Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra. Luc. 21: 26.
¡Oh, si el pueblo de Dios tuviera conciencia de la inminente destrucción de miles de ciudades ahora casi entregadas a la idolatría!
No hace mucho tiempo, una escena muy impresionante pasó delante de mí. Vi un inmenso globo de fuego cayendo entre algunas hermosas mansiones y causando su instantánea destrucción. Escuché a alguien decir: "Nosotros sabíamos que los juicios de Dios vendrían sobre la tierra, pero no sabíamos que vendrían tan pronto". Otros dijeron: "¿Vosotros lo sabíais? Entonces, ¿por qué no nos lo dijisteis? Nosotros no lo sabíamos". En todo lugar escuché que se hablaban tales palabras...
Pronto penosas aflicciones sobrevendrán entre las naciones: una angustia que no cesará hasta la venida de Jesús. Como nunca antes necesitamos apresurarnos a servir juntos a Aquel que ha preparado su trono en los cielos y cuyo reino gobierna sobre todos. Dios no ha desamparado a su pueblo, y nuestra fuerza depende de no separarnos de él.
Los juicios de Dios están en la tierra. Las guerras y los rumores de guerras, la destrucción por fuego e inundación, dicen claramente que el tiempo de angustia, el cual irá en aumento hasta el fin, está cerca, a las puertas. No tenemos tiempo que perder. El mundo está perturbado por el espíritu de la guerra. Las profecías del capítulo once de Daniel casi han alcanzado su cumplimiento final.
El viernes pasado, de mañana, justamente antes de levantarme, se presentó delante de mí una escena muy impresionante. Me parecía que me había despertado de dormir, pero no en mi hogar. Por las ventanas yo podía observar una terrible conflagración. Grandes esferas de fuego se desplomaban sobre las casas, y desde esas bolas de fuego, saetas ígneas volaban en toda dirección. Era imposible dominar los incendios que se iniciaban y muchos lugares estaban siendo destruidos. El terror de la gente era indescriptible. (esta oracion está en versión en ingles).
Las ciudades de las naciones serán tratadas con estrictez, y sin embargo, no serán visitadas con la extrema indignación de Dios, porque algunas almas renunciarán a los engaños del enemigo, y se arrepentirán y convertirán, mientras que las masas estarán atesorando ira para el día de la ira. 348
Descienden juicios sobre las ciudades
Terribles conmociones vendrán sobre la tierra, y los 114 palacios señoriales levantados a gran costo se convertirán ciertamente en montones de ruinas.-3MR 312 (1891)
Cuando la mano restrictiva de Dios se retire, el destructor comenzará su trabajo. Entonces ocurrirán en nuestras ciudades las mayores calamidades.-3MR 314 (1897)
El Señor dirige advertencias a los habitantes de la tierra, como en el incendio de Chicago y en los incendio de Melbourne, Londres y la ciudad de Nueva York.-Ms 127 (1897)
El fin está cerca y cada ciudad va a ser trastornada de diferentes maneras. Habrá confusión en cada ciudad. Todo lo que puede ser sacudido lo será, y no sabe qué pasará luego. Los juicios serán de acuerdo con maldad de la, gente y la luz de verdad que han tenido.1MR 248 (1902)
¡Ojalá que el pueblo de Dios tuviera una noción de destrucción inminente de millares de ciudades, ahora casi [totalmente] entregadas a la idolatría!-Ev 26 (1903)
Falta poco para que las grandes ciudades sean barridas, de manera que todos deben ser amonestados acerca de la inminencia de estas calamidades.-Ev 26 (1910)
Edificios a prueba de catástrofes se convertirán en ceniza
He visto las mas costosas estructuras de edificios 115 construidos supuestamente a prueba de fuego, pero así como Sodoma pereció en las llamas de la venganza divina, así estas orgullosas estructuras se convertirán en ceniza... Los deleitables monumentos de la grandeza de los hombres se harán polvo aun antes que venga la última gran destrucción sobre el mundo.-3MS 478-479 (1901)
Dios está retirando su Espíritu de las ciudades impías, que han llegado a ser semejantes a las del mundo antediluviano y a Sodoma y Gomorra... Las costosas mansiones, maravillas arquitectónicas, serán destruidas sin previo aviso cuando el Señor vea que sus ocupantes han traspasado los límites del perdón. La destrucción causada por el fuego en los imponentes edificios que se suponen son a prueba de incendios, es una ilustración de cómo, en un momento, los edificios de la tierra caerán en ruinas.-CDCD 152 (1902)
Los hombres continuarán levantando costosos edificios que valen millones; se dará especial atención a su belleza arquitectónica y a la firmeza y solidez con que son construidos. Pero el Señor me ha hecho saber que a pesar de su insólita fineza y su costosa impotencia, esos edificios correrán la misma suerte del templo de Jerusalén.-5CBA 1074 (1906.)
La ciudad de Nueva York
Dios no ha ejecutado su ira sin misericordia. Todavía se extiende su mano. Debe darse su mensaje en el Gran Nueva York. La gente debe ver cómo Dios, por un toque de su mano, puede destruir las propiedades que han 116 reunido para enfrentar el último gran día.-3MR 310- 311(1902).
No tengo luz en particular respecto a lo que viene sobre Nueva York; sólo sé que un día los grandes edificios serán derribados por el poder trastornador de Dios... La muerte llegará a todas partes. Esta es la razón por la cual me siento tan ansiosa de que nuestras ciudades sean amonestadas.-RH Julio 5, 1906.
Estando en Nueva York en cierta ocasión, se me hizo contemplar una noche los edificios que, piso tras piso, se elevaban hacia el cielo. Esos inmuebles que eran la gloria de sus propietarios y constructores eran garantizados incombustibles...
