderazgo necesario para poder ratificar esta decisión de la capital", explica Jenny Pizer, directora del proyecto de matrimonio de la organización Lambda Legal, que aboga por la legalización del matrimonio gay en EE UU. "El hecho de que el matrimonio gay avance a través de distintas vías, como la legislativa y la judicial, es una muestra de que la sociedad está preparada para la aprobación total de este tipo de uniones".
En 1996 el Congreso norteamericano aprobó una ley, ratificada por Bill Cinton, que ha determinado la forma en que el matrimonio gay se ha abierto camino en EE UU en la pasada década. Esta norma permitió que los Estados decidieran si legalizaban el matrimonio gay o no, pero impuso dos limitaciones. Por una parte, los otros Estados de la Unión podrían negarse a reconocer estos matrimonios y, por otra, el gobierno federal no reconocería la validez de las uniones entre personas del mismo sexo. Hasta la fecha, 4 Estados han aprobado el matrimonio gay y 43 lo han prohibido, 29 de ellos a través de enmiendas constitucionales.
Nueva Inglaterra, una zona mayoritariamente católica en el norte de la costa atlántica, ha asumido el liderazgo en la avanzadilla del matrimonio homosexual en EE UU. Fue el Tribunal Supremo de Massachusetts el primero en legalizar este tipo de uniones, en 2004. Le siguieron Connecticut, en 2008, y Vermont, el pasado martes. Este último Estado ha sido el único en aprobar estos matrimonios con el voto de su parlamento y sorteando el veto del gobernador republicano Jim Douglas.
Más al sur, tanto Nueva York como Nueva Jersey están debatiendo leyes para validar los matrimonios homosexuales. Por ahora, un Estado del tradicionalmente conservador Medio Oeste les ha ganado la mano. El Supremo de Iowa legalizó estas uniones el pasado día 3 de abril, gracias a un caso apelado por el colectivo Lambda Legal y en una sentencia que equiparaba esta lucha a las que hace décadas se acometió contra la esclavitud y los derechos de las mujeres.
De momento, sólo Rhode Island, Nueva York y la ciudad de Washington reconocen los matrimonios gays oficiados en otros Estados. El caso de Washington es especialmente significativo, ya que el Congreso federal deberá decidir si la medida tiene efecto o no. La última vez que un asunto similar llegó a la máxima instancia legislativa del país fue en 2006, cuando el Senado rechazó enmendar la constitución para que ésta definiera el matrimonio como "la unión exclusiva de un hombre y una mujer", una reforma apoyada por el entonces presidente, George W. Bush.
California, uno de los Estados más progresistas de la Unión, se ha convertido desde el año pasado en otro de los grandes caballos de batalla de los defensores del matrimonio homosexual. El Supremo de este Estado legalizó los matrimonios gays el año pasado. Los ciudadanos votaron a favor de declararlos inconstitucionales el pasado 4 de noviembre, aprobando una enmienda a la Constitución estatal que define las uniones matrimoniales como intrínsecamente heterosexuales. Sin embargo, el Supremo debe decidir ahora si una votación por mayoría simple es suficiente para enmendar la Constitución.
Este mismo tribunal dijo en su decisión de 2008 que "el derecho sustancial de dos adultos que comparten una relación amorosa de unirse conjuntamente y establecer una familia propia - y, si la pareja lo decide, criar niños dentro de esa familia - constituye un atributo vital del interés fundamental amparado por la libertad y la autonomía personal que recoge la Constitución de California". Los defensores de este tipo de uniones confían en que, finalmente, este tribunal legalice los matrimonios entre personas del mismo sexo por la vía judicial, como ya sucedió con los matrimonios interraciales en 1967.