Wednesday, September 21, 2016

Discurso del Secretario General de UNASUR, ex presidente, Ernesto Samper, en la Reunión de Alto Nivel sobre refugiados y migrantes en Naciones Unidas



Enviado por Prensa y Relaci... el Mar, 09/20/2016 - 07:43


Nueva York, 19 de septiembre de 2016


Se reúne esta Cumbre aquí en la ciudad de Nueva York, cuando el tema de los migrantes y los refugiados se ha convertido en el mundo entero en una tragedia humanitaria. No se trata, solamente, de los migrantes sirios que ocupan la atención mediática internacional, también están los que está expulsando Kenia hacia Sudán, los palestinos rechazados por Israel, y los latinos devueltos en las fronteras con los Estados Unidos. O los cubanos trasegando por Suramérica mientras tienen la oportunidad de pisar suelo norteamericano para convertirse en ciudadanos. Y los miles de haitianos abandonados a su suerte. Lamentablemente, la respuesta a ésta movilidad ansiosa de migrantes por el mundo (que no superan el 3% de la población mundial) son las medidas de seguridad, los nuevos campos de concentración, las policías migratorias, las visas inalcanzables y los muros, los malditos muros que se levantan, como el Muro de Berlín para señalar territorios hostiles como en las guerras del Medioevo. El muro de México, el muro de Israel, el muro de Marruecos, los muros, tan sólidos y tan duros como las almas de los que ordenaron su construcción son muros que dividen y matan.

Los muros son la última expresión de una estrategia de trato inhumanitario de los migrantes que empezó con restricciones temporales en las aduanas y ha terminado con medidas policiales que los criminalizan, dividen y destruyen sus lazos familiares. Está claro que la migración forzosa de los desplazados por la violencia como los de Colombia, la de los refugiados y los asilados, las víctimas de los mercados de trata de personas y quienes huyen los efectos siniestros del calentamiento global y de las guerras son el resultado de fenómenos en los cuales el ser humano ha tomado parte.

Para abordar el fenómeno, además del Pacto que se firmará hoy sobre la regulación y la organización de los flujos migratorios necesitamos partir de una perspectiva totalmente distinta a la actual. La perspectiva de la migración mundial como un derecho y no como una concesión. Los migrantes como ciudadanos del mundo y no como infractores mundiales. En medio de un esquema de globalización donde están circulando, libremente, bienes, servicios y capitales, también debería existir la posibilidad y porque no, del derecho de circulación de las personas.

Es lo que estamos tratando de hacer en UNASUR al profundizar el concepto de Ciudadanía Suramericana hasta llegar al reconocimiento de ella como un derecho, el derecho a la movilidad. De los 430 millones de suramericanos el 63% quiere emigrar o mejor, movilizarse hacia su propia región. Estos no pueden ser considerados como flujos migratorios para regular o controlar sino como la legítima expresión de un colectivo que se siente viviendo en una casa grande por la cual quiere circular. Circular para estudiar, para trabajar, para conocer, para pensionarse, inclusive para participar políticamente. La propuesta es que pasemos de la migración como un problema de seguridad a la migración como un principio de solidaridad. Este derecho a la movilidad es aún más contundente cuando se trata de personas obligadas a abandonar su lugar de origen como consecuencia de conflictos políticos, desastres naturales o crisis económicas profundas.

En síntesis, bienvenidas las reglamentaciones internacionales que apuntan a la reducción del número de causas que originan la migración, las que regulan de manera humanitaria los movimientos de las personas siempre y cuando se planteen dentro de la perspectiva amplia de la "ciudadanía global" que es la que pretende hacer partícipes a las personas de una globalización concentrada en dinero, cosas y servicios.



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