La siguiente escena que pasó delante de mí fue una alarma de incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados incombustibles, y decían: "Están perfectamente seguros". Pero estos edificios fueron consumidos como la pez. Las bombas contra incendio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían hacer funcionar sus máquinas.-3JT 281-282 (1909).
Chicago y Los Ángeles
También pasaron ante mí escenas que pronto tendrían lugar en Chicago y en otras grandes ciudades. A medida que aumentaba la maldad y se retiraba el poder protector de Dios, había vientos destructivos y tempestades. Los edificios eran destruidos por el fuego y derribados por terremotos.
Algún tiempo después se me mostró que la visión de edificios en Chicago y la inversión de los medios de 117 nuestro pueblo para levantarlos, y su correspondiente destrucción, no eran sino una lección práctica para nuestro pueblo, amonestándoles a no invertir grandes sumas en propiedades en Chicago, ni en cualquier otra ciudad, a menos que las providencias de Dios abran positivamente el camino e indiquen claramente el deber de construir o comprar, como sea necesario, a fin de dar la nota de amonestación. Se dio una advertencia similar respecto a construir en Los Ángeles. Repetidamente se me ha instruido que no debemos invertir recursos en la construcción de edificios costosos en las ciudades.-PC 50 (1906).
San Francisco y Oakland
San Francisco y Oakland están llegando a ser como Sodoma y Gomorra, y el Señor las visitará. De aquí a no mucho tiempo sufrirán bajo sus juicios.-Ms 30, 1903.
El terrible terremoto que azotó a San Francisco* será seguido por otras manifestaciones del poder de Dios. Su ley ha sido transgredida. Las ciudades se han contaminado con el pecado. Estudiad la historia de Nínive. Mediante Jonás, Dios le envió un mensaje a esa ciudad perversa... Muchos mensajes semejantes se darían en nuestro tiempo, si las ciudades impías se arrepintiesen como lo hizo Nínive.-Ms 61a, Junio 3, 1906.
Aun en las ciudades donde han caído los juicios de 118 Dios como consecuencia de la transgresión, no hay señal de arrepentimiento. Los bares [de bebidas y bailes] todavía están abiertos y se mantienen muchas tentaciones ante la gente.-Carta 268, Agosto 20, 1906.
Otras ciudades impías
A medida que nos acerquemos al fin de la historia de esta tierra, se repetirán en otras partes las escenas de la calamidad de San Francisco... Estas cosas me hacen sentir que estamos en tiempos muy solemnes porque sé que el día del juicio es inminente. Los juicios que ya han descendido son una advertencia, pero no el fin del castigo que vendrá sobre las ciudades impías...
[Se cita Hab. 2: 1-20; Sof. 1: 1-3:20; Zac. 1:1-4: 14; Mal. 1: 1-4.] Estas escenas pronto serán presenciadas tal como se las describe claramente. Presento estas maravillosas declaraciones de las Escrituras para consideración de todos. Las profecías registradas en el Antiguo Testamento son la palabra del Señor para los últimos días, y se cumplirán tan seguramente como hemos visto la desolación de San Francisco.-Carta 154, Mayo 26, 1906.
Se me pide que declare el mensaje de que las ciudades llenas de transgresión y pecaminosas en extremo, serán destruidas por terremotos, incendios e inundaciones.-Ev 24 (Abril 27, 1906).
Todas las advertencias de Cristo respecto a los eventos que ocurrirán cerca del fin de la historia de esta tierra, se están cumpliendo ahora en nuestras grandes ciudades. Dios está permitiendo que estas cosas sean manifiestas para que el que corra pueda leer. La ciudad de 119 San Francisco es una muestra de lo que todo el mundo está llegando a ser. El soborno perverso, la malversación de fondos, las transacciones fraudulentas entre hombres que tienen autoridad para liberar a los culpables y condenar a los inocentes: toda esta iniquidad está llenando otras grandes ciudades de la tierra y haciendo que el mundo sea como fue en los días anteriores al Diluvio.- Carta 230, 1907
El "tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente" se iniciará pronto; y para entonces necesitaremos tener una experiencia que hoy por hoy no poseemos y que muchos no pueden lograr debido a su indolencia. Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero éste no es el caso respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba. En aquel tiempo de tribulación, cada alma deberá sostenerse por sí sola ante Dios. "Si Noé, Daniel y Job estuvieren" en el país, "¡vivo yo! dice Jehová el Señor, que ni a hijo ni a hija podrán ellos librar por su justicia; tan sólo a sus propias almas librarán." (Ezequiel 14: 20, V.M.)
Ahora, mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo propiciación por nosotros, debemos tratar de llegar a la perfección en Cristo. Nuestro Salvador no pudo ser 681 inducido a ceder a la tentación ni siquiera en pensamiento. Satanás encuentra en los corazones humanos algún asidero en que hacerse firme; es tal vez algún deseo pecaminoso que se acaricia, por medio del cual la tentación se fortalece. Pero Cristo declaró al hablar de sí mismo: "Viene el príncipe de este mundo; mas no tiene nada en mí." (S. Juan 14: 30.) Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiese ganar la victoria. Cristo guardó los mandamientos de su Padre y no hubo en él ningún pecado de que Satanás pudiese sacar ventaja. Esta es la condición en que deben encontrarse los que han de poder subsistir en el tiempo de angustia.
