La tempestad se avecina y debemos
prepararnos para afrontar su furia mediante el arrepentimiento para
con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. El Señor se levantará
para sacudir terriblemente la tierra. Veremos desgracias por todas
partes. Miles de barcos serán arrojados a las profundidades del mar.
Armadas enteras se hundirán, y las vidas humanas serán sacrificadas
por millones. Estallarán incendios inesperadamente y no habrá
esfuerzo humano capaz de extinguirlos. Los palacios de la tierra
serán arrasados por la furia de las llamas. Serán cada vez más
frecuentes los desastres ferroviarios; en las grandes vías de
tránsito habrá confusión, choques y muerte sin la advertencia de
un momento. El fin está cerca, el tiempo de gracia termina. ¡Oh,
busquemos a Dios mientras puede ser hallado, llamémosle en tanto que
está cercano!-MJ 87 (1890).
En las escenas finales de la historia
de esta tierra, la guerra prevalecerá. Habrá epidemias, mortandad y
hambre. Las aguas del abismo rebasarán sus límites. Incendios e
inundaciones destruirán la propiedad y la vida. Debiéramos estar
alistándonos para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para
los que lo aman.-Mar 172 (1897).
Eventos de los Ultimos Dias, p.24.
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