19Oye tú, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.
20No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne:
21Porque el bebedor y el comilón empobrecerán: Y el sueño hará vestir vestidos rotos.
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29¿Para quién será el ay? ¿para quién el ay? ¿para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?
30Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura.
31No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en el vaso: Entrase suavemente;
32Mas al fin como serpiente morderá, Y como basilisco dará dolor:
33Tus ojos mirarán las extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.
34Y serás como el que yace en medio de la mar, O como el que está en la punta de un mastelero.
35Y dirás: Hiriéronme, mas no me dolió; Azotáronme, mas no lo sentí; Cuando despertare, aun lo tornaré á buscar.
Proverbios 23: 19-21, 29-35.
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