En esta vida es donde debemos separarnos del pecado por la fe en la sangre expiatoria de Cristo. Nuestro amado Salvador nos invita a que nos unamos a él, a que unamos nuestra flaqueza con su fortaleza, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con sus méritos. La providencia de Dios es la escuela en la cual debemos aprender a tener la mansedumbre y humildad de Jesús. El Señor nos está presentando siempre, no el camino que escogeríamos y que nos parecería más fácil y agradable, sino el verdadero, el que lleva a los fines verdaderos de la vida. De nosotros está, pues, que cooperemos con los factores que Dios emplea, en la tarea de conformar nuestros caracteres con el modelo divino. Nadie puede descuidar o aplazar esta obra sin grave peligro para su alma.
El apóstol San Juan, estando en visión, oyó una gran voz que exclamaba en el cielo: "¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo." (Apocalipsis 12: 12.) Espantosas son las escenas que provocaron esta exclamación de la voz celestial. La ira de Satanás crece a medida que se va acercando el fin, y su obra de engaño y destrucción culminará durante el tiempo de angustia.
Pronto aparecerán en el cielo signos pavorosos de carácter sobrenatural, en prueba del poder milagroso de los demonios. Los espíritus de los demonios irán en busca de los reyes de la 682 tierra y por todo el mundo para aprisionar a los hombres con engaños e inducirlos a que se unan a Satanás en su última lucha contra el gobierno de Dios. Mediante estos agentes, tanto los príncipes como los súbditos serán engañados. Surgirán entes que se darán por el mismo Cristo y reclamarán los títulos y el culto que pertenecen al Redentor del mundo. Harán curaciones milagrosas y asegurarán haber recibido del cielo revelaciones contrarias al testimonio de las Sagradas Escrituras.
El acto capital que coronará el gran drama del engaño será que el mismo Satanás se dará por el Cristo. Hace mucho que la iglesia profesa esperar el advenimiento del Salvador como consumación de sus esperanzas. Pues bien, el gran engañador simulará que Cristo habrá venido. En varias partes de la tierra, Satanás se manifestará a los hombres como ser majestuoso, de un brillo deslumbrador, parecido a la descripción que del Hijo de Dios da San Juan en el Apocalipsis. (Apocalipsis 1:13-15.) La gloria que le rodee superará cuanto hayan visto los ojos de los mortales. El grito de triunfo repercutirá por los aires: "¡Cristo ha venido! ¡Cristo ha venido!" El pueblo se postrará en adoración ante él, mientras levanta sus manos y pronuncia una bendición sobre ellos como Cristo bendecía a sus discípulos cuando estaba en la tierra. Su voz es suave y acompasada aunque llena de melodía. En tono amable y compasivo, enuncia algunas de las verdades celestiales y llenas de gracia que pronunciaba el Salvador; cura las dolencias del pueblo, y luego, en su fementido carácter de Cristo, asegura haber mudado el día de reposo del sábado al domingo y manda a todos que santifiquen el día bendecido por él. Declara que aquellos que persisten en santificar el séptimo día blasfeman su nombre porque se niegan a oír a sus ángeles, que les fueron enviados con la luz de la verdad. Es el engaño más poderoso y resulta casi irresistible. Como los samaritanos fueron engañados por Simón el Mago, así también las multitudes, desde los más pequeños hasta los mayores, creen en ese sortilegio y dicen: "Este es el poder de Dios llamado grande." (Hechos 8: 10, V. N-C.) 683
Pero el pueblo de Dios no se extraviará. Las enseñanzas del falso Cristo no están de acuerdo con las Sagradas Escrituras. Su bendición va dirigida a los que adoran la bestia y su imagen, precisamente aquellos sobre quienes dice la Biblia que la ira de Dios será derramada sin mezcla.
Además, no se le permitirá a Satanás contrahacer la manera en que vendrá Jesús. El Salvador previno a su pueblo contra este engaño y predijo claramente cómo será su segundo advenimiento. "Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos.... Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre." (S. Mateo 24: 24-27, 31; 25: 31; Apocalipsis 1: 7; 1 Tesalonicenses 4: 16, 17.) No se puede remedar semejante aparición. Todos la conocerán y el mundo entero la presenciará.
Sólo los que hayan estudiado diligentemente las Escrituras y hayan recibido el amor de la verdad en sus corazones, serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán al mundo. Merced al testimonio bíblico descubrirán al engañador bajo su disfraz. El tiempo de prueba llegará para todos. Por medio de la criba de la tentación se reconocerá a los verdaderos cristianos. ¿Se sienten los hijos de Dios actualmente bastante firmes en la Palabra divina para no ceder al testimonio de sus sentidos? ¿Se atendrán ellos en semejante crisis a la Biblia y a la Biblia sola? Si ello le resulta posible, Satanás les impedirá que logren la preparación necesaria para estar firmes en aquel día. Dispondrá las cosas de modo que el camino les esté obstruído; los aturdirá con bienes terrenales, les hará llevar una carga pesada y abrumadora para que sus corazones se sientan recargados con los cuidados de esta vida y que el día de la prueba los sorprenda como ladrón.
Cuando el decreto promulgado por los diversos príncipes 684 y dignatarios de la cristiandad contra los que observan los mandamientos, suspenda la protección y las garantías del gobierno y los abandone a los que tratan de aniquilarlos, el pueblo de Dios huirá de las ciudades y de los pueblos y se unirá en grupos para vivir en los lugares más desiertos y solitarios. Muchos encontrarán refugio en puntos de difícil acceso en las montañas. Como los cristianos de los valles del Piamonte, convertirán los lugares elevados de la tierra en santuarios suyos y darán gracias a Dios por las "fortalezas de rocas." (Isaías 33: 16.) Pero muchos seres humanos de todas las naciones y de todas clases, grandes y pequeños, ricos y pobres, negros y blancos, serán arrojados en la más injusta y cruel servidumbre. Los amados de Dios pasarán días penosos, encadenados, encerrados en cárceles, sentenciados a muerte, algunos abandonados adrede para morir de hambre y sed en sombríos y repugnantes calabozos. Ningún oído humano escuchará sus lamentos; ninguna mano humana se aprontará a socorrerlos.
