25 Septiembre 2012, 9:35 PM
En nombre del Islam se han erigido gobiernos intolerantes
La violencia desatada en sectores del mundo islámico, a raíz de la divulgación de un panfleto cinematográfico y de una caricatura provocadora y ofensiva al islamismo, determina, como es frecuente, que toda intolerancia y violencia religiosa sea injustamente asociada sólo al mundo árabe.
Esa injusta asociación no puede desligarse de una visión eurocéntrica y etnocéntrica del mundo y, naturalmente, de la pasión e ignorancia con que se suelen analizar cuestiones de suma complejidades, como lo es el tema de la religión. Tampoco debe olvidarse la perversa manipulación del sentimiento religioso que hacen los poderes políticos y fácticos, no sólo del occidente cristiano, sino también del mismo mundo islámico.
Cierto es que en nombre del Islam se han erigido gobiernos intolerantes, con gobernantes corruptos y disolutos que han mantenido sus pueblos en condiciones de marginalidad y pobreza extremas. También, que en nombre de esa religión se cometen los más atroces atropellos contra el diversamente pensante y que se declara guerra santa contra los llamados infieles, a través de las cuales se quieren justificar los más execrables actos de terrorismo.
Pero eso no es justificado, ni practicado por todos los islamitas ni por todos los árabes, muchos son opuestos a semejantes actos y actitudes. Tampoco debe pensarse, ni afirmarse, que el islamismo es consustancial a la intolerancia y a la violencia, los hechos nos dicen que en mundo islámico de una época se practicaba una intolerancia cero a la intolerancia religiosa.
Eso ocurrió a la caída del imperio romano, alcanzando su máxima expresión en Al-Andalus (sur de España) con califatos y reinos de gran esplendor y de desarrollo de la ciencia, la literatura y la música. Algo que no sucedía en el mundo cristiano de la misma época, donde campeaban la ignorancia, la superstición, las permanentes persecuciones, la inquisición y las matanzas promovidas en nombre de la pureza religiosa y étnica.
Diversos factores históricos y económicos, permitieron que el mundo cristiano avanzara hacia posiciones más abiertas y que el islámico evolucionara hacia una generalizada intolerancia religiosa. Sin embargo, esa asimétrica evolución de ambos mundos no quiere decir que en el uno hayan desaparecido las tendencias intolerantes o que el otro no pudiese algún día enrumbarse por otro camino.
Muchas expresiones de violencia de los feligreses islámicos ante determinadas provocaciones a sus creencias, constituyen mezclas de intolerancia religiosa, expresión de fe y de sentimiento de exclusión social, instrumentalizadas por estados religiosos anacrónicos y opresores, algunos autoproclamados antioccidentales y antinorteamericanos.
La actual violencia religiosa en el mundo árabe no puede desligarse de las desastrosas condiciones de vida de su población, del despojo de sus riquezas de parte de los imperios europeos y norteamericano, con la complicidad de gobernantes árabes, además del menosprecio y la arrogancia con que el mundo occidental cristiano los trata, en el cual también se asiste a un incremento de diversas forma de intolerancia: religiosa, cultural, a las diferencias étnicas, etc.
Sólo del establecimiento de un contexto político y social, que saque a esas masas de feligreses de la miseria, la exclusión y el anacronismo, además del respeto de sus creencias, se puede esperar un clima de tolerancia religiosa y política en el mundo árabe.
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