Viernes 17 de septiembre del 2010
VENEZUELA ENTRE EL COMUNISMO Y DEMOCRACIA
Por Hernán Maldonado
No, no será una elección más. Venezuela acude el domingo 26 a una nueva cita en las urnas y por todo lo que se avizora, casi 17 millones de ciudadanos no elegirán sólo a los nuevos miembros de la Asamblea Nacional, sino que optarán entre vivir en democracia o bajo el sistema comunista.
El petrodictador Hugo Chávez lo ha puesto muy claro al amenazar a sus opositores con la "demolición", tras lo que vaticina como un rotundo triunfo que le permitiría "profundizar" su revolución que desde hace 11 años ha destrozado lo que era un pujante país.
Aunque su mentor Fidel Castro declaró que el modelo socialista-comunista no funciona ni en Cuba, Chávez no se dio por aludido de manera que si logra retener la mayoria parlamentaria seguirá haciendo lo que le viene en gana.
Los opositores confían en que los venezolanos expresarán con su voto su disgusto por el alto costo de la vida (la inflación llega a casi el 20 por ciento) la ruina de los servicios públicos, el deterioro de la infraestructura vial, la gigantesca corrupción y sobre todo por la inseguridad (150.000 asesinados por el hampa en esta década).
Chávez encabeza la campaña oficialista y en cadenas nacionales de radio y TV promete el oro y el moro, como si ayer nomás hubiera sido elegido. Descaradamente culpa de todos los males al "gobierno anterior", como si el suyo no fuera ya el "más anterior de todos los gobiernos", como dice el humorista Pedro Zapata.
Los altos precios petroleros también le permiten regalar a los votantes cocinas, lavadoras, televisores y por debajo de su costo reparte computadoras y útiles escolares. La compra de votos las realiza abiertamente. Por si acaso, también amenaza a los empleados públicos a los que obliga a asistir a sus concentraciones.
Los opositores van a los comicios con candidatos únicos representando a la Mesa de la Unidad, que aglutina a todos los partidos políticos y unas dos docenas de organizaciones cívicas. Como su liderazgo es colectivo, su accionar es paquidérmico.
Chávez usa en su campaña todos los recursos del Estado y aunque la Constitución se lo prohíbe, él está en la calle como portaviones de un conglomerado gris de candidatos caracterizados por doblar la cerviz y levantar la mano aprobatoria a todos sus caprichos.
¿Qué le hace sentir seguro de su victoria? Muchísimas razones. La nueva distribución geográfica-electoral aprobada por sus genuflexos le permite elegir un diputado en lugares de 15.000 habitantes y que están bajo su dominio, contra sitios con 350.000, que se sabe son opositores y que votan por un solo diputado.
No sólo ésta aberración, sino muchos más chanchullos que ya se vieron en otras elecciones y que las reverdecerá el domingo. Así de simple. La gran pregunta es: ¿Le tolerará ahora la oposición éstas marramucias? Pronto lo sabremos. .
VENEZUELA ENTRE EL COMUNISMO Y DEMOCRACIA
Por Hernán Maldonado
No, no será una elección más. Venezuela acude el domingo 26 a una nueva cita en las urnas y por todo lo que se avizora, casi 17 millones de ciudadanos no elegirán sólo a los nuevos miembros de la Asamblea Nacional, sino que optarán entre vivir en democracia o bajo el sistema comunista.
El petrodictador Hugo Chávez lo ha puesto muy claro al amenazar a sus opositores con la "demolición", tras lo que vaticina como un rotundo triunfo que le permitiría "profundizar" su revolución que desde hace 11 años ha destrozado lo que era un pujante país.
Aunque su mentor Fidel Castro declaró que el modelo socialista-comunista no funciona ni en Cuba, Chávez no se dio por aludido de manera que si logra retener la mayoria parlamentaria seguirá haciendo lo que le viene en gana.
Los opositores confían en que los venezolanos expresarán con su voto su disgusto por el alto costo de la vida (la inflación llega a casi el 20 por ciento) la ruina de los servicios públicos, el deterioro de la infraestructura vial, la gigantesca corrupción y sobre todo por la inseguridad (150.000 asesinados por el hampa en esta década).
Chávez encabeza la campaña oficialista y en cadenas nacionales de radio y TV promete el oro y el moro, como si ayer nomás hubiera sido elegido. Descaradamente culpa de todos los males al "gobierno anterior", como si el suyo no fuera ya el "más anterior de todos los gobiernos", como dice el humorista Pedro Zapata.
Los altos precios petroleros también le permiten regalar a los votantes cocinas, lavadoras, televisores y por debajo de su costo reparte computadoras y útiles escolares. La compra de votos las realiza abiertamente. Por si acaso, también amenaza a los empleados públicos a los que obliga a asistir a sus concentraciones.
Los opositores van a los comicios con candidatos únicos representando a la Mesa de la Unidad, que aglutina a todos los partidos políticos y unas dos docenas de organizaciones cívicas. Como su liderazgo es colectivo, su accionar es paquidérmico.
Chávez usa en su campaña todos los recursos del Estado y aunque la Constitución se lo prohíbe, él está en la calle como portaviones de un conglomerado gris de candidatos caracterizados por doblar la cerviz y levantar la mano aprobatoria a todos sus caprichos.
¿Qué le hace sentir seguro de su victoria? Muchísimas razones. La nueva distribución geográfica-electoral aprobada por sus genuflexos le permite elegir un diputado en lugares de 15.000 habitantes y que están bajo su dominio, contra sitios con 350.000, que se sabe son opositores y que votan por un solo diputado.
No sólo ésta aberración, sino muchos más chanchullos que ya se vieron en otras elecciones y que las reverdecerá el domingo. Así de simple. La gran pregunta es: ¿Le tolerará ahora la oposición éstas marramucias? Pronto lo sabremos. .
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