¿Olvidará el Señor a su pueblo en esa hora de prueba? ¿Olvidó acaso al fiel Noé cuando sus juicios cayeron sobre el mundo antediluviano? ¿Olvidó acaso a Lot cuando cayó fuego del cielo para consumir las ciudades de la llanura? ¿Se olvidó de José cuando estaba rodeado de idólatras en Egipto? ¿o de Elías cuando el juramento de Jezabel le amenazaba con la suerte de los profetas de Baal? ¿Se olvidó de Jeremías en el obscuro y húmedo pozo en donde había sido echado? ¿Se olvidó acaso de los tres jóvenes en el horno ardiente o de Daniel en el foso de los leones?
"Sión empero ha dicho: ¡Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí! ¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante, de modo que no tenga compasión del hijo de sus entrañas? ¡Aun las tales le pueden olvidar; mas no me olvidaré yo de ti! He aquí que sobre las palmas de mis manos te traigo esculpida." (Isaías 49: 14-16, V.M.) El Señor de los ejércitos ha dicho: "Aquel que os toca a vosotros, le toca a él en la niña de su ojo." (Zacarías 2: 8, V.M.) 685
Aunque los enemigos los arrojen a la cárcel, las paredes de los calabozos no pueden interceptar la comunicación entre sus almas y Cristo. Aquel que conoce todas sus debilidades, que ve todas sus pruebas, está por encima de todos los poderes de la tierra; y acudirán ángeles a sus celdas solitarias, trayéndoles luz y paz del cielo. La prisión se volverá palacio, pues allí moran los que tienen mucha fe, y los lóbregos muros serán alumbrados con luz celestial como cuando Pablo y Silas oraron y alabaron a Dios a medianoche en el calabozo de Filipos.
Los juicios de Dios caerán sobre los que traten de oprimir y aniquilar a su pueblo. Su paciencia para con los impíos da a éstos alas en sus transgresiones, pero su castigo no será menos seguro ni terrible por mucho que haya tardado en venir. "Jehová se levantará como en el monte Perasim, y se indignará como en el valle de Gabaón; para hacer su obra, su obra extraña, y para ejecutar su acto, su acto extraño." (Isaías 28: 21 V.M.) Para nuestro Dios misericordioso la tarea de castigar resulta extraña. "Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío." (Ezequiel 33: 11.) El Señor es "compasivo y clemente, lento en iras y grande en misericordia y en fidelidad, . . . que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado." Sin embargo "visita la iniquidad de los padres sobre los hijos, y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y hasta la cuarta generación." "¡Jehová es lento en iras y grande en poder, y de ningún modo tendrá por inocente al rebelde!" (Éxodo 34: 6, 7; Nahum 1: 3, V.M.) El vindicará con terribles manifestaciones la dignidad de su ley pisoteada. Puede juzgarse de cuán severa ha de ser la retribución que espera a los culpables, por la repugnancia que tiene el Señor para hacer justicia. La nación a la que soporta desde hace tanto tiempo y a la que no destruirá hasta que no haya llenado La medida de sus iniquidades, según el cálculo de Dios, beberá finalmente de la copa de su ira sin mezcla de misericordia.
Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios de la que son amenazados los 686 que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca. (Apocalipsis 14:9, 10.) Las plagas que cayeron sobre Egipto cuando Dios estaba por libertar a Israel fueron de índole análoga a los juicios más terribles y extensos que caerán sobre el mundo inmediatamente antes de la liberación final del pueblo de Dios. En el Apocalipsis se lee lo siguiente con referencia a esas mismas plagas tan temibles: "Vino una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen." El mar "se convirtió en sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar." También "los ríos; y . . ., las fuentes de las aguas, . . . se convirtieron en sangre." Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente vindicada. El ángel de Dios declara: "Justo eres tú, oh Señor, . . . porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen." (Apocalipsis 16: 2-6.) Al condenar a muerte al pueblo de Dios, los que lo hicieron son tan culpables de su sangre como si la hubiesen derramado con sus propias manos. Del mismo modo Cristo declaró que los judíos de su tiempo eran culpables de toda la sangre de los santos varones que había sido derramada desde los días de Abel, pues estaban animados del mismo espíritu y estaban tratando de hacer lo mismo que los asesinos de los profetas.
En la plaga que sigue, se le da poder al sol para "quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor." (Apocalipsis 14: 8, 9.) Los profetas describen como sigue el estado de la tierra en tan terrible tiempo: "El campo fue destruído, enlutóse la tierra; . . . porque se perdió la mies del campo." "Secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres." "El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados." "¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! , . . Se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las 687 praderías del desierto." (Joel 1: 10, 11, 12, 17, 18, 20.) "Y los cantores del templo aullarán en aquel día, dice el Señor Jehová; muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar echados serán en silencio." (Amós 8: 3.)
Estas plagas no serán universales, pues de lo contrario los habitantes de la tierra serían enteramente destruídos. Sin embargo serán los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres. Todos los juicios que cayeron sobre los hombres antes del fin del tiempo de gracia fueron mitigados con misericordia. La sangre propiciatoria de Cristo impidió que el pecador recibiese el pleno castigo de su culpa; pero en el juicio final la ira de Dios se derramará sin mezcla de misericordia.
En aquel día, multitudes enteras invocarán la protección de la misericordia divina que por tanto tiempo despreciaran. "He aquí vienen días, dice el Señor Jehová, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar: desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán." (Amós 8: 11, 1 2.)
