CATALINA JARAMILLO/EDLP 2010-02-26 El Diario NY
El empresario dominicano Benny Lorenzo es el ejemplo vivo de que el trabajo es la llave del éxito. Foto: Humberto Arellano/EDLP HUMBERTO ARELLANO/EDLP
NUEVA YORK — Para Benny Lorenzo querer es poder. Lorenzo, hijo único de una familia campesina de República Dominicana, pasó de andar descalzo por las calles de Santo Domingo a ser presidente, gerente general e inversionista mayoritario de un banco de inversiones que maneja activos de millones de dólares. “Cualquier persona lo puede hacer si tiene el sueño”, asegura.
Pero Lorenzo, de 57 años, sabe que está parado sobre hombros de personas que le permitieron tener las oportunidades que tuvo y por eso ahora se preocupa de compartir su riqueza con la comunidad a través de donaciones a la Alianza Dominicana y otras organizaciones.
Su madre, Aleida Vogue, era una mujer analfabeta que vino a Nueva York en 1961 —él vino en el 63— que trabajaba en una factoría para darle educación. “Esa es la fuerte, la mujer clave”, recalca. Lo envió a una escuela católica en Nueva Jersey para que no se “perdiera” en las calles de Nueva York. Allí conoció a una monja italiana que influyó mucho en su vida y a la cual todavía visita. Luego fue al High School en Washington Heights y ahí una profesora puertorriqueña lo motivó a postular a las universidades Ivy League porque era muy buen alumno. Estudió ingeniería en Cornell y luego hizo una maestría en finanzas en Harvard con una beca. Así fue como entró al mundo de Wall Street y los bancos de inversión.
“Yo ni sabía qué era un Ivy League, menos lo que era Wall Street. Fue un proceso de descubrimiento. Soy una persona muy afortunada”, dice Lorenzo. Pero lo cierto es que hay mucho trabajo por detrás. Lorenzo se levanta todos los días a las 4 de la mañana y trabaja más de los que su esposa y sus dos hijos quisieran.
Pero Lorenzo, de 57 años, sabe que está parado sobre hombros de personas que le permitieron tener las oportunidades que tuvo y por eso ahora se preocupa de compartir su riqueza con la comunidad a través de donaciones a la Alianza Dominicana y otras organizaciones.
Su madre, Aleida Vogue, era una mujer analfabeta que vino a Nueva York en 1961 —él vino en el 63— que trabajaba en una factoría para darle educación. “Esa es la fuerte, la mujer clave”, recalca. Lo envió a una escuela católica en Nueva Jersey para que no se “perdiera” en las calles de Nueva York. Allí conoció a una monja italiana que influyó mucho en su vida y a la cual todavía visita. Luego fue al High School en Washington Heights y ahí una profesora puertorriqueña lo motivó a postular a las universidades Ivy League porque era muy buen alumno. Estudió ingeniería en Cornell y luego hizo una maestría en finanzas en Harvard con una beca. Así fue como entró al mundo de Wall Street y los bancos de inversión.
“Yo ni sabía qué era un Ivy League, menos lo que era Wall Street. Fue un proceso de descubrimiento. Soy una persona muy afortunada”, dice Lorenzo. Pero lo cierto es que hay mucho trabajo por detrás. Lorenzo se levanta todos los días a las 4 de la mañana y trabaja más de los que su esposa y sus dos hijos quisieran.
“Yo era uno de los únicos hispanos. Hay muy pocos de color o mujeres en Wall Street. Es un club de blanquitos. Me dejaron ingresar porque yo podía hacer dinero y mientras puedas hacer eso, estás bien”, explicó. Pasó por diferentes bancos de inversión y vivió en distintas ciudades, pero desde 2008 que está en Kaufman Bros., LP, un banco que se enfoca en tecnología, con clientes en todo el mundo, sedes en San Francisco y Boston, y con oficinas centrales en el piso 30 del 800 de la Tercera Avenida, en Nueva York . Por sus ganancias, está dentro de los 200 más grandes en Estados Unidos.
A pesar de ser millonario, para Benny la mejor comida sigue siendo el arroz con habichuelas y carne. Utiliza un reloj de Mickey Mouse y su ropa es sencilla. Su único lujo, dice, son dos asientos “bastante caros” en el estadio de los Yankees. Dice que el dinero lo ha cambiado, pero que facilita las cosas y trae más oportunidades. Actualmente vive en Tenafly, Nueva Jersey.
Su recomendación para los inmigrantes es: “Que estudien. Si quieres llegar a algo la mejor manera de salir de la pobreza es estudiar. Y si no lo puedes hacer tú, ayuda a tus hijos a hacerlo. Dale consejos para que ellos estudien. Esa es la mejor manera que uno tiene de tener éxito”.
catalina.jaramillo@eldiariony.com
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Fuente: http://www.impre.com/eldiariony/noticias/comunidad/2010/2/26/dominicano--de-paje-a-principe-175218-2.html
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