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¡Oh, si el pueblo de Dios tuviera conciencia de la inminente destrucción de miles de ciudades ahora casi entregadas a la idolatría!
No hace mucho tiempo, una escena muy impresionante pasó delante de mí. Vi un inmenso globo de fuego cayendo entre algunas hermosas mansiones y causando su instantánea destrucción. Escuché a alguien decir: "Nosotros sabíamos que los juicios de Dios vendrían sobre la tierra, pero no sabíamos que vendrían tan pronto". Otros dijeron: "¿Vosotros lo sabíais? Entonces, ¿por qué no nos lo dijisteis? Nosotros no lo sabíamos". En todo lugar escuché que se hablaban tales palabras...
Pronto penosas aflicciones sobrevendrán entre las naciones: una angustia que no cesará hasta la venida de Jesús. Como nunca antes necesitamos apresurarnos a servir juntos a Aquel que ha preparado su trono en los cielos y cuyo reino gobierna sobre todos. Dios no ha desamparado a su pueblo, y nuestra fuerza depende de no separarnos de él.
Los juicios de Dios están en la tierra. Las guerras y los rumores de guerras, la destrucción por fuego e inundación, dicen claramente que el tiempo de angustia, el cual irá en aumento hasta el fin, está cerca, a las puertas. No tenemos tiempo que perder. El mundo está perturbado por el espíritu de la guerra. Las profecías del capítulo once de Daniel casi han alcanzado su cumplimiento final.
El viernes pasado, de mañana, justamente antes de levantarme, se presentó delante de mí una escena muy impresionante. Me parecía que me había despertado de dormir, pero no en mi hogar. Por las ventanas yo podía observar una terrible conflagración. Grandes esferas de fuego se desplomaban sobre las casas, y desde esas bolas de fuego, saetas ígneas volaban en toda dirección. Era imposible dominar los incendios que se iniciaban y muchos lugares estaban siendo destruidos. El terror de la gente era indescriptible. (esta oracion está en versión en ingles).
Las ciudades de las naciones serán tratadas con estrictez, y sin embargo, no serán visitadas con la extrema indignación de Dios, porque algunas almas renunciarán a los engaños del enemigo, y se arrepentirán y convertirán, mientras que las masas estarán atesorando ira para el día de la ira. 348
Descienden juicios sobre las ciudades
Terribles conmociones vendrán sobre la tierra, y los 114 palacios señoriales levantados a gran costo se convertirán ciertamente en montones de ruinas.-3MR 312 (1891)
Cuando la mano restrictiva de Dios se retire, el destructor comenzará su trabajo. Entonces ocurrirán en nuestras ciudades las mayores calamidades.-3MR 314 (1897)
El Señor dirige advertencias a los habitantes de la tierra, como en el incendio de Chicago y en los incendio de Melbourne, Londres y la ciudad de Nueva York.-Ms 127 (1897)
El fin está cerca y cada ciudad va a ser trastornada de diferentes maneras. Habrá confusión en cada ciudad. Todo lo que puede ser sacudido lo será, y no sabe qué pasará luego. Los juicios serán de acuerdo con maldad de la, gente y la luz de verdad que han tenido.1MR 248 (1902)
¡Ojalá que el pueblo de Dios tuviera una noción de destrucción inminente de millares de ciudades, ahora casi [totalmente] entregadas a la idolatría!-Ev 26 (1903)
Falta poco para que las grandes ciudades sean barridas, de manera que todos deben ser amonestados acerca de la inminencia de estas calamidades.-Ev 26 (1910)
Edificios a prueba de catástrofes se convertirán en ceniza
He visto las mas costosas estructuras de edificios 115 construidos supuestamente a prueba de fuego, pero así como Sodoma pereció en las llamas de la venganza divina, así estas orgullosas estructuras se convertirán en ceniza... Los deleitables monumentos de la grandeza de los hombres se harán polvo aun antes que venga la última gran destrucción sobre el mundo.-3MS 478-479 (1901)
Dios está retirando su Espíritu de las ciudades impías, que han llegado a ser semejantes a las del mundo antediluviano y a Sodoma y Gomorra... Las costosas mansiones, maravillas arquitectónicas, serán destruidas sin previo aviso cuando el Señor vea que sus ocupantes han traspasado los límites del perdón. La destrucción causada por el fuego en los imponentes edificios que se suponen son a prueba de incendios, es una ilustración de cómo, en un momento, los edificios de la tierra caerán en ruinas.-CDCD 152 (1902)
Los hombres continuarán levantando costosos edificios que valen millones; se dará especial atención a su belleza arquitectónica y a la firmeza y solidez con que son construidos. Pero el Señor me ha hecho saber que a pesar de su insólita fineza y su costosa impotencia, esos edificios correrán la misma suerte del templo de Jerusalén.-5CBA 1074 (1906.)
La ciudad de Nueva York
Dios no ha ejecutado su ira sin misericordia. Todavía se extiende su mano. Debe darse su mensaje en el Gran Nueva York. La gente debe ver cómo Dios, por un toque de su mano, puede destruir las propiedades que han 116 reunido para enfrentar el último gran día.-3MR 310- 311(1902).
No tengo luz en particular respecto a lo que viene sobre Nueva York; sólo sé que un día los grandes edificios serán derribados por el poder trastornador de Dios... La muerte llegará a todas partes. Esta es la razón por la cual me siento tan ansiosa de que nuestras ciudades sean amonestadas.-RH Julio 5, 1906.
Estando en Nueva York en cierta ocasión, se me hizo contemplar una noche los edificios que, piso tras piso, se elevaban hacia el cielo. Esos inmuebles que eran la gloria de sus propietarios y constructores eran garantizados incombustibles...
La siguiente escena que pasó delante de mí fue una alarma de incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados incombustibles, y decían: "Están perfectamente seguros". Pero estos edificios fueron consumidos como la pez. Las bombas contra incendio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían hacer funcionar sus máquinas.-3JT 281-282 (1909).
Chicago y Los Ángeles
También pasaron ante mí escenas que pronto tendrían lugar en Chicago y en otras grandes ciudades. A medida que aumentaba la maldad y se retiraba el poder protector de Dios, había vientos destructivos y tempestades. Los edificios eran destruidos por el fuego y derribados por terremotos.
Algún tiempo después se me mostró que la visión de edificios en Chicago y la inversión de los medios de 117 nuestro pueblo para levantarlos, y su correspondiente destrucción, no eran sino una lección práctica para nuestro pueblo, amonestándoles a no invertir grandes sumas en propiedades en Chicago, ni en cualquier otra ciudad, a menos que las providencias de Dios abran positivamente el camino e indiquen claramente el deber de construir o comprar, como sea necesario, a fin de dar la nota de amonestación. Se dio una advertencia similar respecto a construir en Los Ángeles. Repetidamente se me ha instruido que no debemos invertir recursos en la construcción de edificios costosos en las ciudades.-PC 50 (1906).
San Francisco y Oakland
San Francisco y Oakland están llegando a ser como Sodoma y Gomorra, y el Señor las visitará. De aquí a no mucho tiempo sufrirán bajo sus juicios.-Ms 30, 1903.
El terrible terremoto que azotó a San Francisco* será seguido por otras manifestaciones del poder de Dios. Su ley ha sido transgredida. Las ciudades se han contaminado con el pecado. Estudiad la historia de Nínive. Mediante Jonás, Dios le envió un mensaje a esa ciudad perversa... Muchos mensajes semejantes se darían en nuestro tiempo, si las ciudades impías se arrepintiesen como lo hizo Nínive.-Ms 61a, Junio 3, 1906.
Aun en las ciudades donde han caído los juicios de 118 Dios como consecuencia de la transgresión, no hay señal de arrepentimiento. Los bares [de bebidas y bailes] todavía están abiertos y se mantienen muchas tentaciones ante la gente.-Carta 268, Agosto 20, 1906.
Otras ciudades impías
A medida que nos acerquemos al fin de la historia de esta tierra, se repetirán en otras partes las escenas de la calamidad de San Francisco... Estas cosas me hacen sentir que estamos en tiempos muy solemnes porque sé que el día del juicio es inminente. Los juicios que ya han descendido son una advertencia, pero no el fin del castigo que vendrá sobre las ciudades impías...
[Se cita Hab. 2: 1-20; Sof. 1: 1-3:20; Zac. 1:1-4: 14; Mal. 1: 1-4.] Estas escenas pronto serán presenciadas tal como se las describe claramente. Presento estas maravillosas declaraciones de las Escrituras para consideración de todos. Las profecías registradas en el Antiguo Testamento son la palabra del Señor para los últimos días, y se cumplirán tan seguramente como hemos visto la desolación de San Francisco.-Carta 154, Mayo 26, 1906.
Se me pide que declare el mensaje de que las ciudades llenas de transgresión y pecaminosas en extremo, serán destruidas por terremotos, incendios e inundaciones.-Ev 24 (Abril 27, 1906).
Todas las advertencias de Cristo respecto a los eventos que ocurrirán cerca del fin de la historia de esta tierra, se están cumpliendo ahora en nuestras grandes ciudades. Dios está permitiendo que estas cosas sean manifiestas para que el que corra pueda leer. La ciudad de 119 San Francisco es una muestra de lo que todo el mundo está llegando a ser. El soborno perverso, la malversación de fondos, las transacciones fraudulentas entre hombres que tienen autoridad para liberar a los culpables y condenar a los inocentes: toda esta iniquidad está llenando otras grandes ciudades de la tierra y haciendo que el mundo sea como fue en los días anteriores al Diluvio.- Carta 230, 1907
El "tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente" se iniciará pronto; y para entonces necesitaremos tener una experiencia que hoy por hoy no poseemos y que muchos no pueden lograr debido a su indolencia. Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero éste no es el caso respecto de la crisis que nos espera. La imaginación más fecunda no alcanza a darse cuenta de la magnitud de tan dolorosa prueba. En aquel tiempo de tribulación, cada alma deberá sostenerse por sí sola ante Dios. "Si Noé, Daniel y Job estuvieren" en el país, "¡vivo yo! dice Jehová el Señor, que ni a hijo ni a hija podrán ellos librar por su justicia; tan sólo a sus propias almas librarán." (Ezequiel 14: 20, V.M.)
Ahora, mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo propiciación por nosotros, debemos tratar de llegar a la perfección en Cristo. Nuestro Salvador no pudo ser 681 inducido a ceder a la tentación ni siquiera en pensamiento. Satanás encuentra en los corazones humanos algún asidero en que hacerse firme; es tal vez algún deseo pecaminoso que se acaricia, por medio del cual la tentación se fortalece. Pero Cristo declaró al hablar de sí mismo: "Viene el príncipe de este mundo; mas no tiene nada en mí." (S. Juan 14: 30.) Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiese ganar la victoria. Cristo guardó los mandamientos de su Padre y no hubo en él ningún pecado de que Satanás pudiese sacar ventaja. Esta es la condición en que deben encontrarse los que han de poder subsistir en el tiempo de angustia.
En esta vida es donde debemos separarnos del pecado por la fe en la sangre expiatoria de Cristo. Nuestro amado Salvador nos invita a que nos unamos a él, a que unamos nuestra flaqueza con su fortaleza, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con sus méritos. La providencia de Dios es la escuela en la cual debemos aprender a tener la mansedumbre y humildad de Jesús. El Señor nos está presentando siempre, no el camino que escogeríamos y que nos parecería más fácil y agradable, sino el verdadero, el que lleva a los fines verdaderos de la vida. De nosotros está, pues, que cooperemos con los factores que Dios emplea, en la tarea de conformar nuestros caracteres con el modelo divino. Nadie puede descuidar o aplazar esta obra sin grave peligro para su alma.
El apóstol San Juan, estando en visión, oyó una gran voz que exclamaba en el cielo: "¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo." (Apocalipsis 12: 12.) Espantosas son las escenas que provocaron esta exclamación de la voz celestial. La ira de Satanás crece a medida que se va acercando el fin, y su obra de engaño y destrucción culminará durante el tiempo de angustia.
Pronto aparecerán en el cielo signos pavorosos de carácter sobrenatural, en prueba del poder milagroso de los demonios. Los espíritus de los demonios irán en busca de los reyes de la 682 tierra y por todo el mundo para aprisionar a los hombres con engaños e inducirlos a que se unan a Satanás en su última lucha contra el gobierno de Dios. Mediante estos agentes, tanto los príncipes como los súbditos serán engañados. Surgirán entes que se darán por el mismo Cristo y reclamarán los títulos y el culto que pertenecen al Redentor del mundo. Harán curaciones milagrosas y asegurarán haber recibido del cielo revelaciones contrarias al testimonio de las Sagradas Escrituras.
El acto capital que coronará el gran drama del engaño será que el mismo Satanás se dará por el Cristo. Hace mucho que la iglesia profesa esperar el advenimiento del Salvador como consumación de sus esperanzas. Pues bien, el gran engañador simulará que Cristo habrá venido. En varias partes de la tierra, Satanás se manifestará a los hombres como ser majestuoso, de un brillo deslumbrador, parecido a la descripción que del Hijo de Dios da San Juan en el Apocalipsis. (Apocalipsis 1:13-15.) La gloria que le rodee superará cuanto hayan visto los ojos de los mortales. El grito de triunfo repercutirá por los aires: "¡Cristo ha venido! ¡Cristo ha venido!" El pueblo se postrará en adoración ante él, mientras levanta sus manos y pronuncia una bendición sobre ellos como Cristo bendecía a sus discípulos cuando estaba en la tierra. Su voz es suave y acompasada aunque llena de melodía. En tono amable y compasivo, enuncia algunas de las verdades celestiales y llenas de gracia que pronunciaba el Salvador; cura las dolencias del pueblo, y luego, en su fementido carácter de Cristo, asegura haber mudado el día de reposo del sábado al domingo y manda a todos que santifiquen el día bendecido por él. Declara que aquellos que persisten en santificar el séptimo día blasfeman su nombre porque se niegan a oír a sus ángeles, que les fueron enviados con la luz de la verdad. Es el engaño más poderoso y resulta casi irresistible. Como los samaritanos fueron engañados por Simón el Mago, así también las multitudes, desde los más pequeños hasta los mayores, creen en ese sortilegio y dicen: "Este es el poder de Dios llamado grande." (Hechos 8: 10, V. N-C.) 683
Pero el pueblo de Dios no se extraviará. Las enseñanzas del falso Cristo no están de acuerdo con las Sagradas Escrituras. Su bendición va dirigida a los que adoran la bestia y su imagen, precisamente aquellos sobre quienes dice la Biblia que la ira de Dios será derramada sin mezcla.
Además, no se le permitirá a Satanás contrahacer la manera en que vendrá Jesús. El Salvador previno a su pueblo contra este engaño y predijo claramente cómo será su segundo advenimiento. "Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos.... Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre." (S. Mateo 24: 24-27, 31; 25: 31; Apocalipsis 1: 7; 1 Tesalonicenses 4: 16, 17.) No se puede remedar semejante aparición. Todos la conocerán y el mundo entero la presenciará.
Sólo los que hayan estudiado diligentemente las Escrituras y hayan recibido el amor de la verdad en sus corazones, serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán al mundo. Merced al testimonio bíblico descubrirán al engañador bajo su disfraz. El tiempo de prueba llegará para todos. Por medio de la criba de la tentación se reconocerá a los verdaderos cristianos. ¿Se sienten los hijos de Dios actualmente bastante firmes en la Palabra divina para no ceder al testimonio de sus sentidos? ¿Se atendrán ellos en semejante crisis a la Biblia y a la Biblia sola? Si ello le resulta posible, Satanás les impedirá que logren la preparación necesaria para estar firmes en aquel día. Dispondrá las cosas de modo que el camino les esté obstruído; los aturdirá con bienes terrenales, les hará llevar una carga pesada y abrumadora para que sus corazones se sientan recargados con los cuidados de esta vida y que el día de la prueba los sorprenda como ladrón.
Cuando el decreto promulgado por los diversos príncipes 684 y dignatarios de la cristiandad contra los que observan los mandamientos, suspenda la protección y las garantías del gobierno y los abandone a los que tratan de aniquilarlos, el pueblo de Dios huirá de las ciudades y de los pueblos y se unirá en grupos para vivir en los lugares más desiertos y solitarios. Muchos encontrarán refugio en puntos de difícil acceso en las montañas. Como los cristianos de los valles del Piamonte, convertirán los lugares elevados de la tierra en santuarios suyos y darán gracias a Dios por las "fortalezas de rocas." (Isaías 33: 16.) Pero muchos seres humanos de todas las naciones y de todas clases, grandes y pequeños, ricos y pobres, negros y blancos, serán arrojados en la más injusta y cruel servidumbre. Los amados de Dios pasarán días penosos, encadenados, encerrados en cárceles, sentenciados a muerte, algunos abandonados adrede para morir de hambre y sed en sombríos y repugnantes calabozos. Ningún oído humano escuchará sus lamentos; ninguna mano humana se aprontará a socorrerlos.
¿Olvidará el Señor a su pueblo en esa hora de prueba? ¿Olvidó acaso al fiel Noé cuando sus juicios cayeron sobre el mundo antediluviano? ¿Olvidó acaso a Lot cuando cayó fuego del cielo para consumir las ciudades de la llanura? ¿Se olvidó de José cuando estaba rodeado de idólatras en Egipto? ¿o de Elías cuando el juramento de Jezabel le amenazaba con la suerte de los profetas de Baal? ¿Se olvidó de Jeremías en el obscuro y húmedo pozo en donde había sido echado? ¿Se olvidó acaso de los tres jóvenes en el horno ardiente o de Daniel en el foso de los leones?
"Sión empero ha dicho: ¡Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí! ¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante, de modo que no tenga compasión del hijo de sus entrañas? ¡Aun las tales le pueden olvidar; mas no me olvidaré yo de ti! He aquí que sobre las palmas de mis manos te traigo esculpida." (Isaías 49: 14-16, V.M.) El Señor de los ejércitos ha dicho: "Aquel que os toca a vosotros, le toca a él en la niña de su ojo." (Zacarías 2: 8, V.M.) 685
Aunque los enemigos los arrojen a la cárcel, las paredes de los calabozos no pueden interceptar la comunicación entre sus almas y Cristo. Aquel que conoce todas sus debilidades, que ve todas sus pruebas, está por encima de todos los poderes de la tierra; y acudirán ángeles a sus celdas solitarias, trayéndoles luz y paz del cielo. La prisión se volverá palacio, pues allí moran los que tienen mucha fe, y los lóbregos muros serán alumbrados con luz celestial como cuando Pablo y Silas oraron y alabaron a Dios a medianoche en el calabozo de Filipos.
Los juicios de Dios caerán sobre los que traten de oprimir y aniquilar a su pueblo. Su paciencia para con los impíos da a éstos alas en sus transgresiones, pero su castigo no será menos seguro ni terrible por mucho que haya tardado en venir. "Jehová se levantará como en el monte Perasim, y se indignará como en el valle de Gabaón; para hacer su obra, su obra extraña, y para ejecutar su acto, su acto extraño." (Isaías 28: 21 V.M.) Para nuestro Dios misericordioso la tarea de castigar resulta extraña. "Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío." (Ezequiel 33: 11.) El Señor es "compasivo y clemente, lento en iras y grande en misericordia y en fidelidad, . . . que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado." Sin embargo "visita la iniquidad de los padres sobre los hijos, y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y hasta la cuarta generación." "¡Jehová es lento en iras y grande en poder, y de ningún modo tendrá por inocente al rebelde!" (Éxodo 34: 6, 7; Nahum 1: 3, V.M.) El vindicará con terribles manifestaciones la dignidad de su ley pisoteada. Puede juzgarse de cuán severa ha de ser la retribución que espera a los culpables, por la repugnancia que tiene el Señor para hacer justicia. La nación a la que soporta desde hace tanto tiempo y a la que no destruirá hasta que no haya llenado La medida de sus iniquidades, según el cálculo de Dios, beberá finalmente de la copa de su ira sin mezcla de misericordia.
Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios de la que son amenazados los 686 que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca. (Apocalipsis 14:9, 10.) Las plagas que cayeron sobre Egipto cuando Dios estaba por libertar a Israel fueron de índole análoga a los juicios más terribles y extensos que caerán sobre el mundo inmediatamente antes de la liberación final del pueblo de Dios. En el Apocalipsis se lee lo siguiente con referencia a esas mismas plagas tan temibles: "Vino una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen." El mar "se convirtió en sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar." También "los ríos; y . . ., las fuentes de las aguas, . . . se convirtieron en sangre." Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente vindicada. El ángel de Dios declara: "Justo eres tú, oh Señor, . . . porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen." (Apocalipsis 16: 2-6.) Al condenar a muerte al pueblo de Dios, los que lo hicieron son tan culpables de su sangre como si la hubiesen derramado con sus propias manos. Del mismo modo Cristo declaró que los judíos de su tiempo eran culpables de toda la sangre de los santos varones que había sido derramada desde los días de Abel, pues estaban animados del mismo espíritu y estaban tratando de hacer lo mismo que los asesinos de los profetas.
En la plaga que sigue, se le da poder al sol para "quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor." (Apocalipsis 14: 8, 9.) Los profetas describen como sigue el estado de la tierra en tan terrible tiempo: "El campo fue destruído, enlutóse la tierra; . . . porque se perdió la mies del campo." "Secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres." "El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados." "¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! , . . Se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las 687 praderías del desierto." (Joel 1: 10, 11, 12, 17, 18, 20.) "Y los cantores del templo aullarán en aquel día, dice el Señor Jehová; muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar echados serán en silencio." (Amós 8: 3.)
Estas plagas no serán universales, pues de lo contrario los habitantes de la tierra serían enteramente destruídos. Sin embargo serán los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres. Todos los juicios que cayeron sobre los hombres antes del fin del tiempo de gracia fueron mitigados con misericordia. La sangre propiciatoria de Cristo impidió que el pecador recibiese el pleno castigo de su culpa; pero en el juicio final la ira de Dios se derramará sin mezcla de misericordia.
En aquel día, multitudes enteras invocarán la protección de la misericordia divina que por tanto tiempo despreciaran. "He aquí vienen días, dice el Señor Jehová, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar: desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán." (Amós 8: 11, 1 2.)
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